Corría el año 1845 y la reina Victoria de Inglaterra reinaba desde 1837 el gran imperio británico que se extendía por todos los continentes.
Las galas y eventos en el castillo de Windsor eran de tal magnificencia que toda la aristocracia británica y europea pugnaban por asistir a sus celebraciones.
Para esto último, para cubrir las necesidades palaciegas estaba la Board of the Green Cloth que se ocupaba de la alimentación, el protocolo, el transporte y cualquier cosa que necesitara la casa de Windsor.
De de ese equipo de no más de una decena de encargados se hallaba el veterano James Christie, el keeper of the wines and best cellars, quien tenia el sufrido trabajo de visitar las mejores bodegas de Europa y probar sus vinos antes de comprarlos para Su Alteza.
En agosto de 1845 ya había hecho una selección de los vinos de jerez que exponían los distintos distribuidores en el barrio de Londres donde se apiñaban (esa es otra historia) y el elegido resultó ser Duff Gordon del puerto de Santa María en Cádiz, dirigida por el inglés Thomas Osborne Mann.
Llegar a Christie no era tarea fácil y para ello se encargó una persona muy concreta que tenía acceso a palacio, este se llamaba Cosmo Duff Gordon.
El pedido se hizo y se embarcaron dos botas seleccionadas aprobadas por Thomas Osborne.
Una bota equivale a una pipa y por tanto unos 450-480 litros de Sherry Superior a un precio de 80 libras esterlinas la unidad, incluido el flete, impuestos y seguros. La bota más barata en el mercado londinense estaba en el entorno de las 40 libras y la más cara de 90 a 95 libras.
Con sumo cuidado estas dos botas fueron embarcadas desde la bodega próxima a la ribera del Guadalete (esa será otra historia) en un pequeño navío hasta la bahía de Cádiz donde se subieron al navío Traveller, capitán Finlay que viajó hasta Londres.
Esto de viajar es fácil decirlo pero realmente es mucho más complejo. Tras ser desembarcadas en la Custom House (otra historia) un carromato acompañado por el personal de Duff Gordon la trasladó hasta el lejano castillo de Windsor.
Semanas después, tras ser embotellada una parte de la primera bota está se sirvió causando sensación. Si la joven reina de 26 años tomaba ese jerez. algo que muchos pensaron. Todos los demás asistentes pensaron que debían tenerlo y vaya que así fue…. (pero esa también serán otras muchas historias).