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VINOS DE EUROPA EN LONDRES (1801) Y NUEVA YORK (1816)

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A principios del siglo 19 el mercado londinense, la mayor urbe europea de su tiempo, demandaba vinos de toda Europa y en sus diarios se reflejaban los más cotizados. El diario Prince’s London, algo parecido a una gaceta económica, reflejaba los precios de los principales bienes importados.

Respecto a los vinos destacaban los de Lisboa, Calcavellos, un vino dulce portugués, Port (Oporto), Madeira y Vidonias o Vidueños (vinos blancos de Tenerife), Sherry o Jerez de Cádiz, Mountain (Vino de montaña de Málaga), Rhenish (vinos de la cuenca del Rihn, que se exportaban por Rotterdam y el Claret (vino rosado de Burdeos).

El denominador común a todos ellos era ser “vinos portuarios”, es decir, de bodegas situadas en los puertos que permitían transportarse por mar. Dado que en eso los británicos eran los dominadores del comercio marítimo mundial les permitió gestionar ese comercio durante los siglos 18 y 19.




Si saltamos quince años más y viajamos imaginariamente a Nueva York en 1816, vemos un reparto de vinos algo similar pero más ampliado. En la ciudad costera del este americano, ya independizado de la metrópoli londinense, aún podemos ver la influencia comercial británica pero con matices.
Lo cierto es que el mercado americano se abría a nuevos productos como el Moscatel, Sicilia, Vendegrave, Champagne, vinos de Sanlucar de Barrameda en Cádiz, vinos de Catalonia (Barcelona básicamente con sus tintos). Esto se debía a que los comerciantes americanos buscaron nuevas líneas de negocio distintas a las ya trabajadas por los británicos. Pero básicamente tomaban sus vinos en los puertos europeos a donde llegaban las exportaciones americanas (maderas, tabaco, cereales, harinas, etc).

En ambos mercados y con una diferencia de 15 años el Madeira se mantenía siempre como el vino más caro que es lo mismo que ser el más apreciado. El motivo fue el magnifico trabajo comercial de las casas británicas que lo introdujeron en las ciudades de la “América inglesa” desde principios del siglo 18 y que por su escasa producción se revalorizó fuertemente.
Las primeras cepas norteamericanas llegarán en las siguientes décadas y muy lentamente para competir con los grandes productores europeos. Mientras estos no se desarrollaron, los importadores de vinos estadounidenses gozaron de un negocio muy boyante.


 

España, Portugal y Francia, países emisores se vieron favorecidos al dar salida a sus vinos y gracias a ellos estas naciones europeas pudieron paliar el crónico déficit cerealístico.
Y es que solo con ver los periódicos de aquellos años se puede conocer los parámetros generales de la economía de aquel tiempo. Estos ejemplares de periódicos se encuentran en Tenerife porque los exportadores de la isla de finales del 18 necesitaban conocer la situación (básicamente el precio y los impuestos fijados a sus productos) de los mercados a los que enviaban sus vinos.

Carlos Cólogan Soriano
Fuente: Archivo Historico Provincial de Tenerife. Fondo Zárate-Cólogan.


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