Eran tiempos oscuros. Una época donde el más inocente comentario sobre la palabra de Dios te podía convertir en proscrito e incluso condenarte a la ardiente hoguera. La penumbra lo llenaba todo y oscurecía la mente de los padres de la iglesia, de los señores feudales y del ignorante y temeroso pueblo.
Cualquier cosa que cuestionara el dogma de la iglesia era vista como una amenaza, una injuria. El odio y las rencillas germinaban en cada recodo de los lúgubres caminos de Europa. La iglesia no iluminaba con su Dios, al contrario solo inflamaba. La biblia se malinterpretaba, los Santos Evangelios eran carnaza para mercachifles de la palabra y las tradiciones se habían corrompido hasta que la peste acabó con todo. Entonces los injustos e inmisericordes tribunales de la fe se erigían en jueces que regaban la tierra con la sangre de los inocentes.
Así era el siglo XVI. Triste y moribundo, arrastrando centenares de años de podredumbre. En medio de la inmundicia algunos acuñaron nuevos conceptos que no realmente no eran tan novedosos. Y surgió LA HEREJÍA.
Así era el siglo XVI. Triste y moribundo, arrastrando centenares de años de podredumbre. En medio de la inmundicia algunos acuñaron nuevos conceptos que no realmente no eran tan novedosos. Y surgió LA HEREJÍA.
Ahora podemos aprender en un click que significa la Herejía. Es una creencia o teoría controvertida o novedosa, especialmente religiosa, que entra en conflicto con el dogma establecido. No es la apostasía, que es la renuncia formal o abandono de una religión o la blasfemia, que es la injuria o irreverencia hacia la religión.
Procede de la palabra griega airesis (αἵρεσις), que significa una elección o un grupo de creyentes, es una escuela del pensamiento o una opinión particular o específica sobre un punto de doctrina determinado. Si la opinión divergente no es tolerada por las autoridades religiosas o por la corriente de opinión mayoritaria, puede llegar a producirse una situación de conflicto y ruptura. La herejía es vista entonces como una desviación sobre el contenido de la fe, y puede llegarse a un cisma o división en el seno de la comunidad religiosa, o a una condena de carácter disciplinario por la insumisión a la autoridad eclesiástica considerada legítima.
En medio de este páramo surgió Florimond de Raemond. Nació en 1540 en Agen, sur de Francia, y falleció el 17 de noviembre 1601 en Burdeos. Fue abogado además de contra-reformista e historiador y miembro del parlamento de Burdeos. La Herejía motivó uno de sus más célebres trabajos como fueron ocho volúmenes que en lo que trató del asunto. Lo tituló L'Histoire de la naissance, progrez, et decadence de l'Heresie de ce siecle. Divisee en hvict livres ... que se publicó en 1629, es decir después de su muerte.
No sabía y no creo que sepa mucho más de él, pero ahora que su libro terminó en mis manos como un hermoso regalo de mis queridos tíos Augusto y Karin. Me pregunto; ¿cómo llegó este libro hasta Tenerife y donde estarán los otros siete volúmenes? ¿A quien le interesaba tanto la herejía? Seguramente serían parte de aquellos famosos libros prohibidos por la inquisición y muy probablemente debió estar guardado no en un bello estante de una librería sino en una oscura alacena escondido a los ojos de la iglesia.
Ahora a Florimond no creo que lo recuerden más que unos pocos eruditos. Pero en estos tensos tiempos de falta de valores cristianos, de falta de debate religioso, de total ausencia de ética, de aparentes y a veces no tan aparentes amenazas de otros credos, muchos a veces tememos que tal vez vuelvan nuevamente aquellos tiempos de oscurantismo. No será por la herejía dado que ahora no cuestionamos ni dogmas ni creencias, sino por la ignorancia de no leer infinidad de volúmenes que han quedado postrados al olvido. Las grandes bibliotecas se han menospreciado en nuestro país, nadie venera a los libros y eso al final se pagará con la vuelta a la oscuridad. Siempre nos ha gustado redescubrirnos y alegrarnos al encontrar algo perdido cuando realmente es una desgracia y el sinónimo de nuestra eterna condena, el olvido de nuestra propia historia.
Carlos Cólogan Soriano
cologanmorales@gmail.com
Carlos Cólogan Soriano
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