Entrevista para RTVC. 2017
- Usted es el autor de varias publicaciones de carácter histórico que analizan detalles de su propia familia ¿Cómo surge este libro?
Este trabajo surge como consecuencia de los anteriores y todos ellos a partir de los archivos de la casa de comercio de la familia Cólogan. Esta familia, consolidó a lo largo de 250 años un archivo que tuvo su origen en una casa de exportación de vinos radicada en Tenerife y que tras 5 o 6 generaciones se fue completando con material de lo más diverso.
Su valía se refleja en el hecho de que cada generación fue testigo directo de relevantes eventos en los que o bien participó o bien supo reflejarlo como testigos de los hechos. Así pues, muchas veces es más interesante narrar los hechos que participar en ellos, pues en la primera opción se documenta mejor.
- Se centra en la segunda mitad del siglo XVIII, una época extraordinariamente interesante, tanto en lo político como en lo cultural ¿Fue un periodo especialmente productivo en el comercio del vino?
El final del siglo XVIII fue un período muy rico en acontecimientos. El primero es el del surgimiento de la ilustración en Europa. Esta renovación de las ideas y el germen del mundo científico tuvieron su reflejo en las islas Canarias porque no en vano la mayoría de los viajes de exploración tuvieron escalas en Tenerife. Disponer en la isla de registros de las escalas de James Cook, William Bligh, George Vancouver, Alexander Von Humboldt no es baladí.
- ¿Cuál era el papel de Canarias, en este caso Tenerife, en la maquinaria comercial entre Europa y América?
El tránsito entre Europa y América pasaba necesariamente por las Islas Canarias. Esta aseveración casi llega a ser un tópico y quizás por eso la hemos devaluado. Cuando se inició de forma extensa el comercio entre Inglaterra y sus Trece Colonias, las islas junto con Madeira pasaron a convertirse en una moneda de cambio por varias razones.
La primera por ser un lugar seguro y cómodo de avituallamiento, ya sea por agua y alimentos. También por ser el lugar más occidental del atlántico donde aprovisionarse de vinos, un producto más que relevante en cualquier tiempo.
Hay que entender el uso de este producto en los siglos pasados como algo completamente diferente a lo que es ahora, que es básicamente un producto de lujo. En aquellos tiempos el vino era salud por ser un producto de primera necesidad que tenía una particularidad y es su longevidad y buenos efectos digestivos.
En aquellos años el agua solo se consumía en el lugar donde se producía, quiero decir, al pie de un estanque o canalizado de forma rudimentaria y sin tratar (clorar). Por tanto el agua duraba poco porque se pudría rápidamente. Para poder alimentar tanto a marineros como a los soldados cuando estos se desplazaban miles de millas desde Inglaterra, la marina compraba stocks en las islas del atlántico y es ahí donde Tenerife supo sacar ventaja con sus vinos.
- Disculpe la ignorancia, pero cuando hablamos del 'Tenerife wine' que se produce y exporta en el siglo XVIII ¿hablamos de un vino blanco o tinto? ¿Y el vino canario que menciona Shakespeare en Enrique IV? ¿Hay una continuación en la producción vinícola desde el siglo XVI o, por el contrario, en el XVIII se experimenta un repunte en la comercialización del vino de las islas?
Los vinos de Tenerife tienen dos épocas muy marcadas. La primera es la del Malvasía o Canary de la cual disfrutó Inglaterra y partes de Europa. Esa prosperidad nació a mediados del siglo XVI y se mantuvo hasta principios del XVIII. Eso no quiere decir que los vidueños no existieran en ese periodo, pero fueron los malvasías, preferentemente dulces los que llevaron el nombre de las islas.
La segunda época importante cualitativamente fue desde mediados de XVIII hasta principios del XIX donde se formuló, porque así fue, un nuevo vino que pudiera hacer la competencia a los vinos de Madeira que por entonces eran los que acaparaban los mercados ingleses y norteamericanos. Esa invención se atribuye a Juan Cólogan Blanco, un irlandés afincado en la isla de Tenerife que tenía acceso a ambos mercados y junto con los cuales desarrolló un producto competitivo que pudo competir con los portugueses y de hecho lo acabó vendiendo en toda Norteamérica, Europa, la india e incluso fue llevado a Australia en la First Fleet en 1787.
Por así decirlo, y aunque suene a broma fue nuestro Amancio Ortega que con Zara y una gama de productos baratos y competitivos popularizó y vendió enormes cantidades de vinos de Tenerife.
- La exportación del vino se realizaba desde el entonces puerto de La Orotava a través de las compañías consignatarias. Estas empresas, como la Casa Cólogan -de origen irlandés- gozaban de una estrecha vinculación con importantes ciudades europeas como Londres, en aquél momento uno de los centros económicos mundiales.
La palabra consignataria no aparece mucho en el siglo XVIII, eran exportadores y casi nunca cosecheros diferenciándose claramente a los unos de los otros. El nombre de la compañía era Juan Cólogan e hijos fundada por Juan Cólogan Blanco (John Colgan White) y en segunda generación por sus hijos Tomás y Bernardo Cólogan Valois (Walsh). Esta compañía era la exportadora radicada en Tenerife, pero no era la única pues también en Londres operaba otra compañía mucho mas importante y que era la que generaba el negocio, esta era Cologan, Pollard & Cooper.
En esta compañía estaba Juan Cólogan Valois, el tercer hermano y sus socios William Pollard y James Cooper. La sede de la empresa estaba en el nº20 St. Swithins Lane, muy cerca del London Bridge y por tanto dentro de la actual City londinense. La labor de esta empresa, como las de las actuales en esa zona era actuar como broker o intermediario entre los clientes y Tenerife. Es mérito de esta empresa obtener los contratos con la Marina de Guerra Británica y con los numerosos comerciantes británicos de aquel tiempo.
Ese broker se constituyó en 1778 y permitió acceder a los grandes contratos de suministro y relanzar de manera exponencial las ventas de los vinos de Tenerife. Sin embargo, esta compañía no fue la única que lo hizo pues hay trazas que evidencian que la compañía Pasley, los Power y los Barry también firmaron contratos en algún momento. La única diferencia es que los de la compañía Cólogan si se conservan y los restantes aún no han aparecido. Sin embargo, sería interesante saber si alguna empresa exportadora peninsular llegó a tener en algún momento contratos como las tinerfeñas, cosa que dudo dado el permanente estado de guerra entre nuestras naciones.
- Pero posteriormente se comercializará directamente con las 13 colonias norteamericanas ¿Cuál fue la presencia del producto en los recién creados Estados Unidos de América?
Efectivamente, tras la independencia americana, el comercio con los puertos de los Estados Unidos es ya directo y sin la mediación británica. Eso no quiere decir que antes no lo hubiera, pues sin duda lo hubo y está bien registrado. Pero lo que sucede después de 1783, con la firma de la paz, es muy relevante pues Tenerife recibe al poco de los años uno de los primeros consulados de esa nación, sin duda debido a su importancia comercial.
Los puertos más receptores respecto a los vinos fueron Filadelfia y Nueva York muy por encima de Charleston, Newberry, New Orleans o Boston. Pero lo realmente significativo es tener concentrados en un solo archivo de Tenerife a los mejores y más relevantes comerciantes de americanos de finales del XVIII.
- El Tenerife wine fuera de Canarias. En su libro comenta que el vino suponía una herramienta más de supervivencia. Era un producto que saciaba la sed en lugares donde escaseaba el agua o podía estar contaminada ¿Hablamos de un producto de lujo o de consumo de masas?
El vino se populariza de forma masiva en el siglo XVIII pues antes era un producto popular de autoconsumo si se quiere decir o para los más finos paladares. La expansión comercial del siglo XVIII afectó a muchos productos que fueron popularizado y uno de los que más se aprecia en los archivos es el cacao que venía desde Venezuela en cantidades desorbitadas. En el caso particular del vino, pasó a estar en la marina, en el ejército en los hospitales de campaña en sitios muy remotos por entonces del planeta como Sudáfrica (entonces Table Bay), India (Bombay, Madrás o Calcula), Australia (Botany Bay, actual Sidney) e incluso en la Patagonia argentina con los balleneros ingleses y españoles y todo eso pudo ayudar, pero lo que realmente lo empujó fue el hecho de ser una exploración muy bien valorada en las Trece Colonias evidentemente por ser sus pobladores emigrantes europeos que ya lo conocían en el viajo continente.
- De Tenerife salían barriles de vino, pero ¿llegaba algún producto a las islas? Es decir ¿el comercio de vinos favorecía también el comercio en la isla de otras mercaderías, como mobiliario, objetos de arte, libros, etc.?
El comercio de vinos se convirtió en una fuente de divisas enorme. Gracias a este comercio se posibilitó el contrabando de oro y plata desde las Indias. Gran parte de ese caudal era consumido en Londres que a su vez lo demandaba para sus operaciones en India y china.
Era muy habitual que los exportadores de vinos de la isla de Tenerife se convirtieran en los importadores de otros productos necesarios en las islas y el más notorio era el roble de Hamburgo o de Norteamérica para fabricar las Pipas de vinos y los aros de metal importados desde Londres para lo mismo.
Pero fuera del intercambio de vinos por duelas de roble, los comerciantes traían de Europa todos los bienes de consumo como textiles, libros, resmas de papel, instrumentos musicales desde un violín a un órgano para una iglesia y desde los estados Unidos cereales y harinas e incluso spermacetum (esperma de ballena) para los candiles. Es decir, gracias a las exportaciones de vino, las Islas Canarias se beneficiaron de muchos productos, fundamentalmente de la órbita británica.
- El puerto de La Orotava y, por extensión, el norte de la isla, vivió una época de esplendor durante la época que aborda en el libro ¿Qué nos ha llegado de aquél periodo? ¿Se conservan edificios, bodegas o lagares?
En el Valle de la Orotava quedan pocos testigos de aquel tiempo de vinos y lo único que se puede apreciar está en los archivos lo cual es una bendición. Lo que si permanece es ciertas casas de comercio, como el Hotel Marquesa, sede de la compañía de Juan Cólogan e Hijos y otras casas de comerciantes. De resto poco más queda en pie pues la vorágine constructiva del turismo arrasó con ese legado.
Un libro fruto del archivo
- 'Tenerife Wine' es producto del trabajo en archivo. En el Archivo Provincial de Santa Cruz de Tenerife se conserva parte de los documentos de la Casa Cólogan ¿Es así? ¿Qué otros archivos ha visitado? ¿Y fuera de las islas?
El archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife conserva en depósito el archivo de la casa Cólogan y otros vinculados. A la pregunta de si he visitado otros archivos de este estilo, la respuesta es sí, pero no he visto en ellos la riqueza que en este se atesora y dudo que tenga años en mi vida para valorarlo en su amplitud.
En su momento pensaba que en Cádiz podría haber casos similares pero tras hablar con investigadores gaditanos me dices que gran parte de estos se perdieron con la entrada de los franceses en España pues eran casi todos de británicos.
- Entendemos que el archivo cuenta con documentos de todo tipo, desde papeles comerciales, inventarios, cartas personales...¿Destacaría algún documento que la haya resultado curioso?
Cada documento cuenta una historia, cada papel me sugiere contar algo y no hay mes en que mi cabeza se ilusione con alguno. Si he de destacar algo fue el hecho de haber localizados los documentos de la First Fleet, es decir el viaje de la fundación de Australia, también cuando localicé un documento firmado por John Hankock, pero también cuando leía a Vancouver, o a Bligh o a Humboldt. Cada uno lleva detrás una historia mundialmente conocida en su país o en su continente.
Al final siempre valoro más lo pequeño, lo que me emociona y esta semana fue un carta de 1791, donde mi antepasado Juan Cólogan Valois se encontraba en París y narra, desde allí, la revolución francesa y describe con detalles las ejecuciones sumarísimas. Al final, es lo de siempre, mejor es ser testigo que partícipe, pues lo normal en aquella época era acabar muerto.
Carlos Cólogan.