El puerto de Liverpool era un hervidero comercial dese donde partían navíos comerciales rumbo a cualquier parte de los océanos.
En 1788 los comerciantes ahondaban en un comercio muy lucrativo como cruel. El tráfico de humanos con destino a las plantaciones de Jamaica, pero para eso necesitaban mano de obra y solo se conseguía si se arrancaba de África.
Desde Liverpool, un español llamado Fermín de Tastet escribió al Puerto de La Orotava solicitando aprovisionamientos para una escala de un navío llamado Elisabeth, capitán John Marshall. Era propiedad de un comerciante inglés amigo suyo y por una módica comisión le puso en contacto con la isla para abastecer al navío. Su intención era comprar vinos, algo de agua y alimentos para la segunda parte de la travesía. Tenerife-Bonny, el principal puerto esclavista de Nigeria.
Londres. 23 de mayo de 1788. This will be delivered to you by captain John Marshall, Commander of our ship The Elisabeth bound for Guinea and Montevideo, on which you will please to ship ours wines 35 a 40 quarter cask [cuarteloras], thirty five to forty quarter cask of wine of the sort and prices that captain Marshall chuse and agree in which we are persuaded you will do us every justice you will draw the amount on us, and separately that of one or two cask more of wine which said captain intends to purchase for his own account will assured of the distinguished honor your drafts will meet him.
Eso sí, había una advertencia. Cuando el navío tuviera a la vista el muelle del puerto, debía colgar una lona en lo alto del mástil para ser reconocido y, una vez anclado, su capitán mandaría bajar a un piloto experto que solo debía hablar con los miembros de la compañía local. Así se hizo y el Elisabeth con sus bodegas vacías subió en el puerto norteño los suministros contratados.
Tres semanas después llegó a Bonny subiendo a bordo a 546 personas atados unos a otros con grilletes. Algo de vino se vendió allí si bien su consumo era principalmente para los marinos y los británicos de Bonny. Despojados de toda humanidad sus británicos captores se llevaron a hijos, hijas, padres y madres de numerosos poblados de la zona destrozando la vida de cientos de familias. Un genocidio en toda regla.
El Elisabeth prosiguió su viaje hacia Montevideo y luego remontó la costa americana para llegar a su destino final Montego Bay en Jamaica. Allí dejó a los sobrevivientes del navío en manos de los más crueles esclavistas productores de caña, tabaco, etc., productos que luego se cargaron de regreso a Liverpool.
Esta ruta, hecha una y mil veces, ocasionó un daño a África del cual ahora sufrimos sus consecuencias. Durante varios siglos centenares de miles sino millones de africanos jóvenes y productivos fueron sacados del continente causando un empobrecimiento que se agravaba generación tras generación. Miles de huérfanos, pérdida del núcleo familiar, pérdida de la identidad de pueblos enteros.
Debido a ello la capacidad de progresar de África se vio laminada por la avaricia de europea de entonces dando lugar a una sociedad que jamás pudo evolucionar. Todo eso siglos después sigue teniendo sus consecuencias en la migración que todos ya conocemos.
Carlos Cólogan
Enero de 2019