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Matías de Gálvez y Gallardo Viticultor, artillero y virrey de Nueva España

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 En el verano de 1778 dejaba Tenerife el militar Matías de Gálvez por orden del ministro de Indias, su hermano menor José de Gálvez. Tenía la encomienda de reforzar la defensa de las costas de Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica frente a las tropas británicas. Estaba próxima la declaración de guerra de España contra Inglaterra y el gobierno de Carlos III quería poner a sus militares de mayor confianza en los puesto claves del imperio.

Matías había llegado a Tenerife muchos años antes, en 1756, acompañado por su segunda mujer Ana de Zayas y su hijo Bernardo de Gálvez quién pasó su infancia en la isla viviendo a caballo, entre la Gorvorana en el Relajo y el Puerto de La Cruz.



En la ciudad de Nueva Orleans se casaba meses antes Bernardo, por entonces gobernador de la Luisiana, también se prestaba para servir en la guerra que se avecinaba. Matías había dejado inconcluso el reclutamiento en la isla de soldados para equipar un batallón de canarios para la Luisiana, la zona en disputa. Los jóvenes de Tenerife y de otras islas iban, sin saberlo, a participar en la futura guerra y Matías, desde Guatemala mantenía el contacto con la isla. Tenía 60 años y la firme determinación de cumplir con su objetivo de defender los territorios del España en el Caribe.

Con la plata de la última flota de Indias asegurada en Cádiz y avisados y reforzados todos los puestos fronterizos en América, especialmente en el Caribe, en junio de 1779, España declaraba la guerra a Inglaterra y se aliaba con Francia y las nueve colonias, aún británicas, del este americano. Empezaba una nueva fase de la guerra de Independencias Americana.

En el sur Matías combatía a los británicos que desde Jamaica esperaban cruzar por el rio San Juan y partir en dos los territorios de Nueva España, en el norte, su hijo Bernardo luchaba por mantener el acceso al Misisipi libre de británicos para que la ayuda española a los franceses y americanos llegase. Y es que sin esa ayuda la guerra duraría poco.

Mientras seguían saliendo navíos desde las islas [4.312 personas] y desde Málaga con familias enteras para completar el batallón y poblar las tierras. Matías mantenía la comunicación con Tenerife, pero poco a poco la guarra le ocupaba cada minuto del día. Tras dos años de intensa lucha consiguió salir invicto en todos sus enfrentamientos con los británicos que dejaron de incursionarse en esas costas del Caribe. Dos mil kilómetros al norte, en julio de 1781, su hijo combatía todos y cada uno de los puestos británicos hasta que finalmente consiguió derrotarlos en la célebre batalla de Pensacola.



La guerra prosiguió y ambos siguieron defendiendo a España, Matías acabó siendo virrey de Nueva España en 1783 y su hijo Bernardo le sucedió en 1786. Ambos mantuvieron hasta sus últimos días fuertes vínculos con Tenerife y en palabras textuales de Matías, era el lugar donde quería morir, que se revelan en el libro que se presenta.







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