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GEORGE VANCOUVER PERDÍA ANCLAS COMO ROSQUILLAS (Carlos Cólogan)

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Un ancla no era un elemento cualquiera en un navío y su pérdida era gravísima equivalente a que un avión pierda su tren de aterrizaje. Sin anclas no te podías detener en un puerto, pues a diferencia de los muelles de hoy, antes las ciudades portuarias tenían fondeaderos y sin anclas no había manera de acceder a la ciudad.

A lo que iba, el explorador George Vancouver llegó a Santa Cruz de Tenerife el 28 de abril de 1791 y como era habitual su navío HMS Discovery lanzó al rocoso fondo de la rada no menos de tres anclas. Tal vez por fuera por las corrientes o por las prisas o una negligencia una de las anclas se soltó y quedó en el fondo y partió sin ella pensando que su navío de acompañamiento el HMS Chatham le prestaría una de repuesto.
Lo cierto es que se fueron sin ella al Pacífico norte en misión exploratoria. Días después el ancla fue sacada del agua por su agente Juan Cólogan e Hijos y guardada en Santa Cruz durante varios años hasta que la Royal Navy la reclamó por medio de su cónsul Peter Favenc.
Eso sucedió el 18 de marzo de 1797, en medio de la guerra de Francia y España contra Inglaterra. Y quien lo reclamó era la Victualling Office, la oficina de compras de la Royal Navy, pues había escasez de anclas y todo tipo de artilugios militares. Un ancla tan pesada como este tenía tanto hierro como un cañón y no era cuestión de irlos dejando por ahí.
Lo que aún no sé es si se la devolvimos porque Nelson apareció meses después por la isla para zurrarnos y en esos meses era que muy complicado que llegara un mercante para llevársela.
En fin, lo gracioso del asunto es que el despistado Vancouver siguió perdiendo anclas en los territorios del norte del Pacífico y en 1999 fue localizada otra suya siendo considerado su hallazgo como unos de los grandes tesoros de la exploración del Pacifico (ver enlace del artículo).
Por tanto, mañana excavaré en el jardín de casa de mi abuela no vaya a ser que el ancla siga allí.
Carta de Favenc: "I have received a letter from the Commissioners of His Majesty’s Navy. Wherein they request I would apply to you for an anchor, which they say, is in your possesion belonging to H.M. Ship the Discovery and settle with you for the charges.. presuming this anchor here, and my intention being to remain in this place a few days longer, your agents here can (with your order) deliver it up to me, and at the same time inform me what disbursements it may have occasioned you, which I shall immediately settle. I have the honor to be Gentleman. Peter Favenc."

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