Si hay alguien que es recordado con odio en China es sin duda el diplomático británico Lord Elgin y motivos no les faltan por la barbaridad que hizo. Pero la responsabilidad en la destrucción del Palacio de Verano, una verdadera maravilla del arte chino, no fue sino el humillante colofón de la cruel colonización con la que los británicos azotaron China y que también fue secundada por Francia de la mano del otro diplomático Le Gros. Pero, ¿cómo se llegó a aquello?
Lord Elgin
El 8 de octubre de 1856, oficiales de la dinastía Qing abordaban el Arrow, un barco chino que había sido registrado en Hong Kong, ya posesión británica, y sospechoso de ejercer la piratería y el contrabando. Tras el asalto, doce sujetos chinos fueron arrestados y hechos prisioneros, quedando registrado este suceso como el Incidente del Arrow. Los oficiales británicos en Cantón pidieron la liberación de los navegantes, afirmando que como el barco había sido recientemente registrado por británicos estaba protegido bajo el Tratado de Nankín. Sólo cuando se demostró que ese argumento era muy endeble, los británicos insistieron en que el Arrow ondeaba una insignia británica y que los soldados Qing habían insultado su bandera.
En mayo de 1857 Lord Elgin puso rumbo hacia China y Japón con el objeto de poner fin a las hostilidades. Cosa que evidentemente no hizo y si ahondar aún más en las hostilidades. Al mismo tiempo Francia encargó a su diplomático Barón Jean Baptiste Louis Gros [1793 – 1870] a que hiciera lo propio y se trasladara hasta China para negociar la paz.
Extract of "Baron Gros's Embassy to Chinaan Japan, in 1857-1858"
Le Gros, como Comisionado Especial, se embarcó en el navío Audaciuse acompañado de M. du Chesne de Bellecourt, secretario de primera clase, el vizconde de Contades, secretario de tercera y el marqués de Moges y el conde de la Tour de Maubourg, agregado especial a la misión.
Barón Jean Baptiste Louis Gros
La misión partió del puerto de Toulon el 27 de mayo de 1857. Tenía una tripulación de 550 personas y estaba armado con 56 cañones. Lo propulsaba una máquina de vapor de 800 caballos. Dirigía el navío el oficial M. d’Abeville. Tras pasar cerca de las islas Baleares divisaron las costas de Málaga y luego Cádiz. Con buen clima cruzaron el estrecho de Gibraltar para adentrarse en el Océano Atlántico. El tercer día de junio alcanzaron a ver el pico del Teide, en la isla de Tenerife. Tras acercarse a la capital de la isla, Santa Cruz de Tenerife, y tras las pertinentes verificaciones sanitarias descendieron para cumplimentar sus saludos al capitán general. Cuatro días permaneció el navío donde se permitieron incluso una rápida ascensión al Teide. Tras dejar la isla el 7 de junio de 1857 la Audaciuse prosiguió por el Cabo de Buena Esperanza camino de China.
Le Gros en su estancia en Tenerife
Mientras el gobierno chino, que aún se hallaba en guerra con los insurgentes de la Rebelión Taiping, no estaba en las mejores condiciones para enfrentarse nuevamente con Occidente e inevitablemente sufrió el ataque británico en el puerto de Cantón acaecido entre el 28 y el 31 de diciembre, en la desembocadura del Río de las Perlas. Allí nada pudieron hacer. Eso pese a que Ye Mingchen, luego gobernador de las provincias de Guangdong y Guangxi, alertó a los soldados chinos de los fuertes, y después de tomar los más cercanos al puerto sin mucho esfuerzo, la armada combinada franco-británica atacó la ciudad [los ingleses contaban con 41 buques y 11.000 soldados, los franceses suministraron 6.700 soldados más). Entonces se unieron en tierra los franceses bajo el mando del almirante Sir Edward Seymour quien, junto a la armada combinada de los países europeos, tomaron finalmente Cantón. La alianza anglo-francesa mantuvo el control durante casi cuatro años. Ye Mingchen fue exiliado a Calcuta, India británica, donde murió de inanición.
Así fue como en junio de 1858, la primera parte de la guerra concluyó con el Tratado de Tientsin [Tianjin], en el cual participaron además de Inglaterra, Francia, Rusia y los Estados Unidos. Uno de los objetivos más importantes del mismo para los occidentales era conseguir establecer legaciones diplomáticas en Pekín, una ciudad cerrada hasta entonces para ellos. También se consiguió abrir diez nuevos puertos al comercio internacional, incluyendo Niuzhuang, Danshui, Hankou y Nankín, además del derecho a navegar libremente por el río Yangtsé para los navíos extranjeros. También consiguieron el derecho a viajar hasta regiones interiores del país, y una fuerte indemnización económica que alcanzaba los dos millones de taeles de plata. En este lamentable estado, el emperador Xianfeng, que aún se resistía a ver a los occidentales en Pekín, finalmente claudicó, pero la guerra estuvo lejos de terminar pues una fuerza naval, bajo el mando del almirante Sir James Hope Grant, bombardeó los fuertes ubicados en la boca del río Hai He.
En 1860, una fuerza anglo-francesa se reunió en Hong Kong y luego llevó a cabo un desembarco en Pei Tang el 3 de agosto, y un exitoso ataque a los fuertes de Takú el 21 de agosto. A principios de septiembre, las fuerzas ocupantes se aproximaron a Pekín y desde allí enviaron a un emisario, Harry Parkes, quien se dirigió hacia la ciudad para proponer un acuerdo. El emisario fue apresado y Xianfeng, mal asesorado, pensó que tras la captura de éste, los británicos se rendirían pues le consideraban su principal estratega. Nada más erróneo, porque el 21 de septiembre de 1860 las fuerzas británicas, lideradas por Lord Elgin, entraron en Pekín y el emperador y su corte, alarmadas, abandonaron el Palacio de Verano de Chengde. El 6 de octubre los ingleses, acompañados de tropas francesas, lo tomaron y tras saquearlo y pese a la oposición de Le Gros, lo incendiaron para dejarlo totalmente arrasado. Las 300 hectáreas de palacios, templos, pagodas de estilo chino, tibetano y mongol construidos por Quianlong, desaparecieron para siempre con sus tesoros expoliados y muchos de ellos enviados a Europa como trofeos.
Palacio de Verano
El 24 de octubre de 1860 el príncipe Gong, hermano menor de Xianfeng, casi su alma gemela y asesor de toda confianza, firmó el Tratado de Tientsin, finalmente ampliado y firmado en la Convención de Pekín, mientras las potencias occidentales aún ocupaban Pekín, poniendo fin a la Segunda Guerra del Opio.
Así pues, Lord Elgin con la complicidad de Le Gros causaron una de las mayores tropelías que se pueden hacer contra la memoria de las civilizaciones, algo que hoy en día se achaca únicamente a los islamistas y a otros a quienes tachamos de bárbaros y sanguinarios. Como se demuestra, la historia nos puede dar algunas lecciones.
Firma del tratado de Tientsin