El grumete dio la voz de alarma según vio en el lejano horizonte decenas de velas que llegaban por el oeste. Francisco sopló su silbato con todo lo que le daban sus pulmones y de inmediato los oficiales comenzaron desaforadamente a gritar órdenes.
En unos minutos todos los navíos ya estaban advertidos y calculaban que por la distancia quedaría una media hora para tener a la Royal Navy a tiro. Había que organizar una estrategia y parecía haber tiempo suficiente.
El almirante Juan de Langara sabía que la flota británica le duplicaba en número y tenía en mente una idea viendo que el enemigo llevaba muchos mercantes. Sin embargo pasó algo por alto pues lo importante no era lo que veía sobre la superficie sino lo que se ocultaba bajo las aguas.
Sin saber cómo, en menos de quince minutos los ingleses ya estaban encima sorprendiendo a la escuadra española que se vio incapaz de reaccionar ante tan rápidas maniobras. Langara perdió la iniciativa y desesperado giró poniendo pies en polvorosa al abrigo del puerto de Cádiz.
El desastre se culminó y se perdió un navío de guerra y nos capturaron otros cuatro. Al llegar a puerto nadie entendía que narices había pasado. El 18 de enero los navíos españoles ya estaban amarrados y pronto se difundió la noticia de la primera derrota naval en la recién comenzada guerra de la independencia americana y para más inri en nuestras propias narices.
Días después se supo el motivo del desastre, los navíos ingleses llevaban sus quillas forradas con planchas de cobre lo que les daba más velocidad y requería un menor mantenimiento lo que les permitía permanecer más tiempo operativo. El hecho se conoció como la batalla de San Vicente de 1780 y la lección que aprendimos fue que los avances tecnológicos otorgaban ventajas. Empezamos mal, pero luego nos enderezamos porque para eso somos españoles.
"Cádiz, 18 de enero de 1780
Amigos Míos. Tenemos por aca la infausta novedad de haver llegado a estos mares una Esquadra Ynglesa de 21 o 22 navíos de línea y 6 fragatas, a tiempo en que por los recios temporales no había más que unos ocho de los nuestros fuera, guardando la boca del Estrecho, fueron rodeados el 16 de este, a las tres de la tarde, por fuerzas tan superiores, y sin embargo de la desigualdad tan notoria, han pelado los nuestros a punto de que les resulta grande honor en medio de la pérdida padecida; el Santo Domingo voló a las dos horas de combate, han entrado el San Julián y el San Eugenio enteramente desarbolados, dos otros sin lesión que se sepa; los que faltan no se sabe su paradero hasta ahora, pero es de temer han caydo en poder de los Enemigos; como se dice ha sucedido con el Comboy de Biscaya, el día 15 de este, sobre el Cabo de San Vicente. Dios remedie tanto mal."