Yo no sé tú, pero si hoy, que he estado en Santa Cruz, viera aparecer en el horizonte una flota de barcos de guerra con intención de hacerse con la isla, enviaría a mi familia a las montañas y me armaría con un fusil. Esta situación, por lejana e irreal que parezca, sucedió muchas veces y el terror de nuestros antepasados fue muy real.
Uno de los testigos del ataque de Nelson fue José Murphy y su hijo Patricio, que atendían a los navíos en el puerto. El 22 de julio José escribía con letra temblorosa al Puerto de La Cruz:
“Muy señores míos: por fin se va a verificar aquello de que tanto nos han hablado, una invasión de los Yngleses. Seis buques de guerra están frente a este Puerto aunque a distancia, y como 30 lanchas en el agua llenas de tropa que se dirigen a tierra. Dios dé ánimo y acierto bastante para darles la recibida que se debe y se desea. De Vuestras Mercedes su afectuoso y seguro servidor, José Murphy.
Nota: ahora se vuelven todas las lanchas hacia sus buques y parece que por ahora lo han dejado. Perdida la primera sorpresa mucho se puede esperar.
El 23 la expectación por ver a la Royal Navy atraía a los jóvenes y el propio Patricio se aventuraba al puerto junto a su amigo Bernardo Cólogan Fallón y narraba:
“Bernardo tiene escrito oy lo acaecido en el día, y ahora puedo decir a Vuestras Mercedes que no queda duda de que los Yngleses se embarcaron todos desde anoche, y a esta hora se hallan todos los buques a una distancia grande de este Puerto muy sotaventeada, y no creo que esta noche intenten desembarcar por otra parte, ni me parece que lo intenten más, pero si, puede suceder que vayan a alguna de las otras islas. Una de sus lanchas ha varado y tiene en la popa Theseus que es el nombre de un navío Ynglés de 74 cañones.
A lo menos ya hemos salido del primer lance, y considerando que hemos de estar alerta es regular que por ahora desistan. Es bien particular que ninguno de los buques se acercase a tiro de cañón, ni aún a dos tiros del pueblo”.
El resto del ataque es historia y el 28 de julio, José Murphy ya más calmado volvió a escribir “Los Yngleses caminaron desde ayer tarde, quiera Dios que se les olvide el camino”.
Yo no sé si tendríamos tanto temple como ellos para semejante situación.