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El vino de Tenerife en la Guerra de la Independencia Americana

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A mediados de 1781 George Washington y sus tropas hacían un alto en la zona de Dobbs Ferry situado en la rivera del río Hudson al norte de Manhattan. Sus tropas eran escasas y estaban maltrechas tras varios inviernos muy duros. Las epidemias habían causado muchas bajas y la diarrea mataba más que los disparos de los loyalist británicos. A tiro de piedra estaba la, por entonces, frondosa península de Manhattan aún en manos inglesas pero Washington dudaba sobre cuál sería la mejor opción para sacudir a los británicos.
En medio del lodazal en el que se había convertido su campamento, el hospital de campaña ocupaba un tamaño considerable. El general William Heath, encargado de la logística del ejército, era persistente en sus peticiones al mismo tiempo que sensato con los pocos fondos disponibles.
Las granjas de las zonas aledañas a las tropas habían sido requisadas, obteniendo carne y cereales para alimentar a las tropas. Muchos de los granjeros no eran fervientes revolucionarios pero poca opción les quedaba ante un tropel de soldados hambrientos. Pero con el líquido elemento había un problema y es que los ríos estaban sucios y congelados y el frío y la sed hacían una mala combinación.

Desde hacía días el debate entre Heath y su comandante en jefe Washington se centraba en cual era la mejor opción para dar de beber a las tropas, pero sobre todo a los enfermos que ya atestaban el hospital.
El vino, además de alegrar los corazones, era un bebedizo que servía para otros usos como el de administrar medicinas naturales. El vino con opio para los enfermos terminales aplacaba sus dolores, el vino con tabaco y otras mezclas eran considerados verdaderas medicinas.
Heath tenía dos posibilidades o bien darles ron o consumir las 50 pipas de vino de Tenerife que el gobierno de Massachusetts guardaba celosamente. ¿Cómo llegaban esas pipas al ejército?, pues muy sencillo, se las vendían los importadores de Filadelfia y Boston, muchos de ellos declarados rebeldes si no miembros del ejército.
Sería relativamente fácil seguir la pista de esas pipas y conocer su procedencia pues en Tenerife se guardan los archivos de las casas de comercio que exportaban a las Trece Colonias en los años de la guerra. No eran más de cuatro empresas las que lo hacían y éstas siempre eran del Puerto de la Cruz propiedad de irlandeses. El vino, se embarcaba en el muelle del puerto y salía rumbo a las colonias en navíos relativamente pequeños. Estos solían dejar antes en Tenerife las duelas de roble americano con las cuales elaborábamos nuestras Pipas y mediante trueque las cambiábamos por nuestro vino.
Tras una época donde la familia Franchi dominaba el comercio con Filadelfia, una casa comercial irlandesa, la de Juan Cólogan e Hijos, pasó a dominar ese mercado, solo disputado por los Pasley, escoceses afincados en Tenerife pero también en Madeira, lo que les daba un plus de ventas pues el Madeira era mucho más apreciado que nuestro vino.
Entre el ron y el vino hay que decir que el ron era más caro pero se transportaba en unos barriles pequeños denominados hogshead de unos 250 litros, sin embargo el vino canario, que por cierto siempre fue un vino blanco, se encontraba envasado en pipas de roble americano de 490 litros que obviamente eran mucho más complicadas de traer desde Boston. Sin embargo, la ventaja de ese vino es que era mucho más barato y además muy aconsejable para las diarreas y cualquier proceso digestivo. Al final se pusieron de acuerdo y el comandante en jefe George Washington escribió a John Hancock, por entonces gobernador de la provincia de Massachussets, para pedirle que al menos 5 o 6 pipas de nuestros vinos fueran para sus enfermos.
Además, este vino ya lo consumía el comandante al menos desde 1757 y sabia de sus cualidades. Otro detalle importante es que la madera de las pipas con las cuales estas se habían envasado habían sido vendida por Robert Morris, el financiero, que ya por entonces hacía décadas que enviaba sus duelas de roble de los bosques de Pensilvania al Puerto de la Cruz en Tenerife. 
Siguiendo con Boston es de sobra conocido por muchos autores americanos que durante el siglo XVI y sobre todo a final del XVII, ese puerto era el más importante de toda Norteamérica y el vino más consumido era el Teneriffe Wine y siempre por debajo el Madeira. Por supuesto que en aquellos años los vinos españoles continentales y los restantes europeos eran muy marginales y a ese mercado solo accedían los vinos de las islas atlánticas como Tenerife y Madeira.
Con esta historia lo que quiero decir es que la vinculación comercial entre Tenerife y las 13 colonias fue intensísima y muy antigua a la par que poco estudiada. Por cierto, desde Dobbs Ferry partieron sus tropas acompañadas de los franceses para dirigirse al sur, a Yorktown donde vencieron y fulminaron a los ingleses.
Tras este breve relato, hay que reseñar que los vinos de Tenerife siguieron progresando mucho más en las colonias y se afirma que, cuando llegaron a Filadelfia las noticias de la paz de 1783, los vinos presentes en los festejos eran de Tenerife y es que a partir de entonces las ventas de vinos de Tenerife a los nuevos Estados Unidos se multiplicaron de manera exponencial y no es de extrañar porqué.

Antes de la guerra los capitanes de las compañías americanas venían a Tenerife con una asiduidad cuatrimestral. Luego muchos de ellos pasaron a trabajar como corsarios al servicio de la Marina Continental pues los premios, que eran como se llamaba al reparto  de los botines, era mucho más sustancioso. Luego, cuando acabó la guerra, hubo una enorme cantidad de barcos y capitanes ociosos que retomaron la actividad comercial con un renovado ímpetu, pues la economía americana estaba completamente arrasada. Por ello, los fletes bajaron de precio así como las materias primas como: la madera, el trigo o la harina provocando que la economía del intercambio de vinos por madera despegara como nunca antes se vio.

Las Islas Canarias pasaron, en la década de 1780-90, a ser completamente dependientes de la economía americana pues la sequía que nos azotaba dependía de la importación de cereales americanos. Evidentemente esa importación obligaba, si o si, a la exportación de nuestros vinos que se vieron afectados por unas circunstancias favorables y es que la guerra, que siempre trae la pobreza, a veces beneficia a unos pocos.
Carlos Cólogan. 2017

Nota: Las imágenes que acompañan pertenecen a la editorial BES Magazine que publica la revista oficial de la Naviera Armas en las Islas Canarias.

El Tenerife Wine para la Marina de Guerra Británica

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Para cualquier usuario de la naviera Armas no es un secreto que los barcos se mueven gracias al combustible, ni que el gasoil hace girar los motores haciendo que el navío se desplace con el empuje de las hélices. Sin embargo, todo esto es moderno, pues fue solo en 1803 cuando John Stevens introdujo una máquina de vapor dentro de la bodega de un barco que mediante una transmisión las movía.
Antes de ese novedoso invento solo había velas y muchas, muchísimas horas de tediosa y peligrosa navegación. En el siglo XVIII la Marina Real británica, la armada más poderosa del mundo, mantenía flotas en todos los océanos, protegiendo a sus mercantes y los puertos de los territorios que por aquel entonces ocupaba. En cada conflicto con sus grandes enemigos, España y Francia, la marina se ponía en marcha para acudir rauda a su defensa.
Cualquier navío de esa flota estaba equipado con una enorme cantidad de marineros y oficiales, normalmente centenares, y cuando iban tropas terrestres se incrementaba notablemente el número de efectivos. Como las travesías duraban meses, antes de partir, cargaban en sus bodegas: pan, carne, pescado, fruta y otros consumibles. El mayor problema era el agua, pues no tenían modo de conservarla y se echaba a perder rápidamente, en consecuencia, no había forma de dar de beber en condiciones a tantos hombres. ¿Cuál era la solución?, pues otro líquido que durara más tiempo sin pudrirse y que les protegiera de los problemas digestivos y aquí es donde viene el vino, nuestro vino.

En los albores de cualquier guerra el aparato logístico-militar inglés se ponía en guardia y en el caso de la Marina Británica la que se ocupaba de estos menesteres era la Oficina de Aprovisionamientos o Victualling Office. Esta oficina, con sede en Londres, contrataba en decenas de puertos de todo el orbe los suministros para sus barcos sacándolos a concurso. Entre los productos más demandados estaba la carne, los vegetales, las armas, las municiones y sobre todo los vinos, el producto más voluminoso de todos. En cada continente, en cualquier punto del globo, ya sea en Jamaica, Tenerife, Madeira, Gibraltar, Ciudad del Cabo o en Madrás, los cónsules británicos recibían las indicaciones y las distribuían entre las empresas de ese puerto. Todo estaba predeterminado, las condiciones de suministros, la calidad, los formatos de las pipas, su tamaño, la forma de pago, los modelos de impresos que debían ser rellenados y por supuesto el precio de venta, que se establecía para un período y que podía ser renovado.
Por ejemplo, si una flota partía hacia Jamaica o las Antillas en el Caribe para combatir a los Franceses sabía previamente donde parar para llenar sus bodegas. Así que, una vez dejaban Inglaterra, bajaban con los alisios hacia las Islas Canarias, sin hacer escala en el continente, pues el enemigo de ese momento podía ser Francia o España. Una vez alejados de Europa, paraban en lugares más amistosos como Tenerife, donde las casas de comercio adjudicatarias les suministraban.
En octubre de 1793 con Francia e Inglaterra ya en guerra declarada, y España a la espera de involucrarse, pasó por Tenerife el almirante John Jervis [Commander in Chief of Her Majestic Ships & Vesels at Barbados], cargó en varios navíos el suministro contratado. “One of the Commisioners of the Victualling has desired us to order by one of the vessels now ordered to take in wine, two Pipes of the oldest and very best Tenerife Wine for Vice Admiral Sir John Jervis K.B. consigning it to the care of the Governor of Barbadoes in case Sir John should not be arrived”.
De esa manera, miles de pipas de Tenerife Wine fueron hasta el Caribe para dar de beber primero a los marinos y luego a las tropas terrestres británicas ya en guerra con Francia.  Meses después España también les declaró la guerra y, como aquí ya no podían recalar navíos ingleses, se urdió una estratagema para seguir haciéndolo con otros de diferentes nacionalidades. La guerra prosiguió y los vinos les siguieron abasteciendo y es que sin ellos no había posibilidad de combatir.
Carlos Cólogan Soriano. 2017
Nota: Las imágenes que acompañan pertenecen a la editorial BES Magazine que publica la revista oficial de la Naviera Armas en las Islas Canarias.



La arqueología domestica en Tenerife y la caja china

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¿Por qué esperar a que los objetos se deterioren y queden enterrados para luego desenterrarlos cuando podemos hacerlo ya mismo? ¿En ese caso podríamos calificarlo como un descubrimiento arqueológico?
¿Porqué digo esto?, pues porque muchas veces hasta el objeto más cotidiano e incluso aquellos que tenemos simplemente arrinconados son los verdaderamente prodigiosos y que merecen ser rescatados como si de un descubrimiento arqueológico se tratara. Digo esto porque algo de eso me sucedió hace un par de años en casa de una tía mía, mi querida madrina para más señas, que para sorpresa de todos sacó de debajo de una mesa una vieja caja que llevaba allí, según me decía, decenas de años.
Nadie sabía cómo había llegado hasta allí y precisamente por eso, porque siempre estuvo allí, pasó a ser invisible a todos. Y es que no hay nada mejor que poner un objeto delante de nuestros ojos para volverlo invisible.
Hace unos años me dio por investigar a un antepasado mío que fue embajador de España. Se llamaba Bernardo Cólogan y la principal razón para dedicarle dos años de mi vida fue por haber localizado otro objeto inadvertido suyo. Este era un libro de recuerdos de su estancia en China donde estuvo desde 1895 hasta 1902. El libro era un espectacular álbum fotográfico firmado por todo el cuerpo diplomático así como por los negociadores chinos. Como decía mi padre y mi tía Cristina, "un libro lleno de chinos". Me parto.

Tras haber publicado mi libro, el siguiente objeto en aparecer fue una bellísima caja ornamentada con filigranas chinas. Al abrirla aparecen dedales, agujas hechas de marfil con unos detalles muy hermosos. Con varias baldas la caja es frágil pero cumplía su función para la costurera que lo usaba.
La cajita de costura china solo era uno más de los objetos que se trajo Bernardo en su equipaje. No sabría decir si se la regaló la emperatriz Ci-Xi, el príncipe Chung o una simple asistente doméstica. La verdad es que eso me da igual, solo sé que me trae al recuerdo sus vivencias en China.
Así, poco a poco, voy adiestrando mi “visión-arqueológica-doméstica” y ya he identificado en otras casas un ajedrez chino suyo y varios abanicos del celeste imperio que también le pertenecían. Claro, con todos estos objetos puestos ya en su contexto y con la memoria recuperada del personaje todo adquiere más valor y ese es el objetivo final.
Digo esto porque este hecho me viene sucediendo con relativa frecuencia en los últimos años, apreciando retratos, pinturas u artefactos en casas de amigos y familiares que ni ellos mismos reconocen.
Por tanto ahora caigo en que es muy cierto que la ignorancia tiene virtudes y defectos. Por un lado protege los objetos más valiosos de la rapiña pero también los condena al ostracismo de la indiferencia que en cierto modo también los protege. !Y ojo!, que no trato en ningún caso de juzgar al que los guarda, que bastante ha hecho en conservarlos en buen estado, pero entre todos deberíamos saber de dónde vienen las cosas que nos rodean pues en muchos casos estas esconden bellas historias que merecen un recuerdo.

Tal vez por eso la cajita China llegó a mis ojos y la supe reconocer y tal vez fue tío Bernardo el que la puso ahí para que solo yo la reconociera.
Bueno, si es así, gracias a Dios por tener ojos para ver y reconocer. Así que ya sabes, mira en tu casa, en la de tus padres, en la de tus abuelos y pregúntate por qué está ahí ese objeto, quien lo puso ahí y qué te cuenta. Verás que acabas siendo un arqueólogo de tu propia historia.

Las antiguas multinacionales tinerfeñas

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Si hubiera que hablar de multinacionales tinerfeñas e incluso canarias habría que precisar si estamos hablando del presente o del pasado.  Si es del presente las podremos encontrar en sectores como el de la venta de automóviles, por supuesto en el sector hotelero, que ya son unas pocas, pero también en el de los parques temáticos y alguna más de distribución de productos agrícola, particularmente plátano. Fuera de esos sectores, las empresas más boyantes son normalmente de ámbito regional o nacional a lo sumo, pero nada más allá.

Sin embargo, si hablamos del pasado, cuando no había ni coches, ni parques temáticos, ni hoteles, las Islas Canarias tenían varias multinacionales que habrían hecho palidecer a las actuales. Como no podía ser de otra forma, en los siglos pasados éstas operaban siempre dentro del sector primario, que era el único que teníamos. Concretamente en el de los vinos, un producto que nació solo para la exportación porque el mercado insular era muy limitado.

Las compañías exportadoras tenían su razón de ser en el contexto del mundo anglosajón pues fueron los que más lo propiciaron. Primero porque fueron ellos, los ingleses, escoceses e irlandeses los que iniciaron este sector y según porque su exportación iba normalmente a sus propios mercados. Dicho de otra forma, los locales pusimos la tierra, las viñas y el agua y salvo excepciones, poco más.


Antes del inicio del XVIII, los ingleses copaban las exportaciones hacia Inglaterra y muchos otros puertos de Europa, pero tras la Guerra de Sucesión Española entraron los irlandeses, que llegaron refugiándose también de la agresión que sufrían por parte de los ingleses en su propia isla. Cuando llegaron se dedicaron a lo que mejor sabían hacer que era comerciar y con un producto que ya conocían como era el vino canario y que por entonces dominaba el malvasía.  Este producto lo conocían perfectamente los comerciantes de Dublín y Waterford y eso fue suficiente para eligieran venir a nuestras islas, principalmente a Tenerife, La Palma y Gran Canaria.

A principios del siglo XVIII comenzaron a exportarlo a Inglaterra, a numerosos puertos del continente europeo, pero también lo llevaron a los Estados Unidos, fundamentalmente Filadefia, Nueva York, Charleston y Newport y a Madrás y Calcuta en la India convirtiéndose en multinacionales del comercio. ¿Habían otras empresas en España que llegaran a esas cotas de multinacionalidad?, pues me temo que muy pocas pues para ser multinacional era mucho más fácil serlo desde un archipiélago en medio del Atlántico que desde un puerto concreto de la península.

Además si tienes la suerte de poder ofrecer tus productos a todas las flotas, las mercantes y las militares, pues entonces entras en un juego mucho más divertido y de más alcance. En el siglo XVIII estaban las compañías de las Indias inglesa, francesa, holandesa y hasta la portuguesa y también las flotas mercantes americanas. Si firmabas un contrato con ellas te asegurabas poner tus productos en la otra parte del globo y eso fue lo que pasó con los vinos de Tenerife. También estaban las compañías balleneras y pesqueras en general que también se aprovisionaban aquí, por parte española la compañía de Filipinas ayudaba un poco, pero solo eso.

En cuanto a las marinas de guerra, la inglesa era la mayor capacidad de compra de su tiempo. Y con sus pedidos de miles de vinos podías ver como tus vinos podían venderse en Jamaica, la India o en Australia. Y así sucedió con los vinos de Tenerife, que de repente, entre irlandeses como exportadores y los ingleses como compradores nos llevaron en volandas por el mundo.

¿Pero cuáles eran estas empresas? ¿Cómo se llamaban? Una de las más interesantes fue la de familia Franchi de la Orotava, al norte de Tenerife, que operaba con Londres y algunos puertos europeos como Nantes, Hamburgo e Italia. Pero también exportaba vinos a Norteamérica  teniendo allí socios con quienes compartía propiedades de barcos. Duró un par de siglos pero no pudo con la competencia irlandesa que llegó en tromba.

Una estas fue la fundada por unos irlandeses de Waterford. Eran los Walsh y los Fizgerald que terminaron el siglo XVII y comenzaron el XVIII con un ritmo exportador sin parangón a caballo entre vinos Malvasías y unos blancos poco apetecibles aún. Además de exportar hacia Europa , que era su territorio, también comerciaban con las Indias españolas. Estos antiguos comerciantes sentaron las bases para el nuevo comercio del siglo XVIII y dieron paso a nuevas generaciones llegada a Tenerife a partir de 1730.

La primera y más destacada fue sin duda la de Juan Cólogan e Hijos con contratos con todas las compañías de indias europeas y con todas las flotas de guerra principalmente la británica que les aseguró ventas de miles de pipas al año. Además supo innovar y crear una nueva formulación de vinos más modernos, los Vidueños, con los que pudo competir con los todopoderosos Madeira y entrar en el mercado Norteamérica a mejores precios y calidad similar. Allí mantuvo un comercio estable hasta principios del XIX con un abanico increíble de empresas norteamericanas que haría palidecer a cualquier empresa española actual.

La siguiente carta de un Copiador de Cartas de 1783 digida a John Maxwell Nesbitt de Filadelfia se refleja en una sola página la red comercial que esta empresa tenía solo en Europa.
Nuestros agentes son:
En Londres, Cologan, Pollard & Comp.
En Amsterdam, Jacobus & Johannes VanderWalls
En Rotterdam, Richard Pillans & Company
En Ostende, Francis Bowens
En Hamburgo, Joachim C. Voigt, W. Burraves & Sons, Peter Simsent
En Dunkerke, Connelly & Sons and Arthur
En Bremen, Robert & Anthony Garvey
En L’Orient, Sr. Marais y J.J. Berard & Compagnie
At Nantes, Andrew and David Galway, August Delnymes, James and Edmund Tobin.
At Cadiz, Edward and James Gough.
At Malaga, Quilty and Comp.[1]


[1]AHPTF. AZC. Sign.122-040-R. Cop. cartas 1782-1785. Carta de Tomás Cólogan Valois a John Maxwell Nesbitt &Comp. Tenerife. 17 enero de 1783.


Algo más tarde que la anterior se estableció la compañía del escocés John Pasley y sus posteriores derivadas como Pasley, Little and Comp., que también participó de la venta no solo de Vidueños sino de los propios Madeira con contratos estables con la Marina Británica. También hubo otras empresas de menor entidad que las dos anteriores como la de los White, la de James Barry, etc. Fuera de la isla de Tenerife, y a menor escala estaba la compañía de Dionisio O’Daly, y Thomas Cullen en la isla de La Palma y la de los hermanos Russell de Gran Canaria muy conectada a las de Tenerife.

Dicho esto, es importante recalar que cuando estas multinacionales operaban en medio mundo, las grandes firmas que ahora conocemos de Jerez o el Puerto de Santa María, aún no habían nacido. Así pues muchas de estas firmas ya desaparecidas, fueron la prehistoria de la comercialización de vinos españoles en el mundo.

Ese pasado quedó postergado completamente en el olvido, pero gracias a los archivos de la compañía de Juan Cólogan e Hijos, ha llegado el momento de desvelar lo que las propias compañías nunca quisieron compartir.

Carlos Cólogan Soriano
Marzo de 2017

El Canary Wharf londinense y las Islas Canarias

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“El río” es el término que se empleaba para definir al puerto de Londres durante siglos cuando esta ciudad era el centro del comercio mundial. Como el río era y aún es sinuoso, se debió construir en una zona unos muelles artificiales más longilineos que recibiera a los grandes navíos de las Compañías que operaban con las Indias Occidentales (West Indian Docks), es decir con la América inglesa. Esta zona ganada al río y ordenada funcionó durante media centuria con los navíos de vela que exigían llegar hasta el mismo centro de la ciudad.
Habiendo quedado atrás esa época, durante las primeras décadas del siglo XX estos grandes muelles fueron arrendados por la compañía noruega Fred. Olsen & Co para la descarga de los barcos que traían fruta fresca desde muchos puntos del globo y especialmente sus plátanos de las Islas Canarias. En esas explanadas la compañía tenía en 1937 unas enormes naves donde almacenaban nuestros plátanos que luego transbordaban en trenes a otras ciudades inglesas.
El gran almacén de la empresa tenía dos plantas, la baja era para el tránsito y el piso superior para el almacenamiento. Tenía algo mas de 430 pies de largo y estaba especialmente diseñada para ser tan largo como un típico buque de 10.000 toneladas.

Durante la II Guerra Mundial la zona de los muelles fue sometida a un intenso bombardeo y gran parte de ellos quedaron inservibles además de obsoletos frente al sistema actual de contenedores en puerto justo al mar y que motivaron que la ciudad de Londres dejara de considerarse como un puerto.
Al menos esa zona quedó para la posteridad con el nombre de nuestras islas y nuestros plátanos, como también lo pudo haberlo sido una zona próxima que era la que recibía nuestros vinos durante siglos. La labor de Fred Olsen & Co. en pro de los plátanos de Canarias está algo olvidada y merecería un mayor reconocimiento.
Si algunos consideran a Venezuela la octava isla, Inglaterra o más concretamente Londres, debería ser la novena. Porque nos guste o no, la historia de nuestras islas siempre estuvo vinculada a esa urbe.
Carlos Cólogan
Extraído de: Canary Wharf: How a busy financial centre was once a thriving port taking in sugar, rum and elephants | Daily Mail Online




Diego María de Gardoqui y Tenerife

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Tal vez no le conozcas pero este vasco a quien en estos días le celebran múltiples homenajes fue el primer embajador de España en los Estados Unidos y el único español presente en la jura del cargo de George Washington como primer presidente de los Estados Unidos en 1788.
El motivo de su presencia en tan celebrado acto era agradecerle su papel como gestor de la ayuda militar y logística española durante la guerra de independencia y que el la canalizara a través de su empresa Diego Gardoqui e hijos. A su regreso a España se convirtió desde 1792 a 1796 en el ministro de Hacienda y con una nueva guerra contra Inglaterra en canarias se percibía el peligro y una nueva ruina.
El rol de España en la guerra de independencia americana es un material que poco a poco se va desvelando. Primero han sido los Gálvez, la familia malagueña más relevante en el aspecto militar y político de aquellos días, pero también están en un mismo nivel los diplomáticos y los comerciantes y Gardoqui es especialmente significativo.

Como muestra de la pobre importancia que nuestro país concede a figuras como Gardoqui solo hay que ver que simple y cortita es su biografía en Wikipedia y que animo a que alguien la desarrolle.
Sin embargo, si poco se conoce y menos se ha difundido de sus años americanos, poco o nada hay sobre sus años como ministro de hacienda de Carlos IV. Afortunadamente hay archivos de otros comerciantes, canarios en este caso, que nos dan pinceladas de sus acciones en pro de las castigadas Islas Canarias de finales del siglo XVIII.

Sucedía en 1796 cuando las islas vivían cercadas por barcos ingleses que nos robaban los suministros, sobre todo de cereales americanos y que también minaban nuestras exportaciones de vinos, por tanto se hacía necesario tomar medidas alternativas.
Así fue como Diego de Gardoqui a través de Tomas Cólogan amigo suyo y agente del Banco de San Carlos, permitió que se sacarán del las Islas caudales (para sacar dinero había que recibir autorización expresa del gobierno) para financiar compras excepcionales de cereales en Mogador en la costa africana.
La relación entre estos dos comerciantes ambos muy vinculados con los Estados Unidos favoreció que las Islas sortearán situaciones complejas de desabastecimiento y hambruna y es que Gardoqui, siempre surge en los archivos prestando este tipo soluciones y que no son más que los habituales recursos que los empresarios expertos empleaban en sus propios negocios.
Así pues empresarios vascos y canarios resolviendo situaciones dramáticas de las que seguramente los canarios nada supieron.
¿Podemos decir que los empresarios ganaron dinero con ello? Pues seguro, pero también que se consiguió resolver el problema.
Nota: La carta que acompaña estas líneas es de 1791, Diego María de Gardoqui recibía la condecoración como caballero de la orden de Carlos III y en octubre recibía la felicitación desde Tenerife de Tomás Cólogan. Mui Señor mío: Correspondo a su carta de Vuestra Merced de 19 de este mes agradecido a la atenta enhorabuena que le merezco por el honor que me ha dispensado la piedad del Rey, y quedo tan reconocido a Vuestra Merced como deseoso de que Nuestro Señor dé a Vuestra Merced muchos años. San Lorenzo y Octubre 22 de 1791[1]



[1]AHPTF. AZC. Corr. 996/25. Carta de Diego María de Gardoqui a Tomás Cologan Valois. San Lorenzo. 22 de octubre de 1791.

La mirada de Cólogan de su China a la nuestra

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Por Eugenio Bregolat Obiols
Embajador de España en China [1986-1991, 1999-2003 y 2011-2013]


Una parte significativa de mis doce años en China la pasé en el despacho de la Embajada de España en Pekín, Sanlitun Lu,9. Allí recibía incontables visitas, de chinos y españoles mayormente, despachaba con mis colaboradores y meditaba, intentando comprender el país que veía a través de los ventanales, en proceso de cambio galopante que ha transformado el orden mundial, en lo económico y lo geopolítico en pocas décadas. Gracias a la sin igual fortuna de servir tres veces como embajador de España en la República Popular China, entre 1987 y 2013, he podido seguir el espectáculo del cambio de este país, y como consecuencia del mundo entero, desde la primera fila. Me contemplaban, a su vez, desde las viejas fotografías en blanco y negro, ya un tanto descoloridas, colgadas en las paredes de mi despacho, algunos de mis antecesores: José Heriberto García de Quevedo, nacido en la entonces española Venezuela, el decano del
grupo, que fue Ministro en Pekín de 1868 a 1869 - acompañado en su viaje a China por el joven tercer secretario Bernardo Cólogan; mi paisano Eduardo Toda Güell, el restaurador del Monasterio de Poblet, cónsul en Shanghái de 1976 a 1982; Luis Pastor de Mora, ministro en Pekín, de 1910 a 1921, donde falleció ese último año; Justo Garrido Cisneros, ministro entre 1924 y 1936, que regaló a la Embajada los grandes leones de piedra que aun custodian su entrada en la actualidad (conocidos como “los leones de Cólogan” porque, según una leyenda apócrifa, habrían sido regalo del Gobierno chino a nuestro ministro en reconocimiento a su labor negociadora al concluir el cerco del barrio diplomático por los bóxers - si es que el regalo existió, puede que fueran otros leones, hoy desaparecidos). Presidía el conjunto un magnífico retrato al óleo del propio Bernardo Jacinto de Cólogan y Cólogan, pintado por el danés Christian Franzen en 1916. Muchas veces me he detenido a contemplarlo, a veces recogiéndome ante él por largo rato, mirándolo con arrobo, invocando su experiencia y su consejo. “Qué me sugieres,qué debo hacer?” - he preguntado en ocasiones a aquel antecesor mío que había jugado un papel destacado en un momento singularmente delicado de la historia de China y de sus relaciones con la comunidad internacional. El reconocimiento de las potencias a Cólogan lo atestigua un pecho cubierto de condecoraciones: Gran Cruz del Mérito Militar con Distintivo Blanco, Gran Cruz de Isabel la Católica, Cruz de Gran Oficial de la Legión de Honor de Francia, Gran Cruz de la Orden de Cristo de Portugal, Gran Cruz de la Orden del Aguila Roja de Prusia, Gran Cruz de la Orden de Santa Ana de Rusia, Gran Cruz de Primera Clase de la Orden del Doble Dragón de China, Gran Cruz de la Orden de la Estrella Polar de Suecia, Gran Cruz de la Orden de Leopoldo II de Bélgica, Gran Cruz de la Orden del Salvador de Grecia.
Me llamó siempre poderosamente la atención la mirada de Cólogan en el retrato. Me preguntaba yo como había tenido que afectarle el cruel momento que, en calidad de profesional de la diplomacia española, le tocó vivir desde la legación de España en Pekín: el desplome de lo que quedaba del Imperio en la guerra con Estados Unidos. Por el Tratado de París de 1898 se perdieron Cuba y Puerto Rico, así como las colonias asiáticas, Filipinas y Guam (al adquirirlas Estados Unidos se convirtió en potencia asiática, condición que retiene desde la isla Guam). En los grandes ojos azules de Cólogan leía yo el coraje sereno y la dignidad incólume ante el destino adverso. España abandonaba el escenario de las potencias mundial
es, tras dos siglos y medio de grandeza y otros tantos de decadencia. Si tuviera que poner una frase al pie del retrato de Cólogan, sería “Honra sin barcos”, punto final de la singladura imperial de España, la vieja gran potencia que lo había sido todo ya no era nada. Sólo cabía aceptar el destino con dignidad y resignación. El ocaso de España rimaba con el infortunio personal: un año antes de ser pintado el retrato, en 1916, Cólogan, en el más amargo trance que sea dado a un padre, enterraba a su hijo Bernardo, diplomático como él, muerto en la flor de la edad.
Tras más de mes y medio de navegación, cuando el tiempo discurría a cámara lenta, llegó Bernardo Cólogan como ministro plenipotenciario de España en septiembre de 1895 a China, donde permaneció hasta 1901. El Pekín que recibió a Cólogan contaba aun con sus viejas murallas, atravesadas por puertas sobre las que se alzaban torres para su defensa, de varios pisos y brillante arquitectura y colorido. El conjunto daba a la capital china una personalidad urbanística única, perdida cuando Mao demolió las murallas para abrir espacios al tráfico rodado, cosa que algunos nostálgicos del viejo Pekín, con sus recuas de camellos del Gobi cruzando las puertas o las aves anidando en los curvos tejados de las torres, consideran uno de sus mayores desafueros. El antiguo esplendor se veía sumergido, en la capital imperial, al llegar Cólogan, por la miseria, la suciedad y el abandono. Era la China sometida en régimen cuasi-colonial a las potencias foráneas, desposeída de la soberanía sobre partes de su territorio, las concesiones extranjeras. La marca infamante en la frente de China. Epítome del “siglo de humillación”, el famoso cartel de un jardín de Shanghái: “Ni chinos, ni perros”.
China vivía, como España, un período crepuscular de su historia. Son curiosas ciertos paralelismos en nuestros tiempos históricos: la China Ming y la España de los Habsburgos mayores eran las grandes potencias mundiales en el siglo XVI - y vecinas por nuestra presencia en Filipinas. El siglo siguiente ambos imperios inician su decadencia. El siglo XVIII tanto China como España pierden el tren de la Revolución Industrial, viéndose reducida a potencias periféricas a merced de las nuevas potencias industrializadas. La imagen de los barcos de madera chino
s hundidos por los navíos de acero ingleses en la Primera Guerra del Opio (1840) es fiel trasunto del descalabro de la vieja flota española, la descendiente de las carabelas colombinas, a manos de la moderna marina de guerra norteamericana en Santiago de Cuba y Cavite, en 1898. Al “Noventayocho”, momento álgido de nuestra decadencia, corresponde la ocupación de Pekín por las tropas extranjeras, el año 1900. Las respectivas crisis tocan fondo con sendas guerras civiles en la primera mitad del siglo XX. Y tanto España como China renacen de sus cenizas en las últimas décadas del pasado siglo.
A Cólogan le tocó vivir en Pekín el estallido contra la dominación extranjera que supuso la “Guerra de los Bóxers”. Su condición de Decano del Cuerpo Diplomático acreditado en la capital china le permitió dirigir las negociaciones de las potencias extranjeras con el Imperio Celeste, representado por el Príncipe Ching y el viejo mandarín Li Hung-Chang, una vez levantado el cerco del barrio de las Legaciones. Y con éstos y sus colegas de la Alianza de las Ocho Naciones estampó su firma, el 7 de septiembre de 1901, en el Protocolo de Paz y Amistad conocido como “Protocolo Bóxer”, que puso fin a la intervención de la fuerza internacional. El acto de la firma, que tuvo lugar en la legación de España, quedó recogido en una magnífica fotografía incluida en el presente libro. El reconocimiento a la labor negociadora de Cólogan queda patente en la amplia concesión de condecoraciones del mayor rango, más arriba enumeradas, que lucen el pecho de Cólogan en el óleo pintado por Franzen.
Me detenía con especial motivo ante el retrato de Cólogan durante los sucesos de Tiananmen, en la primavera de 1989. Detentaba yo entonces, como embajador de España, la presidencia rotatoria de la que a la sazón se llamaba Comunidad Económica Europea. Fueron cincuenta y un días, entre el 15 de abril [fecha de la muerte del ex Secretario General del PCCh, Hu Yaobang, que desencadenó la protesta estudiantil] y el 4 de junio [en que el ejército la reprimió]. Hubo conatos xenófobos, como disparos de las tropas contra un edificio de viviendas del barrio diplomático de Jangomenguai [resultó alcanzado el apartamento de una funcionaria de nuestra Embajada], o el cierre del acceso al mismo complejo por unas horas, que hicieron que algunos recordaran los sucesos del año 1900. La semejanza fue superficial, ya que los “51 días en Pekín” de 1989 se cerraron sin mayores consecuencias para la comunidad extranjera residente en China.
La película “55 días en Pekín”, filmada en Las Rozas, en las afueras de Madrid, está cuajada de ilustres nombres de Hollywood: Charlon Heston, Ava Gardner, David Niven, Nicholas Ray, Samuel Bronston. A Cólogan, que en la película lleva el nombre de Antonio de Guzmán, lo encarna Alfredo Mayo. Es un papel sin diálogo y muy corto. El papel principal entre los diplomáticos se concede al ministro inglés. Sin embargo, aunque España no aportara tropas a la fuerza internacional, Cólogan, en su calidad de Decano del Cuerpo Diplomático, dirigió, como se dijo más arriba, la negociación entre las potencias extranjeras y la parte china, amén de jugar un valeroso papel en la defensa del barrio diplomático y hasta componer un “Vals de los Bóxers”, que es imperdonable no incluyera la banda sonora de la película. La historia, ya se sabe, la escriben los vencedores, y la historiografía anglosajona, con Hollywood como su más influyente exponente en nuestro tiempo, ha tendido, en general, a ignorar o menospreciar al que fuera durante siglos el enemigo principal de Inglaterra.
El “siglo de humillación” de China,que se extendió desde la Primera Guerra del Opio, en 1840, hasta la Revolución Comunista, en 1949, quedó grabado a fuego en la memoria colectiva del pueblo chino. El poeta Paul Valéry reflexionó así sobre este fenómeno: “Nada más difícil de comprender para los europeos que la moderación en el uso del poder (flota, pólvora, cañones). Nosotros poseemos en el más alto grado el sentido del abuso, no concebimos que no se saquen las consecuencias más excesivas de esos inventos, hasta apurar sus efectos. Hacer a los demás lo que no quisiéramos que nos hagan a nosotros. No hay ninguna duda de que nosotros veremos volver de las antípodas las consecuencias de la sacudida que se ha dado a la enorme masa de Oriente... No sabemos qué pasará, que perturbaciones generales deberán producirse, que transformaciones internas de Europa, ni hacia que forma de equilibrio el mundo evolucionará en la próxima era”. ¿Cuál será el efecto del “siglo de humillación” sobre la forma en que la renacida China va a ejercer su poder en el mundo? Cómo la generación china actual y las futuras digieran el trauma colonial será una variable decisiva para la paz en el mundo en el presente siglo. China ha de encontrar un punto de equilibrio entre, por una parte, el logro de las capacidades militares necesarias para defenderse y estar en situación de poder evitar otra humillación en el futuro y, por otra, asegurar que las nuevas generaciones se reconcilien con su pasado, evitando el resentimiento y el afán de venganza. “La salud de un pueblo -escribió Nieztsche- depende de su capacidad para poner límites a la memoria del pasado”. La paz en el mundo es una pieza esencial tanto del “nuevo concepto de relación entre grandes potencias” como del “sueño chino” postulados por Xi Jinping. Sobre esta base, dos grandes aportaciones de China a la causa de la paz en el mundo pueden ser la reconciliación con su pasado y su tradición milenaria de política exterior no agresiva de raíz confuciana, basada en el “poder humano” y no en el “poder hegemónico”. “El benevolente - escribió Mencio - no tiene enemigos”. No hay mejor forma de que China pueda demostrar la grandeza de su civilización.
Carlos Cólogan Soriano, movido por la legítima pasión de recuperar la historia familiar, ha dedicado muchas horas, fina inteligencia y buena mano a escribirla. Al Embajador Bernardo Jacinto de Cólogan y Cólogan, hermano de su bisabuelo, al que ya dedicó unas páginas en su anterior obra “Los Cólogan de Irlanda y Tenerife”, consagra la presente. Ha tenido la suerte de encontrar en el archivo familiar un verdadero tesoro de textos, fotografías y hasta la partitura del “Vals de los Bóxers”. Nos une a Carlos Cólogan y a mi la devoción por la figura señera de Bernardo Cólogan, su antepasado y mi antecesor como Embajador en Pekín. Sólo me resta felicitar a Carlos por las diversas obras históricas que ha escrito sobre su familia, enraizada en esa españolísima tierra de Canarias, y alentarle a que siga excavando en el archivo familiar en busca de nuevas sorpresas.

Las dos caras del grabado

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Cada vez que entraba en aquella casa miraba un colorido grabado con curiosidad. De este me preocupaba la humedad, que había hecho estragos, y su enmarcado, bastante malo, amenazando su ya larga vida.
Al pie de la lámina se leía que había sido pintado por Dominic Serres y grabado por luego por Canot. Sin más detalles.
Mostraba el ataque inglés a La Habana de 1762 que acabó con la victoria de éstos. Embarcados en los navíos iba este Serres, que pintó 11 láminas desde diversos ángulos para luego, en Londres, grabarlo y distribuirlas por toda Europa. La serie se llamo "The Capture of Havana, 1762: The Morro Castle and the Boom Defence Before the Attack".

En realidad el encargo fue hecho por la familia del general George Keppel que tenía a varios de sus familiares embarcados en aquel ataque. De las 11 láminas, se grabaron 9 por P.C. Canot.
Los muy británicos quisieron restregarnos por la cara su, por entonces, más importante captura hecha al imperio español en las Américas. No sabría decir cuántas de éstas se enviaron a medio mundo, pero los grabados se utilizaron para divulgar el evento como si de un periódico de tirada mundial se tratara.
Un par de años después, entre 1765-1770, mi antepasado Juan Cologan Blanco encargó un juego de estas láminas a su amigo Robert Jones de Londres, en esos años co-director de la East India Company. Los grabados fueron embarcados en el bergantín Scipio, del capitán Samuel Kirkman, que los trajo hasta el Puerto de la Cruz.
Tras un par de siglos almacenados en casa de Juan, la casa pasó a mi abuela. Debió ser ella la autora de un nuevo enmarcado, allá por 1927, cuando se casó y amuebló la casa. Tras su fallecimiento, hace ya más de 15 años, este grabado acabó en casa de una muy querida tía mía donde lo veo a diario.
Animado por la historia le propuse: desmontarlo, limpiarlo y re-enmarcarlo, para que sobreviviera unos 100 años más y mi tía, que me conoce y me quiere bien, me dijo, "llévatelo y haz lo que consideres".
Hace unas semanas lo puse en la mesa de mi cocina y con paciencia le quite los oxidados clavitos y retiré la madera de atrás. Tenía mucho polvo y óxido acumulado en décadas, pero se conservaba bien. Sin embargo el regalo no fue acceder al grabado sino ver el secreto que este guardaba detrás.
Era el conocido grabado de la casa Franchi de la Orotava de C. de Freudenberg, de la misma época, que alguien pegó seguramente para darle más rigidez al grabado y a falta de un pergamino mejor, vete tú a saber ....
Lo cierto es que el grabado refleja dos realidades, la mundial, en plena guerra y la local, no menos relevante para nuestra pequeña historia. Así pues he decidido enmarcarlo nuevamente, con doble marco y dos cristales, para que el grabado muestre un siglo más "las dos realidades".
Por cierto, nunca desprecies lo que cuelga de una pared. Si alguien decidió ponerlo ahí debió ser por un motivo. La cuestión es saber cuál fue.

TAMESIS - TENERIFE - LAS ANTÍPODAS. 1787

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TAMESIS - TENERIFE - LAS ANTÍPODAS. 1787
Amargado de tanta niebla y frío Manuel desató varias de las amarras del Scipio deseando largarse ya de Londres. Pese a que discurría el mes de mayo el clima no mejoraba y eso para un canario era una tortura.
Con las manos agrietadas tiraba de los cordajes y las palmas le sangraban como nunca y maldecía aquella ciudad a donde juro no volver nunca más.
Manuel cargaba los últimos fardos de tela y solo le quedaba por subir unos 200 aros metálicos para pipas, 1500 para hogsheads y 500 para barrels asunto que resolvería en menos de una hora. Tras eso, solo quedaba pagar al práctico y salir del atestado río que más bien parecía una acequia pestilente repleta de navíos.
- !Bruummmm!, !brummm!
El ruido de los grandes velámenes sacudiéndose y de la madera ajustándose y restallando le hizo salir de su recogimiento. Giró la cabeza y vio el desfile de navíos que llenaban el Támesis tapando completamente la rivera sur. Uno tras otro contó hasta once navíos de gran porte pasando a la altura de Allhalows Stairs (próximo al actual London bridge) donde se encontraba apostado su bergantín.
Eran el Sirius, Supply, Alexander, Charlotte, Friendship, Lady Penrhyn, Prince of Wales, Scarborough, Golden Grove, Fishburn y Borrowdale partiendo hacia los remotos confines del mundo, concretamente a Botany Bay. Claro que eso solo lo sabían unos pocos y él.
Al paso del Scarborough reconoció en su cubierta al teniente Andrew Miller a quien dos días antes le había entregado las cartas de recomendación para cargar los vinos en Tenerife. No tenía buena cara pero pese a todo le devolvió el saludo.
El Scipio saldría solo unas horas más tarde cuando las autoridades navales considerarán que aquella expedición navegaba ya en mar abierto y completamente asegurada.
Al paso de los navíos oyó los gritos desde el interior de las naves. En ese instante recordó los llantos y los lamentos de quienes habían subido a bordo dos días atrás. Eran presos, casi todos enflaquecidos y debilitados en las cárceles británicas a los que no se les había dado más opción que viajar a las antípodas del mundo occidental. Había de todo, hombres, mujeres y algunos niños hijos de presidiarios. No se les había dado opción, o poblar forzadamente New Zealand (Australia) o una muerte segura en prisión.
Sin embargo Manuel caviló que el si que volvería a su isla, a su añorado Valle de la Orotava y le contaría a sus amigos lo que había presenciado en aquella inmensa ciudad. De hecho ya tenía un plan para que el capitán del Charlotte pillara los vinos de su amigo Juan Alejandro que distribuía los vinos de la finca en la que trabajaba. Si todo iba bien la hacienda de la Gorvorana podría llevarse una buena tajada con aquella gran expedición.
- !Arreen que nos vamos!
El capitán Samuel Kirkman saltó abordo y dio la orden de partida alegrando a Manuel que olvidó al instante que de sus manos manaban sangre. Su mente ya no estaba allí y sopesó que lo mismo podrían llegar antes a la isla que aquellos enormes once navíos y si eso ocurría el negocio podría ser aún mayor.

LA MÁQUINA DE BOMBEO LONDINENSE Y SU SORPRENDENTE DESCRIPCIÓN

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Pocas veces me veo sorprendido en mi trabajo de investigación con relatos científicos que poco o nada algo que nada tiene que ver con el comercio, pero sin embargo, en esta ocasión lo haré por lo singular del caso. En alguna ocasión he comentado que nuestros comerciantes eran personas muy bien formadas. Esto no solo lo acredita el hecho de que hablaran varios idiomas o que se codearan en ambientes distinguidos, pues también hay otros parámetros más rotundos como es la infinita curiosidad por querer aprender.
La carta que me muestra este aspecto es una carta escrita por el joven Juan Cólogan Valois de 31 años desde Londres y dirigida seguramente a sus hermanos que hacen una copia para Bernardo de Ascanio y Llarena en Tenerife. En ella describe el funcionamiento de una máquina de bombeo que al parecer nunca antes había visto. Transcribo la carta en su totalidad porque es digna del mismísimo Agustín de Betencourt.
Copia de Carta escrita a Don Bernardo Ascanio de Llarena por Juan Cólogan fechada en Londres a 20 de noviembre 1777.
A su tiempo recibí la mui favorecida de Vuestra Merced la que no he respondido antes, no aviendo podido conseguir toda inteligencia en punto de Bomba. El Cura de Campaña que avia inventado la máquina para sacar agua o arrojarla a 110 o 120 pies, nunca la pudo poner en operación. Es hombre de ingenio; pero no atendió bastante a lo práctico, no haciéndose cargo de los [fistements]. Por la nota al pie de esta hallará una explicación de una Bomba para sacar agua de 120 de hondo que solamente remito para su curiosidad y para probarle que he echo las diligencias para executar la Comisión de Vuestra Merced. Para ello he consultado los mexores mecanistas y he visto una Bomba como lo explica la Nota y diferentes se han embiado a Parages distantes en donde se fixaron con la sola explicación remitida de París.

Las bombas para apagar el fuego arrojan el agua a más de 120 pies de alto y con mucha violencia, pero para eso se necesita la fuerza de diferentes hombres sin contar la asistencia de otros en suplirla con agua en Cántaros. En todas las Calles de esta Capital ay carros que conducen el agua del Río a todas las casas y en diferentes partes de ellas, solo pagando una Bagatela al año. En las paredes está puesto el pasage o distancia donde están los Caños los que se abren quando ay fuego y de allí se suplen las Bombas. La Máquina para levantar el agua del Río Tamesis para distribuirla en las Calles, es mui grande, complicada y curiosa. El primer Motor o Fuerza para el movimiento de las ruedas, es el horno de carbón de tierra, lo que parece increíble. Ay mucha Madera, Charpente; (esta Máquina querían quemar los insurgentes en Junio 1780).
Lo más extraordinario que ay aquí es una Casa de nueva invención, la que está fabricada de modo que si en alguno de los Cuartos se le pega fuego solamente lo que se halla en el Cuarto y se consume sin detrimento alguno de la Casa ni de lo que se halla en los demás Cuartos. El Cavallero Inventor hiso fabricar una Casa para el caso y el Cuarto a donde se pegó fuego estaba lleno de cosas combustibles las que se quemaron todas y él mui fresco en el Cuarto de encima con otras personas, mientras las llamas salían por las ventanas en el Cuarto inferior. La Casa se puede fabricar de este modo por el aumento de 5 a 10 por ciento. Un famoso Architecto ha venido últimamente de Francia de mando del Rei y le encontré a mi venida a esta en el Camino de París de Calais para averiguar este fenómeno y el inventor le ha prometido su secreto. No he sabido hasta ahora la opinión o parecer del Architecto.
Costo de la una Bomba para sacar agua de un Poso de 120 Pies de Hondo; La Porción de agua que ha de dar; y la fuerza necesaria para ello.
Un Cuerpo de Bomba de 4 ½ Pulgadas de diámetro cuio Pistón hace 8 a 9 Pulgadas de movimiento da a cada golpe o esfuerzo 3 Pintas de agua o levanta un baso de [618] a razón de 9 Pulgadas. Siendo así la columna de 120 Pies para a razón de su Basa 960 […] Es preciso hacer cuenta de una Quarta o Quinta partes por razón del frotemento y rosadura, acción de tocarse una cosa con otra, entonces se necesitará una fuerza de 1200 poco más o menos, sin contar el peso de la Vara o Verga del Pistón. Se puede reducir esa fuerza a mucho menos de la mitad, poniendo dicho cuerpo de Bomba hacia el medio de lo alto y entonces las Vergas harían equilibrio y las Columnas de agua teniendo menos alto, tendrán menos peso y fatigarían menos los caños. En este caso un hombre teniendo que vencer un peso de fuerza de 500 a 600 … daría a lo menos una Pinta de agua por segundo lo que haría 3600 Pintas por ora.
Los dos Cuerpos de Bomba para producir este efecto costarían 300 Pesos Corrientes a razón de 5 pesos de plata la Libra. Los Caños de aspiración y de Foulage echos de cobre batido costarían otro tanto a razón de 4 pesos de plata la libra. Todos los movimientos y Vergas de los Pistones a 2 R. de Plata la Libra irían a 200 Pesos. Los Maderos se pueden construir en el mismo parage por un modelo que se embiaría.[1] Adjunto a continuación la primera página del Texto referido.




[1]AHPTF. AZC. Corr. 733/01. Copia de carta de Juan Cólogan Valois a Bernardo de Ascanio y Llarena. Londres. 20 de diciembre de 1777.

LA ISLA DE TENERIFE Y LOS COMERCIANTES DEL JEREZ

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Si se ha de mencionar el puerto de Europa con más vinculación con Tenerife no podrá ser otro sino Cádiz. El AZC atesora miles de cartas con el puerto gaditano, que no se interrumpen en ningún momento. Esto no deja de ser singular por la importancia que mantuvo Cádiz en el comercio del siglo XVIII pero a esta obviedad se une el hecho de que en Cádiz, Jerez, San Lucar de Barrameda o el Puerto de Santa María recalaron numerosos miembros de familias británicas para establecerse precisamente por ese boyante comercio. Muchas de estas, al igual que las de Tenerife, se enriquecieron con el comercio en general, pero particularmente el del vino. A diferencia nuestra, las bodegas gaditanas supieron mantenerse y crecer en el siglo XIX mientras que las canarias desaparecieron. Pero, cuidado, eso no significa que las casas de vinos de las islas no tuvieran en aquellos años idéntica importancia que las gaditanas. Por lo que se aprecia en el archivo, las casas de comercio tinerfeñas, ya mantenían una red comercial internacional mucho antes incluso que las nuevas bodegas gaditanas que arraigaron a finales del siglo XVIII.
Todos reconocemos en el presente a las grandes bodegas andaluzas que destacan por su solera y su prestigio. La provincia de Cádiz particularmente, es una de esas zonas que atesora un abanico de empresas de éxito que han prosperado alrededor del Jerez, perdurando y prestigiando con ello a su región. En las Islas Canarias, y en particular en Tenerife, se tiende a pensar que aquellas empresas peninsulares fueron ajenas a las nuestras y sin ninguna vinculación con nosotros, pero lo cierto es que esto no es así ni mucho menos, con sólo echar un somero vistazo al archivo.
Es verdaderamente providencial localizar a casi todos los fundadores de esas bodegas andaluzas en estrecho contacto con Tenerife, como por ejemplo la casa Domecq, fundada en 1730 por Pedro Domecq, es de las más prolíficas en cuanto a cartas, sino la que más, también las hay de las bodegas Osborne, fundadas por Thomas Osborne Mann en 1772, a las bodegas Garvey, fundada en 1780 por William Garvey, bodegas Duff Gordon & Co., fundada por James Duff y su sobrino y socio William Gordon en 1788, a las bodegas Terry, fundadas por Santiago José de Terry y Buset, o las bodegas Sandeman, fundada por George Sandeman en 1790.
Por empezar por las más abundantes, sólo en el intervalo entre 1781 y 1793 se localizan más de 1.093 cartas sólo con Pedro Domecq, originalmente Pierre Domecq, que darían para un larguísimo estudio. El origen de la relación se encuentra en los hermanos Gough, pero lo más interesante es que durante muchos años Pedro Domecq no fue un comerciante de vinos sino de todo tipo de productos, desde mantequilla a cacao o damasco y un largo etc. También actúa como un excelente informador de lo que sucede en Cádiz desde donde opera. Si bien la historia coloca a Pedro Domecq Lembeye hijo como el primero de sus apellidos en España, y como el fundador, este bien podría ser su abuelo.
Otra de las casas de comercio jerezanas localizadas en el archivo era la compañía de los hermanos Roberto y Antonio Garvey. Estos hermanos, de ascendencia irlandesa, eran sobrinos de Christopher Garvey un refugiado jacobita establecido en la ciudad francesa de Ruan [Rouen]. Estos doshermanos establecen entre 1782 su primera casa de comercio en esa ciudad francesa en la cual mantenían estrecho contacto con Juan Cólogan Valois, por entonces en París, y, en 1991, se desplazan a Jerez donde fundan una nueva firma que denominan Alliez, Garvey & Comp. Desde allí notificaron la creación de la nueva empresa a Juan Cólogan e Hijos que respondieron con la habitual cortesía entre irlandeses exiliados.
Sres. Alliez, Garvey y Compañía
Puerto de La Orotava de Tenerife a 26 de Mayo de 1792
Mui Señores míos: Emos rezivido la de Vuestras Mercedes muy grata con fecha de 1º de este Año participándonos del establecimiento de la Sociedad, y les deseamos los mayores aumentos y satisfacción habiendo tomado notas de sus respectivas firmas, a las que hazemos todo el honor, que se les debe en las ocasiones que ocurran. Nosotros tenemos igualmente acopio crecido de Vinos de esta Isla,  y este año los precios están bastante crecidos; los Vinos secos corren de £11 a 15 libras esterlinas la Pipa de 23 galones Yngleses y la Malvasía de £30 a 55 libras esterlinas. Si acaso les viniese a Vuestras Mercedes a la mano el recomendar esta Casa, cuenten Vuestras Mercedes que desempeñaremos con integridad y Conocimiento las Comisiones que se nos confiases. Manden Vuestras Mercedes en quanto juzgen podamos complacerles y quedamos sus mas Atentos Servidores...[1]
De las bodegas Duff, las primeras cartas son de 1789 remitidas por James Duff [1734-1815] y más tarde por su hermano Nicolás. James Duff había nacido en Ayr, condado de Escocia. En 1768 fundó un negocio de exportación de vinos con base en el Puerto de Santa María y Jerez. Las cartas son pues anteriores a su nombramiento, en 1791, como cónsul inglés en Cádiz, cargo en el que estuvo durante 25 años hasta su fallecimiento en 1815. With your kind favor 26th ultimo we received the letter you was pleased to inclose from The consul General at Madrid W. Merry for captain Samuel Kirkman, to who we handed immediately and is now at liberty, we now of the indulto by way at Coruña and it was not no favourable, as the Minister of State related, having been condemned to [..] law charges. Mres Cologan and we do esteem your kind expressions which we retaliate and remain with constants regards and esteem.[2]
Conectado con James Duff, se extrae también en el AZC una carta, de 1773, con el escocés James Arthur Gordon Smythe [1759-1824]. James llegó a Jerez en 1754 huyendo de su patria a causa de las persecuciones religiosas y políticas desencadenadas tras la batalla de Culloden entre los partidarios de los Estuardo y los Tudor. Los Gordon, por católicos y estuardistas, eran víctimas en su país de ambos bandos. Nacido en Beldorney, Aberdeen, en 1729, se refugió en Cádiz con sólo 25 años, casandose, al poco tiempo, con Rosario Morrow, de cuyo matrimonio sólo hubo un hijo, muerto en la infancia. Dedicado a negocios diversos de exportación e importación, con halagüeña fortuna, pronto los abandonó para dedicarse por entero al de vinos, adquiriendo en principio pequeñas bodegas de Jerez hasta edificar en 1787 las suyas propias, amplísimas, en la plaza de las Atarazanas, anexionándole un espacioso edificio para casa habitación. Arthur Gordon dio nuevo rumbo al comercio de vinos, introduciendo innovaciones científicas y prácticas no sólo en los sistemas de elaboración y crianza de los vinos de Jerez, sino en el de la exportación, creando una amplia red de agentes y distribuidores que pronto convirtieron su firma en una de las más potentes.Dado que James Duff no se casó, su sobrino William Gordon mantuvo socidad con su tío bajo la denominación Duff Gordon & Co.Hay que aclarar que este sobrino cambió su apellido para llamarse William Duff Gordon y fue parlamentario británico, representando a Worcester desde 1807. Se casó en 1810 con Caroline Cornwall. Por acabar con esta conexión es importante reseñar que en la sociedad Duff Gordon & Co. trabajaba como apoderado Juan Nicolás Bohl de Faber, cuya hija se casará con Thomas Osborne Mann, fundador en 1772 de la casa Osborne.
El 16 de febrero de 1773, Arthur Gordon escribe a Juan Cólogan e Hijos solicintando vinos.I want a quarter cask of sack or Canary of a very best kind, such as you sent by last occasion by my request for London, which you please send by last occasion to London to Lord Viscount Lisbourne at the Admiralty…[3]
Otra de las familias gaditanas más reconocibles en el mundo del vino eran los hermanos Dominick o Domingo Terry Stacpoole [Limerick 1714–Cádiz, 1784] y su hermano Guillermo. Eran hijos de Ignatius Terry de Dublín. En 1769 ambos hijos ya residían en España e Ignatius mantenía contacto con Juan Cólogan eamiento  Hijos. Cuando ambos hermanos se trasladaron a España, Domingo pasó a residir en Cádiz y fundó la compñái Domingo Terry & Co. Guillermo por el contrario residió en Málaga y fundó la empresa Guillermo Terry & Co. Domingo, de quien me ocupo se casó con Elena Macamara. La relación de Guillermo con Tenerife data de 1768, en donde se aprecia una gran amistad con Juan Cólogan Blanco. By orders of your Son Mr. Dominick Terry of Cadiz, we remit you by this vessel the Trial of Waterford, captain John Byrn, one Quarter Cask of our best Malmsey Wine and two Philtering Stones as per for inclosed bill of lading.[4]
La constante de todas estas cartas, es casi siempre el comercio de vinos pero con un par de matices. Los comerciantes canarios como los Cólogan se presentan como expertos comerciantes de vinos y casi todos estos jóvenes miembros de de familias irlandesas y escocesa asentados en Cádiz acuden a ellos para presentarse o bien para usar de sus relaciones, contactos o simplemente navíos para mantener el contacto con su patria natal. Desde luego la relación entre los comerciantes de vinos irlandeses de Cádiz y Tenerife era intima en todas las décadas del XVIII y denotan relaciones inter familiares muy fuertes. También y esto es motivo de orgullo para los tinerfeños, la anticipación temporal de las casas de comercio de vinos tinerfeños sobre las gaditanas es simplemente evidente. Sin embargo, y como es de sobra conocido, las casas gaditanas como los Gordon, Terry, Domecq, Duff, Garvey y Osborne tomarán el relevo en los inicios del XIX hasta nuestros días mientras que las tinerfeñas desaparecerán de los mercados.[5]
Otra de las casas de comercio más destacadas ya no sólo de Cádiz sino en Portugal es la compañía George Sandeman & Co. fundada en 1790 por el escocés nacido en Peth, George Sandeman [1765-1841]. Como los anteriores se estableció en la península ibérica con un préstamo recibido de su padre y comenzó el negocio de exportación de Sherry y Oportos. En 1792 contacta con Juan Cólogan e Hijospara colaborar en la distribución de los vinos tinerfeños[6]. En 1795 ya tenía en abiertas sus oficinas en Cádiz y en 1805 alquilará las oficinas de Swithin’s Lane en Londres donde antes tenía su sede Cologan, Pollard & Cooper. En 1815 será el agente londinense de James Duff en Londres y sobre la empresa y su larga trayectoria sobran los comentarios pues la misma sigue actualmente en funcionamiento y sólo abandonó la sede Londinense en 1969.


[1]AHPTF. AZC. Sig 125. Cop. cartas feb. 1790 a oct. 1792. Carta de Juan Cólogan e Hijos a Alliez, Garvey & Comp. en Jerez. 26 mayo de 1792.
[2]AHPTF. AZC. Sig 114. Cop. cartas 1736-1741 y 1789-1790. Carta de Juan Cólogan e Hijos a James Duff en Cádiz. 20 de julio de 1789.
[3]AHPTF. AZC. Corr. 684/10. Carta de Arthur Gordon a Juan Cólogan e Hijos. Cádiz. 16 de febrero de 1773.
[4]AHPTF. AZC. Sig 119. Cop. cartas de 1763-1771. Carta de Juan Cólogan e Hijos a Ignatius Terry. Tenerife. 24 de abril de 1769.
[5]AHPTF. AZC. Corr. 656/58. Carta de Dominick Terry a Juan Cólogan e Hijos. Cádiz. 5 de julio de 1769.
[6]AHPTF. AZC. Corr. 1032/43. Carta de George Michael Sandeman a Juan Cólogan e Hijos. Londres. 24 de enero de 1792.

LAS MARCAS MAS ANTIGUAS DE ESPAÑA. ¿ERAN TAL VEZ LAS TINERFEÑAS?

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En un artículo publicado en una revista española TIEMPO se preguntaba cual era la marca española más antigua de España. Ahora cuando todos damos por hecho que las marcas comerciales son uno de los principales activos de las empresas y más en esta época de redes sociales donde el bombardeo publicitario está generalizado cabe preguntarse cuando empezó todo. Las empresas tecnológicas de gran consumo protegen sus nombres y su imagen como si les fuera la vida en ello pues son básicamente sus credenciales y tarjeta de presentación ante sus clientes. Y si cae la marca, cae el negocio y siempre habrá alguien para sustituirlo.

En este bombardeo incesante de anuncios, donde cada marca quiere representar algo, ya sea vinculándolo al prestigio, a la solera, a la diversión o a la familiaridad, todos tratan de distinguirse como ya se hacía desde los tiempos más remotos. Antes a falta de empresas, las familias empleaban los escudos de armas para diferenciarse unas de otras, los clanes, los hidalgos blandían orgullosos sus armas señalando su poderío o simplemente su fuerza. De las armas pintadas con exuberancia en los óleos se pasó a los libros de genealogía donde estas familias mostraban la antigüedad o la hidalguía de sus miembros. Cuando la fuerza de la economía sustituyó a la fuerza de las armas los registros genealógicos fueron sustituidos por los registros de empresas donde éstas se comenzaron a anotar sus denominaciones con intención de protegerse.

Hace un tiempo un articulista que trataba este tema se hacía varias preguntas ¿Se ha preguntado alguna vez cuáles son las marcas españolas con más solera, las que primero se inscribieron en la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM)? Pues hay de todo, sobre todo de bebidas y alimentación y muchas de ellas han llegado vivas y coleando hasta nuestros días. La más antigua es la de una bodega de la Rioja Alavesa, Cosme Palacio, de bodegas Palacio, cuyo registro está fechado en 1897. “Las más antiguas suelen ser de vinos y de productos de alimentación en general.

El artículo, claro, hacía mención a las que estaban anotadas en el registro de patentes y marcas de España remontándonos principios del siglo XIX en la sección de registros de aceites donde figuraba aceites Carbonell en 1905 para luego, en 1908, el popular Tío Pepe, de bodegas González Byass o Paternina. Pero claro, eso era de cuando había registros. La reflexión que me hice fue inmediata ¿acaso no hubo marcas con anterioridad a este registro?, probablemente no si nos referimos a las registradas, sin embargo el concepto de marca ya estaba anidado en la cabeza de los vendedores de vinos como podremos apreciar y estos eran los de Tenerife.

No me había fijado hasta hace poco que en los conocimientos de embarque, que recogen el registro de subida de los vinos a los barcos, en determinadas ocasiones estos anotaban en un lateral “Branded Cologan”, y me refiero concretamente al que se anexa en este artículo. Seguramente en esta ocasión en la que se enviaban pipas de vinos de Tenerife a Filadelfia en 1783 se competía con algún que otro comerciante local y claro, había que distinguirse en la ciudad americana donde ya se mostraban varios productores europeos. Era un año singular porque había terminado la guerra de independencia y las empresas buscaban remontar las pérdidas de los años anteriores y la isla de Tenerife tenía muchos interesas allí.



¿Pensó este comerciante en proteger su marca y llevarla a un registro?, de momento no lo sé, pero seguramente el nombre de marca de aquella época era simplemente el apellido de la familia que vendía el vino y en Tenerife hubo varias como los Barry, Pasley, White, etc. Y es que el comercio de vinos de España estaba en manos de empresas familiares y Tenerife no era una excepción. Lo que si me lleva esto a pensar es en que cada una de estas familias, casi todas anglosajonas, tenía su escudo de armas y que nunca emplearon en su negocio comercial pero de alguna forma el empleo de su apellido si que fue una transición entre la genealogía y la heráldica a los registros modernos. El mundo moderno se abría paso y ya no eran unos nobles los que se repartían la riqueza y la economía democratizó la sociedad y atrajo a los más inteligentes que querían también su parte de la riqueza. Por tanto todos reaccionaron obligándose a emplear nuevos medios para prosperar en los negocios y el sector de los vinos, como ya se sabe, fue uno de los precursores en el empleo de las marcas.

Artículo de referencia:
¿Cuáles son las marcas españolas más antiguas? por Lucía Martin
http://www.tiempodehoy.com/vivir/cuales-son-las-marcas-espanolas-mas-antiguas


LA HISTORIA DE GARACHICO ME FASCINA

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Para el que no lo conozca Garachico es un puerto situado al norte de la isla de Tenerife que, durante un par de siglos, ejerció como punta de lanza del comercio de la isla.
Tal vez porque el que lo fundó era un financiero y empresario genovés, Cristóbal de Ponte (1447-1532), o porque las condiciones naturales lo propiciaron, pero lo cierto es que en esa zona con tan buenas aguas prosperaron cañaverales y por tanto los ingenios azucareros que se exportaron a toda Europa.
Al principio el vino producido era para consumo propio, igual que los cereales, pero luego, cuando la competencia azucarera del nuevo mundo nos dejó fuera de juego desde ese mismo puerto salieron los primeros vinos que se exportaron a Europa, los también dulces malvasias.
La isla baja, como se llama a la zona que va desde Garachico hasta la punta de Teno, fue parte del territorio con el que el conquistador de la isla, el Adelantado Alonso Fernández de Lugo, pagó al comerciante genovés su ayuda economica tan necesaria en las conquistas. Así fue como a través de las conocidas "datas", que recibió desde 1497 hasta 1505, se cobró tan generosa ayuda.
Si se lee su testamento veremos como su patrimonio incluía bienes de todo tipo, territorios tan vastos que en ellos se podían encontrar campos de cereales, cañaverales, ingenios azucareros y viñas así como edificios e iglesias, que él mismo ordenó construir, y numerosos esclavos procedentes de África y América, tierras para él nada desconocidas.

Con él los tópicos no valen y sus propiedades revelan un poderío económico que le permitió conectar de inmediato con Inglaterra, permitiendo que navíos de aquella nación se acercaran a Tenerife a interesarse por su producción azucarera.
Tal vez su visión cosmopolita le permitió, junto con otros pobladores como los Riberol (sevillanos pero originarios de Italia), darle una vertiente internacional a un proyecto de ciudad portuaria que se erigía como enlace entre España y las Indias. La por entonces abrigada rada de Garachico era un fondeadero seguro donde barcos españoles y de otras naciones europeas cargaban el oro dulce: el azúcar.
Con él también queda patente que el vino llegó a nuestras tierras desde el "minuto uno", como también lo había hecho la caña de azúcar, los cereales, los animales domésticos y el resto de las "commodities" del mundo occidental. Tal vez por ser eso, un comerciante y un financiero quien fundara Garachico hizo que una pequeña aldea se convirtiera en un pueblo orientado hacia el mar por donde luego llegaría tanta riqueza.
Algunas historias sin demasiado fundamento cuentan que Garachico estaba baldosada con mármoles y piedras de gran calidad, algo inédito en los territorios españoles de ultramar, pero tratándose de un genovés tampoco se puede descartar.
Sin embargo, si por algo pasa a la historia Cristóbal de Ponte no es por la fundación de la Villa sino por su hijo Pedro, "culpable" por haber dado alas al comercio de esclavos inglés que se inició de forma masiva gracias al pirata John Hawkins (1532-1595).
Pedro, desde su casa-fortaleza de Adeje, en el sur de Tenerife, orientó al inglés en la década de 1560 para que este hiciera tres viajes furtivos a las Indias españolas, sorteando a nuestras autoridades, y le inició en el funesto negocio del transporte de esclavos de África hacia América.

Tal fue el éxito de este inglés que pasó a ser el protegido de su reina Isabel I. Así pues, Cristóbal, su padre, trabajó para ensanchar España y su hijo Pedro dio fuelle a un pirata que luego se convirtió en unos de los principales causantes de la derrota de nuestra armada invencible en 1558.
Ahora no me digan que Garachico y sus fundadores no tienen "miga" para un buen rato.

¿LAS PRIMERAS VIÑAS DE TENERIFE?

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Lo que cuento en las siguientes líneas no es novedad, pues lo estoy leyendo en un libro semi olvidado pero igualmente maravilloso. Su título es "El antiguo régimen en la comarca de Daute" publicado en 1988 por José Miguel Rodríguez Yanes. El libro desarrolla la fundación y el comercio de la Isla Baja, al norte de la isla de Tenerife, y el trabajo es verdaderamente riguroso y está muy, pero que muy bien explicado.
En la página 27, y tras mencionar el primer auge de la caña de azúcar, el autor menciona que el genovés Cristóbal de Ponte vende, en 1510 y 1511, dos terrenos de viñas en la zona de Masca y el Carrizal y que luego, en 1513, se asigna mediante "una data" un pedazo de tierra para plantar 2.000 sarmientos "En el partido que da Cristóbal de Ponte, los arrendatarios pondrían la tierra que faltase, armarían los sarmientos de latada y parral y cortarían la madera necesaria para horcas en el malpais de Aceviño y para latas en la montaña de Ycoden. Ponte daba bestias para acarreo y, durante los dos primeros años, trigo y vino para mantenimiento. La hortaliza sería para los dos trabajadores".

Aseverar que esas fueron las primeras viñas de la isla sería una temeridad pero lo que sí se desgrana en el libro es que la comarca de Daute fue la primera zona de la isla, y probablemente de las Islas Canarias, donde se desarrolló el cultivo de la viña.
Trasladado desde Sevilla, como financiador del Adelantado Alonso Fernández de Lugo, el comerciante genovés fue un pionero que apostó por la isla de forma decidida. Sería por tanto maravilloso saber de dónde trajo esas primeras viñas, si de la península o desde algún punto del Mediterráneo, como Creta, Italia o Turquía.
También sería interesante saber si estas eran viñas de Malvasía, algo muy probable pues décadas más tarde esta variedad fue ampliamente exportada por sus hijos en la zona de Malpais de San Pedro de Daute y las laderas de El Tanque.
El genovés siguió invirtiendo en viñedos, entre 1514 y 1526, y como menciona otro autor como Pedro Martínez Galindo la mayoría de las viñas eran de regadío y se les asignaba anualmente 3 dulas de 4 días.
Tan bien le fue al genovés, y a otros, que en la década de 1540 los vinos se exportaban a Santo Domingo y a Puerto Rico iniciando así el incipiente comercio de exportación de vinos de las islas.
Una parte de esta historia ya está escrita, pero aún queda mucho por recuperar y renovar en estos tiempos en los que parece que la viña vuelve a ser la protagonista.

Vincular las nuevas producciones con la historia vitivinícola de la isla estimula la imaginación, evoca épocas pasadas e incentiva a que los compradores de vinos identifiquen los vinos con la isla.
El primer paso está bien dado, que es volver a hacer magníficos vinos, el siguiente será envolverlos con ese halo de magia que los hará más deseables y eso sólo lo saben hacer pocos...¿te atreves?
El mapa: AGS, GM, Legajos, 03072.
"Puerto de Garachico. Plano de Garachico con el castillo, plataformas con cañones, puerta del mar, iglesia de Santa Ana, puerto y fondeadero.,” e-port | Cartografía Atlántica, siglos XIV-XVIII, consulta 14 de agosto de 2017,http://e-port.linhd.es/items/show/1673.

Y TODO POR UN VASO DE VINO...

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Les voy a contar un relato que puede sorprender y también descifrar algo más la constante apetencia inglesa por nuestra isla.
Sucedió en 1794 y el protagonista fue el almirante John Jervis, inglés de sobra conocido por haber sido el jefe del cabrito de Horacio Nelson que tres años más tarde se dio un garbeo por Tenerife tratando de apoderarse de la isla.
Jervis era por entonces el comandante de la armada británica (vice-admiral of the blue) y, como otros de su rango, se abastecía en Tenerife con nuestros vinos. Lo hacía porque la Marina Real Británica, la de su graciosa majestad, había firmado un contrato de suministro de vinos con empresas tinerfeñas muy prestas a vender al primero que se lo pidiera.

En aquel tiempo acceder a ese contrato equivaldría, hoy en día, a tener un contrato en exclusiva para vender tus vinos en Amazon. Pero bueno, eso es derrapar un poco.
El caso es que el amigo Jervis andaba guerreando con un escuadrón de barcos camino del Caribe para darle un escarmiento a los franceses que desde hacía unos años andaban con su revolución y molestando "a todo quisqui". El inglés navegaba en el HMS Boyne y le acompañaba otro pájaro de cuidado llamado Charles Grey, nada menos que el jefe del ejército británico y teniente general.
Los barcos iban hasta las trancas de marineros y tropas inglesas sedientas de un buen trago, asunto que un par de siglos después no ha cambiado mucho, y desde su chalupa de siete puentes y doscientos mil cañones (lo mismo me he pasado un poco) mandó un par de misivas a Tenerife.
Por entonces los españoles estábamos en medio del fregado, prestos a embarcarnos en una nueva guerra contra los ingleses, y los canarios, que de aplatanados no teníamos nada, andábamos puteados por no poder colocar nuestros vinos.
Así que, si venía este majadero almirante inglés a pedirnos vinos, pues nada, se los vendíamos y aquí paz y en el cielo gloria y es que la pasta es la pasta aunque venga de tu eterno enemigo.
Así fue como este condenado se puso en contacto con dos comerciantes de Tenerife y se suministró a gusto para seguir hacia el Caribe y dar estopa a la marina revolucionaria francesa.
Tanta leña les dieron que les levantaron a los franceses la isla de la Martinica, Guadalupe y Santa Lucía cogiendose los franchutes un rebote descomunal.
Seguramente fue el vino tinerfeño el que les inspiró y me siento algo culpable, pero es que los franceses, también de vez en cuando, se merecen un rastrillazo por tanto Cabernet Sauvignon malo que nos han vendido.
Lo cachondo del asunto es que los franceses se mosquearon de lo lindo y les recuperaron las posesiones en seis meses echando a los ingleses de muy malas maneras. Claro, luego el vino de tenerife se les agrió y la tomaron con nosotros.
El Jervis y el Nelson se volvieron para Europa, secos como higos y sin vinos, a por los gaditanos que tenían un Sherry cojonudo pero como no pudieron con ellos, porque los andaluces son muy suyos, se vinieron "pa" Tenerife a robarnos nuestras parritas de Tenerife Wine.

El resto ya es historia conocida, al Horacio Nelson ese le arrancamos un brazo y nunca más pudo levantar una copa. Así que manco, medio cojo y casi tuerto, como nuestro querido Blas de Lezo, se volvió a Inglaterra a lamerse las heridas y es que hasta en eso quería copiarle.
Luego medio encabronado y recuperado volvió a Cádiz a beberse el sherry y nos dio por saco en Trafalgar. En fin, todo por un vino, una pena, debimos haber llevado a Nelson a un guachinche y emborracharlo con vino azufrado.

Cartas originales

En alta mar, a bordo del barco de Su Majestad Boyne
15 de diciembre de 1793
Señor,
Además de las 1.200 Pipas de vino que los jefes de la Oficina de Provisiones han ordenado que sean mandadas desde Tenerife a Barbados, para uso de la Armada, le ruego que nos suminis­tre una igual cantidad del mismo tipo de vino, para uso de las tropas bajo mis órdenes.
Como el vino mencionado anteriormente debe ser suministrado en igual proporción por usted y por la Casa Cologan, Pollard y Cooper, será necesario que concierten medidas para su envío a Barbados lo antes posible y del modo más barato posible, su­biendo el vino a bordo de los navíos conforme a las mismas ins­trucciones, que son más bien restricciones, que la Dirección de la Armada ha mandado a Tenerife para el envío de vino a las Indias Orientales. Como todas las provisiones son ordenadas para el Ejército y para la Armada por los jefes de la Oficina de Provisiones, será pagado del mismo modo por los suministros que nos proporcionará a ambos.
Señor, su más obediente y atento servidor,
Charles Grey
P.S. Encuentre adjunto una copia de la póliza de fletamento para el transporte del vino que va a subir a bordo para uso de la flota en las Indias Orientales, actuando conforme a esta por respeto al vino que deberá enviar a las tropas.
Al Señor John Pasley Esq.
Puerto de La Orotava, Isla de Tenerife, 31 de diciembre de 1793

On Board His Majesty Ship Boyne at Sea 15 December 1793
En ingles:
Sir
In addition to the 1200 pipes of wine which the Commissioners of the Victualling Office have directed to be sent from Thenerife to Barbados for the use of the Navy. I request that you will furnish an equal quantity of the same kind of wine for the use of the Troops under may Command.
As the Wine above mentioned is to be furnished in equal proportion by you and the house of Mess. Cologan Pollard & Cooper it will be necessary that you concert measures for its conveyance to Barbados as expeditiously, and on the cheapest manner possible, placing the vessels, in which it shall be shipped under the same instruction looks more like restrictions in every respect, as to delivery of the wines in the West Indies with those which are sent to Theneriffe by the Navy Board for that purpose.
As all provisions are furnished for the Army, as well as the Navy by the Commissioners of the Victualling Board, you will be paid in the same manner for the supplies you shall furnish to both.
I am Sir, your most obedient servant
Charles Grey
[PS:] Enclosed I send you a copy of the Charter Party for the freight of the wine you are to ship for the use of the fleet in the West Indies that you may act in Conformity to it with respect to the wine you shall send for the Troops there.
To John Pasley Esq.


Carta original de Juan Cólogan e Hijos a Charles Grey

Señor, recibí su petición el pasado día 15 e inmediatamente me dispuse a dar ejecución a su pedido de 1.200 Pipas de vino para uso de las tropas bajo su dirección, además de la misma cantidad que los jefes de la Oficina de Provisiones han ordena­do enviar desde esta isla a Barbados. De todos modos, y dado que aquí no disponemos de navíos ingleses o navíos neutrales para ser alquilados, hemos contactado desde aquí con la casa del Señor John Pasley, con el fin de que se transporte en navíos que serán alquilados en Cádiz. Esto nos tomará algo de tiem­po, pues las cartas salieron en un navío que ha debido navegar estos días bajo un viento débil.
Hemos pedido a nuestros amigos en Cádiz que fleten los navíos del modo más barato posible, bajo las mismas restricciones que deben respetarse para la entrega del vino en las Indias orien­tales, según instrucciones de la Dirección de la Armada para dicho fin, y conforme a la copia de la póliza de fletamento que nos adjuntó en la carta que tuvo a bien enviarnos.
Vemos que por estos suministros se nos pagará en Londres por los jefes de la Oficina de Provisiones, y que nuestra casa allí abordará la cuestión del precio con ellos, ya que la cantidad no puede ser garantizada bajo los mismos términos que los contra­tados para la Armada.
No le quepa la menor duda de que seremos rápidos en enviarle el vino desde que lleguen los navíos, para cuya finalidad serán preparados inmediatamente.
Señor, su más obediente y humilde servidor,
John Cólogan e Hijos
General Señor Charles Grey, Comandante Jefe de las tropas de S.M. en las Indias

En ingles:
Port Orotava Island of Tenerife, 31th December 1793
Sir, We have received your favour 15 Instant and would have immediately put in execution your Order for 1200 Pipes of Wine for the use of the troops under your command, in addition to the same quantity the Commissioners of the Victualling Office had directed to be sent from this Island to Barbadoes, but there being here no English nor Neutral Vessels to be hired anyhow, we have contacted with Mr. John Pasley’s House here, measure for its conveyance in Vessels that will be hired at Cadiz, which will not be long occurring as the letters are gone by a Vessel that has sailed these days with a fair wind.
We have desired our friends at Cadiz to charter the vessels in the cheapest manner possible, placing them under the same restrictions in every respect as to the delivery of the wine in the West Indies with those, which have been sent by the Navy Board for that purpose, sending a Coppy of the charter party drawn from the one you was pleased to send us.
We observe that we will be paid in London for the supplys by the Commissioners of the Victualling Board and our House there will treat with them with regard to the price, as the quantity cannot be afforded under the same terms of the One that was contracted for the Navy.
You may be assured we will be expeditious in the shipping of the wines on the vessels arrival, to which end they will be got ready immediately.
We are, Sir. Your’s most obedient humble Servants
John Cologan & Sons
General Sir Charles Grey, Commander in Chief of the H.M’s. Troops in the West Indies.






NEW BOOK TENERIFE WINE

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Reconozco mi completa fascinación por la segunda mitad del siglo XVIII. Tal vez porque en ese período se mezclaron los ingredientes que dieron lugar al mundo moderno. Por una parte emergió la ilustración, un movimiento intelectual de ámbito europeo. Gracias a esta nueva visión del mundo, más científica y moderna, tomaron forma las ideas que dieron lugar a la fundación de la nueva nación americana y a que irrumpiera la Revolución Francesa. Por tanto, ambos eventos, que de alguna forma he querido incorporar a este trabajo, son la evidencia de que el mundo encaraba una nueva era donde la razón y la ciencia iban a determinar quienes debían ostentar la supremacía económica y cultural. 
Además, tras la Guerra de la Independencia Americana, la economía mundial resurge vigorosa y el comercio, que ya era globalizado, pasó a ser dominado por el mundo anglosajón con el Reino Unido a la cabeza y unos Estados Unidos como la nueva gran nación Americana. A todo esto se incorporan a la escena mundial las colonias orientales de Inglaterra como eran India y China y también Australia.




En todo ese proceso, las Islas Canarias fueron testigos privilegiados de cada uno de estos hechos. Por una parte porque recibimos en sus viajes a los más grandes exploradores del XVIII como el capitán James Cook, La Pérouse, Borda, Bligh, Vancouver, los navíos de la First Fleet y un sinfín más de destacados marinos y científicos que dejaron huella en las Islas Canarias y cuyo legado aún perdura. Estas escalas, como ha quedado suficientemente acreditado, se debieron a la especial geolocalización de las islas y a las adecuadas condiciones para el abastecimiento de vinos y de otros suministros tan necesarios para el movimiento marítimo de aquel tiempo.


Pero además de estas circunstancias, y gracias al dinamismo exportador vitivinícola que mantuvo Tenerife a finales del siglo XVIII, posibilitó que los exportadores locales pudieran tejer una red de relaciones comerciales inédita hasta entonces. La oportunidad de poder relatar, en un mismo texto, a personajes de la talla de George Washington, Robert Morris, Benjamin Franklin, el rey Carlos III, ministros como Floridablanca, embajadores como Aranda, virreyes como los Gálvez o Branciforte, a los que se unirán también lo más granado de la Marina Real Británica como el conde de Sandwich, John Jervis, Horacio Nelson y ni que decir de los nobles franceses en el exilio, eso sólo lo puede hacer algo común a todos como lo fue el vino de Tenerife.


Por tanto, es de justicia decir que el vino de Tenerife o Tenerife Wine fue nuestra mejor divisa y casi nuestra única carta de presentación en el mundo. Por supuesto que también gracias a los vinos nuestra isla se mantuvo a flote económicamente durante el siglo XVIII. Porque hay que recordar que sin la exportación de vinos era imposible disponer de madera para duelas y mucho más, sin este era imposible poder luego importar los necesarios cereales cuando las sequías secaban nuestros campos. Ni que decir que sin vino no habría sido tampoco posible traer los productos manufacturados que desde Londres o Hamburgo llegaban para nuestras casas. Por tanto sin vino tampoco habríamos tenido telas, sedas, herramientas, carne, pescado salado, órganos para las iglesias, plata labrada, figuras religiosas para las iglesias, o simplemente cera o el peculiar spermacetum de ballenas con el que iluminar las noches.

¿Sería exagerado decir que el vino nos salvó de la ruina?, no, ni mucho menos. El vino fue la tabla de salvación en todos los sentidos pero por encima de todo nos permitió ser relevantes en un mundo globalizado. Estábamos en el mapa, como se suele decir, y tan era así que nos conocieron como las islas del vino. Aunque sea anecdótico si que es razonable decir que el vino de Tenerife, como posiblemente los de Cádiz y Málaga eran los únicos productos agrícolas españoles que se embarcaban hacia América.

Desde ahora cuando degustemos nuestros vinos, podremos decir que George Washington los bebía prescritos como una medicina. Cuando los degustemos sabremos que la British Navy los empleaba para dar de beber a su marinería y que el ejército inglés y el americano también lo hacían. Lo cierto es que el vino de Tenerife fue mucho más que una bebida, fue una garantía para la supervivencia de marinos y de soldados y tal vez muchos de ellos si bien nuestros enemigos no por ello debemos sentirnos menos orgullosos.

Es conveniente recordar que esta memoria recuperada, estos recuerdos, han llegado a nosotros sólo a través de una familia de comerciantes que, desde luego, no era la única que tuvo Tenerife, ni mucho menos. Si este trabajo, tal vez excesivamente condensado, es así de rico en historias de vinos, imagínense lo que pudo haber sido este comercio si alguna vez pudiéramos llegar a conocer los archivos de otras casas de comercio ya desaparecidas. Este pensamiento me lleva a pensar que sólo conocemos un pequeño porcentaje de lo realmente sucedido y pese a que soy consciente de que este volumen no va a cambiar nada de la historia ya escrita, tal vez si que nos haga reflexionar sobre todo lo que nos habríamos perdido si ésto no se hubiera conservado. Pero por encima de todo lo dicho lo realmente importante, al rescatar esta memoria de los vinos de Tenerife, se condensa en el proverbio que dice, si no sabes a dónde vas, al menos debes saber de dónde vienes.

Carlos Cólogan Soriano

CONTRATO DE SUMINISTRO DE VINOS A LA MARINA REAL BRITÁNICA

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Tal vez nunca se halla publicado antes un contrato de suministros a la Marina Real Británica o bien por el carácter secreto de los mismos o por que estos se han perdido.
Este que aquí transcribo en castellano fue firmado en septiembre de 1794 con la empresa Cólogan Pollard & Cooper para el suministro de vinos de Tenerife a los barcos de la Marina de Guerra Británica.






15 Septiembre 1794
Contratado y acordado – hoy día 15 de septiembre del año de nuestro Señor 1794 con los Supervisores de Avituallamiento de la Flota de Su Majestad, por y en nombre de Su Majestad, por nosotros Cologan, Pollard & Cooper Comerciantes de Londres.

Y por la presente nos obligamos a suministrar oportunamente a todos los buques y navíos de Su Majestad que arriben en  Santa Cruz, en la isla de Tenerife, y que así lo requieran, la cantidad que soliciten de Vino Canario Vidonia, bueno, redondo y fuerte y apto para su comercialización, a un precio de veintidós peniques de libra esterlina por galón, incluyendo barril, transporte, mano de obra, portes, flete de la nave y cualquier otro gasto, y también nos comprometemos a que por el presente Contrato no se suministre ningún vino en barriles que no estén numerados y que no contengan los galones marcados en la parte superior de cada tonel y que la calidad de los barriles en los que se ponga el vino a bordo de los buques y navíos de Su Majestad ha de ser tan buena como la de aquellos que se utilizan para exportar vino comercializado desde Tenerife a Inglaterra y, asimismo, nos obligamos y comprometemos a que todo el vino que se suministre por medio de este Contrato, sea enviado a bordo de los buques de Su Majestad en especie, sin que se pague dinero alguno por él, que se trate de vino bueno, redondo y fuerte y apto para su comercialización, y en todos los aspectos adecuado para el Servicio de Su Majestad, y que se mantenga en buenas condiciones durante los seis meses siguientes a su puesta a bordo de los respectivos buques.

Y en caso de que el vino suministrado del modo descrito anteriormente a cualquiera de los buques o navíos de Su Majestad se encuentre en malas condiciones y fuera declarado defectuoso dentro del periodo indicado de seis meses de garantía, nosotros consentimos y acordamos que sea legítimo que dichos Supervisores de Avituallamiento, o cualquier tres o más de ellos, o tres o más de los Supervisores que estén en funciones en ese momento, concluyan este acuerdo o descuenten de cualquier Factura o Facturas nuestras emitidas y no  presentadas, o aquellas que se deban o puedan presentar  relacionadas con este o cualquier otro Contrato nuestro con dichos Supervisores, por el valor total y al mismo precio, en concepto de indemnización a Su Majestad ─ Y en caso de que no quede ninguna Factura o Facturas pendientes de emitir, o de que la Factura o Facturas restantes no asciendan a una suma suficiente para indemnizar a su Majestad como señalamos anteriormente; entonces por la presente nos obligamos nosotros, nuestros Herederos o Administradores, a reparar en dicha cantidad a Su Majestad, y  en caso de que el vino declarado defectuoso sea devuelto desde el barco o barcos a cualquiera de los Agentes de Avituallamiento de la Flota de Su Majestad, dicho Vino deberá ser devuelto a nosotros, en caso de que consideremos adecuado demandarlo, o los beneficios del mismo.

Y también acordamos con dichos Supervisores que antes de suministrar vino a cualquiera de los buques o navíos, nosotros hemos de recibir una Orden o Demanda y un duplicado de la misma del Comandante de dicho barco o navío a ese fin, al pie o en el reverso de los Certificados del Sobrecargo con  la cantidad exacta de excedentes de vino a bordo y un Certificado del Comandante indicando que la Orden del Comandante ha sido registrada en el diario de a bordo, así como la ficha adjunta Nº 1 y que, al presentar a los Supervisores uno de dichos Certificados y Órdenes junto con los recibos del Sobrecargo y el Certificados de los oficiales firmantes por la cantidad de vino recibida y los envases en los que se encuentran, de acuerdo con la ficha nº 2 junto a nuestra Declaración Jurada o la de nuestros Agentes al pie o en el reverso del recibo firmado por el Sobrecargo como se indica en la ficha nº 3, nos tienen que emitir Facturas por la operación al precio arriba mencionado y numerado en el proceso de Avituallamiento […].desde el momento en que fue registrado en la oficina de Avituallamiento en Londres y añadiendo el descuento aplicado. Y también nos obligamos a requerir tres Certificados de Envío firmados, como señalamos anteriormente, por el vino suministrado en este Contrato, y para su envío a dichos Supervisores un segundo conjunto de Vales de Envío, con nuestra propia Declaración Jurada o la de nuestros Agentes descrita anteriormente, en la siguiente oportunidad después de que se transmitan aquellas que se tienen que producir, señalando en los mismos cuándo y por qué medio se ha producido el envío.
Y también nos obligamos a que la Orden de Envío o Demanda del Capitán o Comandante adjunta y escrita en la misma hoja de papel que los Certificados del Sobrecargo de los excedentes a bordo, con los Certificados del Comandante de que se ha hecho el registro en el Diario de a bordo, y que el duplicado del mismo ha de estar siempre en un papel distinto al que contiene el Certificado del Sobrecargo, el Certificado de los Oficiales firmantes y nuestra propia Declaración Jurada o la de nuestros Agentes y que en todas las ocasiones se hará referencia, en los Vales de vino suministrado por este Contrato, de la fecha en la que se suministra dicha demanda, y el número de hombres y tiempo que se invierta en completar dicho pedido, no se omitirá nunca en la Demanda del Capitán ni en el Certificado de los Oficiales firmantes. Y además el suministro no puede exceder la demanda en cantidad ni siquiera en un solo barril, bajo multa por daños estipulada en el no pago de todo o parte del suministro en el que no se cumpla con los vales o se detecte y se rechace por exceso de cantidad como se estableció más arriba.

Y nosotros, asimismo, contratamos y acordamos con dichos Supervisores de que en caso de que en algún momento a partir de ahora cualquier vino cuyo suministro se haya certificado y jurado conforme a las estipulaciones previas, como que ha sido recibido en especie a bordo de cualquiera de los buques y navíos de Su Majestad y se comprobara que, en realidad, ése no ha sido el caso, que entonces y en cualquier otro caso que se presentase, nosotros pagaremos a dichos Supervisores cuatro veces el valor del vino especificado y mencionado en dichos Recibos, Certificados o Declaraciones Juradas, o cualquiera de ellos que no hayan sido enviados o recibidos en especie a bordo de dichos buques y navíos de acuerdo a lo expresado y mencionado en los Recibos, Certificados o Declaraciones Juradas a modo de daños y perjuicios estipulados o establecidos y acordados entre dichos Supervisores y nosotros por tal negligencia o falta, al no suministrar el vino a bordo en especie, como se especifica en los recibos del Sobrecargo, los Certificados de los Oficiales firmantes y nuestra propia Declaración Jurada o la de nuestros Agentes, todos o cualquiera de ellos, y que el Contrato puede ser concluido o se puede realizar el descuento de cualquier Factura o Facturas nuestras emitidas o que se tengan que emitir en este o en cualquier otro Contrato nuestro con dichos Supervisores y, en caso de que no quede pendiente ninguna Factura o Facturas que emitir o que la Factura o Facturas restantes no asciendan a una cuantía suficiente para pagar los daños, entonces, por la presente, nosotros acordamos abonar a dichos Supervisores una cantidad igual o que compense la totalidad de los daños estipulados.

Y nos comprometemos a que nosotros o nuestros Agentes en funciones en ese momento harán llegar una copia de este contrato al Capitán o los Oficiales de Mando o a los Sobrecargos de dichos buques y navíos de Su Majestad […]  , y en todos aquellos casos en que hubiera Declaración Jurada redactada por nuestros Agentes en el extranjero del envío de los vinos a bordo de los buques y navíos de Su Majestad en especie, si el Supervisor lo requiriera nosotros nos  comprometemos a añadir nuestra propia Declaración Jurada redactada en su presencia o del modo en que nos indiquen, confirmando que hasta donde nosotros sabemos y creemos, todo el vino ha sido enviado y recibido en especie y posteriormente aplicado al  Avituallamiento de la Compañía del Buque o el Navío  suministrado o, en caso contrario, puesto a disposición del Servicio de Su Majestad y sin realizar ninguna otra consideración aparte de las dispuestas.

Y para el cumplimiento debido de cada una de las partes de este Contrato nos obligamos a pagar una multa de Quinientas Libras en caso de incumplimiento de cualquiera de sus partes y nos obligamos a conseguir dos personas con suficiente capacidad que deberán ser aprobadas por dichos Supervisores para que se vinculen con nosotros en una fianza de 500 Libras a Su Majestad para el debido y correcto cumplimiento de este Contrato que ha de surtir efecto el día 25 de Octubre próximo, y continuará en vigor durante 12 meses efectivos y se prolongará hasta que se produzca un preaviso por escrito con seis meses de antelación para la conclusión del mismo.


En Testimonio de todo lo cual hemos firmado y sellado, el día y año escritos en el encabezado, firmado, sellado y emitido en presencia de John Gosling & H. Perigal y Cologan Pollard & Cooper.

Carlos Cólogan Soriano
cologanmorales@gmail.com

Publicado en el libro "Tenerife Wine. Historias del comercio de vinos 1760-1797"




CONTRACT OF SUPPLY OF WINES TO THE BRITISH ROYAL NAVY. 1794

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Perhaps a contract of supply to the British Royal Navy is never published before either because of the secret nature of the same or because they have been lost.
This one that I transcribe in Spanish was signed in September of 1794 with the company Cólogan Pollard & Cooper for the supply of wines of Tenerife to the ships of the British Navy.



15th, September 1794
Contracted & Agreed.- This 15 day of September in the year of our Lord 1794 with the Commrs Commissioners for Victualling His Majestys Navy for & on the behalf of His Majesty by us Cologan, Pollard and Cooper of London Merchants
And we do hereby oblige ourselves timely and seasonably to furnish all such of His Majestys Ships and Vessels as shall come to Sta. Cruz in the Island of Teneriffe & [be] in want thereof with all such quantities of good sound strong Merchantable Vidonia Canary Wines as the same shall be demanded at the rate of Twenty Two Pence Sterling per gallon including Casks, Labor, Freight, Boat hire & all other class what so ever, and we do oblige ourselves that not any of the Wine shall be supplied on this Contract in any other Casks but what shall be numbered I have the contents of the gallons in each Cask marked on the head thereof & that the casks in with the Wine shall be put on Board His Majesty’s Ships and Vessels shall be equal in goodness to the casks made use of in exporting Wine for merchandize from Teneriffe to England, and we do also oblige ourselves and engage that all the Wine that shall be issued on this Contract, shall be sent on Board His Majestys Ships in kind, and not any money paid in lieu thereof, and that it shall be good sound, strong and merchantable, & in all respects fit for His Majestys Service, and shall hold good for six months after its [delivery] on Board the respective Ships. And in case any of the said Wine delivered as aforesaid to any of His [Majesty’s] Ships & Vessels shall be found defective and be cast by survey within the time of the said six months. Warranty we do also consent, and agree that it may be lawfull for the said Commrs [Commissioners] for the Victualling or any three or more of them, or any three or more of the Commrs[Commissioners] for the time being, to put a stop on or make abatements out of any Bill or Bills of our made out and not delivered, or that shall or may be made out on this or any other Contracts of ours with the said Commrs[Commissioners], to the full value & at the same price, as we are allowed for the same indemnifying His Majestys ------ And in case there shall not remain any Bill or Bills to issue or that the Bill or Bills so remaining shall not amount unto a sum sufficient  to indemnify His Majesty as aforesaid then we do oblige ourselves, our Heirs (que significa Herederos) Eaas or Administrators to make good the same to His Majestys, & in case any Wine so cast by survey shall be returned from the Ship or Ships to any of the Agents for Victualling His Majestys Navy – the said Wine is to be returned to us or own order if we shall think fit to demand the same of the produce thereof.
And it is further agreed with the said Commrs[Commissioners] that before we furnish Wine to any Ship or Vessel, we are to receive a warrant or demand and duplicate thereof from the Commander of such Ship or Vessel for so doing at foot or on the back of Certificates from the Purser of the then extract remains on Board together with a Certificate from the Master, that the Commanders Warrant or demand is entered in the Ships Log Book (diario de a bordo) as [per?] Forms hereunto subjoined Nº 1_ and upon producing to the Commrs [Commissioners] one of the said Certificates & Warrants together with the Purses receipts and Certificate from the signing Officers of the quantity of Wine received & for the packages in [with] it is contained, agreeably to form Nº 2 together with our own or Agents Affidavit at foot or on the Back of the receipt signed by the Purser as [per?] Form Nº3_ We are to have Bills made out for the same at the price before mentioned & numbered in the Course of the Victualling to Bear Int+ @ £4 [per S P] Annum from the time of their being registered @ the Victualling office London and with the addition of the discount thereto. And we do also oblige ourselves constantly take three Certificates of delivery signed as before, set forth for Wine supplied on his Contract, and to forward to the said Commissioners a second set of voucher for the delivery, with our own or Agents Affidavit before described, by the very next opportunity after those required to be produced are transmitted, nothing thereon when & by what conveynance they were sent.
And we do further oblige ourselves that the warrant for delivery or demand from the Captain, or Commander accompanied & written on the same sheet of paper as the Pursers Certificates of remains on Board with the Masters Certificates of it’s being entered on the Log Book, and duplicate thereof shall at all times be on paper separate from that containing the Pursers receipt the Certificate of signing Officers & our own Agents offidavit; & that on all & every occasion Proper reference shall be made in the Vouchers given for Wine supplied under this Contract to the date of the demand it is supplied on, and that the number of Men & time the Wine is intended to be for & by such supply is completed to, shall never be omitted in the Captains demand & signing Officers Certificate, And further that the supplies shall not exceed the demand in quantity bejoind (creo que es beyond) one, single Cask, under the penalty by way stipulated damages of not being paid for all or any part of any supply where failure in the form of Vouchers, or [excels] in quantity as before stated shall appear & be objected to.
And we do further Contract & Agree with the said Commissioners that if it shall at any time hereafter appear that any Wine which may have been certified and sworn as aforesaid to have been delivered, & received on Board any of His Majestys Ships or Vessels in kind and has not in fact been so delivered in kind that then & in each & every such case we shall & will pay unto the said Commissioners four times the value of the Wine specified or mentioned in such receipts Certificates, or Affidavits or any either of them and which shall not have been delivered or received in kind there expressed & mentioned on Board such Ships or Vessels [as really] to such receipts, Certificates or Affidavits by way of stipulated or ascertained damages agreed upon between the said Commissioners & ourselves for such [negotiated] or default in not delivering the Wine on Board in kind, as specified in the Pursers receipts, signing Officers Certificates, & our own or Agents Affidavit all or any of them, and that the same may be stopped & abated out of any Bill or Bills of ours made out or that shall be made out on this or any other Contract of ours with the said Commissioners not delivered & in case there shall not remain any Bill or Bills to issue or that the Bill or Bills so remaining shall not amount unto a sum sufficient to pay damages, then we do hereby agree to pay to the said Commissioners as is equal to or will make up the whole of such stipulated damages.
And we do engage that we or our Agent for the time being shall communicate a copy of this Contract to the Captain or commanding Officers or to the Pursers of such of His Majestys Ships and Vessels as shall from time apply to [us or him] in order to [per use] the same, & in all cases of Affidavits made by our Agent abroad of delivery of Wines on Board His Majestys Ships and Vessels in kind we will whenever the said Commrsshall require it add our own Affidavit made in their presence or as they order wise shall direct, that to the best of our knowledge & Belief, the whole of the Wine was so actually delivered & received in kind & after applied to the Victualling of the Company of the Ship or Vessel demanded for & supplied to or otherwise disposed of for this Majestys Service & no consideration given in [??] of any part thereof.
And for the Due Performance of every part of this Contract we do bind ourselves in the penalty of Five Hundred Pounds in case of our failure in any part thereof and we do oblige ourselves to procure [two??] able and sufficient persons such as shall be approved of by the said Commrsto be bound with us jointly in a Bond of £500_ to His Majesty for the Due and well performance of this Contract [with] us to commence on the 25 day of [October] next ensuing, and to continue on force for 12 months certain & further until six months notice in writing for the determination thereof._
In Testimony wher[e]of we have hereunto [set] our hand & seal, the day & year first above Written, Signed Sealed and Delivered in presence of
John Gosling
H. Perigal
Cologan Pollard & Cooper
Sigue abajo
Nº1
Form of Pursers Certificate of the remains of Bee Spirits Oc. to be placed before the demand from the Captain.
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I do hereby certify the remains of Beer Wine & spirits [& c] on Board His Majestys Ships the A ____ B ____C ____ EsqreCommrs to be as follows Viz
              Beer     ................................ 7 Tuns 2 Hhods-
              Rune    ................................ 270 Gallons.-
              Wine    ................................ None
                                                         Dated on board His Majestys Ships
                                                         The A ____ @ ____ this ____ day of ____ 179 __
                                                                           D ____ E ____ Purser ____

Nº1
Form of demand from the Captain or commander for a supply of Wine to be placed after the above on same sheet of paper
--------------------- § § § ---------------------
The Purser of His Majestys Ships A ____ under my Comdhaving certified the remains of Beer, Spirits [& c] on Board to be as above you are hereby desired to supply the Quantity of Wine under mentioned to compleat the Victualling for her complement of 160 Men to 3 months ([ue] 12 Weeks) Viz
Wine 915 Gallons


To F ____ G ____ Esqre contractor for supplying Wine to His Majestys Ships @ Santa Cruz in e/y Island of Tenerifee
Given under my hand on board said Ship at this ____ day of ____ 179 __
B ____ C ____ Captain






Nº1
--------------------- § § § ---------------------
Form of the Master Certificate at foot or on back of the Captain’s demand
I do hereby certify that the above demand for Wine is entered in the Log Book of His Majestys Ships the A ­­­­____
                                                      Dated on board the said Ship
                                                      @ ____ the ____ day of ____ 179 __
                                                                           H ____ I ____ Master

Nº2
Received from Mr K ____ L ____ agent to F ____ G ____ Esqre contractor for supplying Wine to His Majestys Ships at Santa Cruz in the Island of Tenerife the following quantity of Wine for the use of His Majestys Ships the A ____ [per] demand from B ____ C ____ Esqre [here commanded dated?] the ____ day of ____ 179 __
            Wine 939 Gallons in 6 pipes 4 Hhods which was gaved in kind fit for His Majestys Services & answerable to contract & for [wh: with-which] I have signed & receipts of the same tenor & date this ____ day of ____ 179 __
                                                                                  D ____ E ____ Purser ____

Nº2
Forms of Certificates from the signing Officers of Wine Received on Board



These are to Certify the commissioners for Victualling His Majestys Navy that the following quantity of Wine Viz
Wine 939 Gallons in six pipes four Hhos was actually needed on Board His Majestys Ships the A in kind from Mr K ____ L ____ agent to F ____ G ____ Esqre contractor for supplying Wine to His Majestys Ships at Santa Cruz in the Island of Tenerife, & that the said Wine was good in kind and fit for His Majestys Service answerable to Contract & completes the Victualling for her complement of 160 men to 12 weeks to the ____ day of ____ when it was demanded and we do further [certify] that the quantity of Wine above mentioned has been duly entered on the Log Book of His Majestys said ship the A ____ the day or days it was respectively received on Board.
                                                         Given under my hand on board said Ship at ____
                                                         this ____ day of ____ 179 __
                                                         B ____ C ____ Captain
                                                         H ____ I ____ Master
                                                         M ____ N ____ Boatswain

Nº3
L ____ K ____ L ____ agent to F ____ G ____ Esqrecontractor for supplying Wine to His Majestys Ships @ Santa Cruz in the Island of Teneriffe do voluntarily make Oath that under mentioned [Quantity] of Wine Viz.



Wine [aqui hay un palo] Nine hundred & Thirty nine Gallons in six pipes & four Hhos was actually delivered on Board His Majestys Ships the A ____ in kind betwen the ____ day of ____ and ____ that I have neither paid or given or am’to [debe ser I am to] or give the Purser or any person or persons on his behalf or to any other person what so ever any money or other consideration in lieu of all or any part of the said Wine.
                                                                            K ____ L ____ agent
Sworn before me
This ____ day of ____

            Memorandum
            The quantity of Wine & number of packages must be expressed in words at length & not in figures.


London 15th September 1794

Contract for Supplying Wines at Sta Cruz to H.M. (His Majesty) Ships & Vessels [Ka???]


 

ESTO NO LO LEERÁS NUNCA EN NINGÚN LIBRO DE HISTORIA

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Poder disponer de testigos que relaten en primera persona sucesos relevantes de la historia es un sueño inalcanzable. Por ello, más de un historiador soñaría con tener una crónica escrita de Cristóbal Colón discutiendo con la reina Isabel o de la reacción de Newton cuando le cayó la manzana en la cabeza o de la firma de la independencia americana o de Einstein cuando concluyó que E=MC2, o también cuando sucedió la revolución francesa..., bueno, espera !esta sí que la tengo!, porque me la encontré, como siempre, sin quererlo.
Sucedió hace un mes. Oculta entre cientos de cartas y papeles diversos me encontré unas cuartillas escritas por un tinerfeño que se encontraba !en París!, en octubre de 1792. La letra era muy clara y está escrita en un perfecto castellano. Las tres hojas debían formar parte de un relato más largo, que tarde o temprano aparecerá, porque es mi sino.
Ni corto ni perezoso, y de su puño y letra, Juan describió en ellas el aterrador paisaje de muerte y desolación que veía en las calles de París. Las hojitas estaban escritas para describir lo que experimentaba y también, porque le conozco, para justificar su participación en aquello. El texto lo envió a sus hermanos en Tenerife, y es aquí donde yo lo encuentro.

Su valor es incalculable, por no disponerse testimonios de testigos de aquellos cruentos días y menos escritos por un español. Lo cierto es que para Juan no son para nada desconocidos los miembros de la realeza a los que cita y que muchos de ellos iban a "perder la cabeza" a manos de la guillotina, pero esa es otra historia más enigmática que no cabe aquí. Juan, además de testigo, participaba de aquello ayudando a muchos de ellos a huir de Francia. La deuda nunca se le pagó y me consta que el mismo rey en el exilio se la prometió (...)
Su relato dice así:
1792
…el pueblo a las cárceles y llamando los reos vinieron después otros y a todos hicieron saltar a las cavernas que hubo un sin fin de ellas.
Entre estas saltó la de la Princesa de Lamballe, nuera del duque de Penthiene, príncipe de la Real Sangre; Esta cabeza fue paseada por las calles sobre una pica; también fue muerto aquel día el Conde de Montmorin; Encarnizada la gente y teniendo entre ojos a los eclesiásticos no juramentados, que andaban custodiados en el Convento de los Padres del Carmen descalzos del Luxenbourg pasaron a cuchillo 200, y más de ellos, hallándose entre estos el Sr. Arzobispo de Arles.
Siguieron algunas más atrocidades salpicadas hasta el 6 del mes, que volvió otra vez la calma y ha seguido en la capital hasta el 15; que es la última fecha, pero en Versalles se han pasado a cuchillo 53 prisioneros de Estado que venían de Orleans para ser juzgados en París. Entre estos se cuenta el Duque de Brissac, gobernador que había sido de Paris, y los ex ministros de Lessan y Ministro Dupont du Tercre; En Lyon, Grenoble y la Rechele, dicen que también quedan degollados todos los Reos de Estado.

Después de la toma de Languoy, penetró más a dentro el Duque de Brunswick y se apoderó de la ciudad de Verdún a 6 leguas de París; hasta allí los enemigos no han encontrado oposición, pero después acá parece tendrán muchos tropiezos para realizar su proyecto de llegar a París.
Según noticias de este correo, dicen que los Prusianos han sido rechazados en su ataque a Thionville con mucha pérdida de gente, y tres Comandantes; por otra parte dicen que el Duque de Brunswick, que estaba acompañado entre Verdum y Clemont, se hallaba estrechado por los franceses, y que amagaba con retirarse de esa posición tan crítica; se hace increíble el sinfín de guerras que se han acudido para oponerse a los enemigos; no bajará de 600 mil hombres entre París y los Enemigos, esto es donde estos han llegado.
Aunque mucha parte de este conjunto de gentes se halla poco disciplinada, con todo es de presumir costará mucho a los enemigos pasarles por encima, para poder llegar a París en Estado de atacar tan vasto pueblo por hambre o de que les quiere otro modo que sea; luego en la capital, están fortificándose y ay otro Cuerpo copioso de gentes para su defensa luego también la Estación del año es my adelantada y si los enemigos se aventurasen, son lograr buen éxito, muy expuestos quedarían en el Invierno, tan distantes de sus tierras; El tiempo todo lo contará.
La Convención Nacional estaba sentenciada para el día 20 de este septiembre, para decidir la suerte del Rey; aun no cabe noticia de haberse abierto su asamblea pero por la nota de los individuos elegidos ya para formar la Convención, se viene en conocimiento anticipado, que será destronado el Rey, pues son los Enemigos los más declarados contra la monarquía.

En cuanto a el Rey y su familia, permanecen todos encerrados en el Palacio del Temple y parece sin tener comunicación entre sí; por más que quieran decir no es de presumir les pondrán manos violentas antes bien cuidaran de las personas Reales para tenerlas en todo trance, como otros tantos [otages]; quien ha conocido y visto esa familia en su auges y alto esplendor, ya tiene margen para reflexiones, sabiendo la triste situación en que ahora se hallan.
Hasta la presente no parece que sea tomarnos parte abierta en la coalición contra la Francia, bien que se advierte algún movimiento de tropas para nuestras fronteras, que será para prevenirnos contra los contagios de aquel desgraciado Reino.
Apenas se puede dudar que la Conmoción del 10 de agosto en París, estaba ligada con el proyecto de los enemigos que de fuera venían y es dable de que estos fundaran sus mayores esperanzas en el suceso del partido Realista de aquel día; no les ha salido bien y es fuerza que se den nueva maña; dicen este Correo, no sé si con verdad que en París acababan de apoderarse de la persona principal o cabeza de la Liga de aquel funesto día; si es cierto, en mal pellejo está. Dios calme cuanto antes tanta […]

EL AÑO EN QUE CANARIAS QUISO SU PROPIA INDUSTRIA BALLENERA

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Puede parecer algo extraño vincular nuestras islas al denostado negocio de la pesca de ballenas, sin embargo, esta actividad fue promovida en las islas y, curiosamente, fue de las primeras que involucraron a tinerfeños y gran canarios, si bien de esto han pasado muchos años ya.

Viera y Clavijo ya apuntaba alguna referencia en su Historia General de las Islas Canarias mencionando, en 1778, que la Real Sociedad Económica de Amigos de Canaria la incentivaba:“a fin de promover la pesca de ellas; y con efecto, en mayo del mismo año, se arponaron sobre la costa de Arguineguín, dos grandes ballenas, como un ballenatito, las que por haberse roto las cuerdas en las vueltas y revueltas que dieron, pudieron escaparse mal heridas.” Pero lo cierto es que debió pasar una década más para que esto se impulsara con más determinación.
Sucedió con la llegada del nuevo comandante ge­neral, Miguel de la Grúa Talamanca de Carini, mar­qués de Branciforte. El mando, bastante impetuoso y empático, se puso rápidamente a la acción entrando en contacto con los comerciantes de vinos de la isla, cosa bastante normal, pues los mandos militares y los comerciantes iban siempre de la mano.

Su relación con el portuense Bernardo Cólogan Valois fue significativa pues, en 1784, ambos parecen decididos a establecer una compañía ballenera con sede simultánea en Tenerife y en Las Palmas. La compañía de Bernardo y su hermano Juan comerciaba con Norteamérica, donde enviaba vinos y de donde traía, a modo de intercambio, duelas de roble americano. Evidentemente ese comercio les mantenía en contacto con muchos capitanes de Filadelfia, Nueva York e incluso de puertos más al norte como Hálifax o Montreal. En esos tornaviajes, los navíos transportaban otros productos demandados en las islas como bacalao, cereales e incluso esperma de ballena.
Carta de pertrechos para ballenas: AHPTF. AZC.
Documentos varios de 1787.|

Pintura de navíos pescando ballenas, obra de Abraham Storck: ‘Whaling in the Arctic Ocean’
Retrato del marqués de Branciforte, 
Obra de José María Vázquez. México
Por aquel entonces, las compras de aceite de ballena (esperma) a Nantucket, Mas­sachusetts, eran bastante notorias, siendo este aceite el único combustible disponible para iluminar la noche. Decía Branciforte: Señor Cólogan, tengo avisado a Vuestra Merced el recibo de las cartas que me remitió para el asunto de la Pesca de Ballenas; y tocante a lo demás, contestaré en otra ocasión. Ahora estoy componiendo las cosas para que mis pobres puedan entrar en el Hospicio el día primero de año, precisamente, uno de los artículos que necesito es el de sábanas, que deseaba fuesen de Brin, para que con dos anchos hecha una sábana doblada pudiese servir para cada cama”

¿Quiénes fueron los propietarios de la nueva compañía? Pues de un total de 71 acciones que se emitieron, tenían suscritas participaciones, entre otros, la compañía Juan Cólogan e Hijos, el propio marqués de Branciforte y también el Gremio de Mareantes de Canaria, pues era desde Las Palmas desde donde iban a partir las primeras expediciones balleneras. El gremio de mareantes de la Ysla de Canaria me ha ofrecido tres acciones para la pesca de la ballena como Vuestra Merced verá por la Copia de una carta que incluyo. Y no obstante que nos sobran acciones según el cómputo prudencial he tenido por mi punto admitirlas, tanto, porque entren al disfrute común unos hombres prácticos en el Mar, que tanto necesitamos como porque contribuyan gustosos con sus personas al tiempo de las operaciones.[1]

Desde 1784 hasta 1789, tanto Branciforte como Cólogan, intentaron impulsar la actividad ballenera y como de ese negocio aquí no había nada, de lo primero que se ocuparon fue de traer un navío para tal menester.Se halla en este Puerto la fragata Nuestra Santísima Trinidad construida en la Palma, y me parece adecuada para el Proyecto en caso de ser preciso fletar un buque de igual naturaleza, porque siempre sería lo mejor preferir la Nación, y más quando conjeturo puede salir este por menor costo que los extranjeros; incluso a Vuestra Merced un tanto del gasto mensual de la citada Fragata excepto el Buque para que bien reflexionado me dará su parecer a fin de poder y prevenir a su Capitán proporcionalmente lo conveniente teniendo antes presente el Ynforme de Canaria y el que hagan los nominados Diputados espero su contestación y quedo como siempre su afectuoso.[2]

Tras involucrar a los empresarios de Las Palmas, y debatir sobre cuál sería el barco más adecuado, se adquirió uno, a propuesta de Bernardo, pues tenía los contactos más adecuados. A finales de 1787 se compró en Nantucket, cuna de la industria ballenera un bergantín ballenero norteamericano, capitán David Squier, que luego se renombró como Marqués de Branciforte, en honor al comandante general. Se compraron aparejos y útiles, como arpones, se fabricaron lanchas para abordar a los cetáceos, se compraron contenedores en formato de pi­pas y barriles para almacenar la grasa así como calderas hechas de planchas de cobre para fundirla, además deun sinfín de artilugios para equipar una pequeña pero práctica industria ballenera. Las maderas y las lanchas espero que están luego prontas, así como Vuestra Merced me dice lo estarán las calderas que se han fabricado de las planchas de cobre que ay en este puerto.[3]


Como el desconocimiento del negocio era supino, además de barcos y útiles debían llegar a las islas expertos ma­rinos necesarios para tan inédita aventura. Me tiene cuidadoso la ninguna noticia de los útiles para la pesca, y así me dirá en contestación de esta, si tiene alguna; pues sentiría llegase a tiempo preciso de su uso, y por su falta se frustrase el intento proyectado; también me dirá Vuestra Merced si tiene ya escrito para la venida de los otros dos Hamburgueses pues bien conoce, que insensiblemente se acerca el tiempo y necesitamos aprovecharlo.[4]

Así pues, un negocio a medias entre tinerfeños y gran canarios, que se lanzó bajo el auspicio del jefe militar y casi político de las Islas Canarias. Lamentablemente, y tras dos años de intentonas con varias salidas en busca de los ansiados cetáceos, el bergantín Marqués de Branciforte no dio los resultados esperados y el barco acabó siendo utilizado para transporte de tropas y mercancías, hasta su apresamiento, por los franceses, en 1814. Los empresarios que participaron no obtuvieron la satisfacción y el retorno económico esperado y el asunto pasó lentamente al olvido.

Finalmente, las islas quedaron como meros espectadores en un negocio que prosperó enormemente en el siguiente siglo, generando una fortuna en Norteamérica y los países del norte de Europa. Muchos de esos balleneros hicieron escalas en las islas de camino a los mares del sur. El intento sirvió al menos para demostrar la iniciativa canaria, bastante loable en aquellos años.

  • Artículo extraído parcialmente del libro “Tenerife Wine”, páginas 432-435.


 

AHPTF. AZC. Corr. 967/43. Carta de Juan Cologan Valois desde Londres a sus hermanos Tomás y Bernardo en Tenerife. 27de octubre de 1789.



[1]AHPTF. AZC. Corr. 884/31. Carta del marqués de Branciforte a Bernardo Cólogan Valois. S/C de Tenerife. 15 de octubre de 1785.
[2]AHPTF. AZC. Corr. 884/30. Carta del marqués de Branciforte a Bernardo Cólogan Valois. S/C de Tenerife. 20 de diciembre de 1785.
[3]AHPTF. AZC. Corr. 891/37. Carta del marqués de Branciforte a Bernardo Cólogan Valois. S/C de Tenerife. 19 de octubre de 1785.
[4]AHPTF. AZC. Corr. 884/28. Carta del marqués de Branciforte a Bernardo Cólogan Valois. S/C de Tenerife. 22 de agosto de 1785.
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