LA CHULERIA BRITÁNICA EN EL PUERTO DE SANTA CRUZ DE TENERIFE
En 1776 los británicos se mostraban ariscos y disgustados con la reciente rebelión de sus colonias. España que por entonces ya negociaba la ayuda a éstas tenía que disimular cómo podía pero había veces que se hacía casi imposible por la soberbia británica.
En enero de 1776 el HMS Pallas, capitán William Cornwallis, estando fondeado en Santa Cruz disparó su cañón contra un mercante americano que ondeaba la nueva enseña americana.
El 28 de noviembre del mismo año fondeaba la fragata HMS Atalanta y ni corta ni perezosa, abordó un mercante inglés poniendo a bordo a un teniente y un grupo de soldados.
El 28 de diciembre volvía de nuevo Cornwallis a Santa Cruz y abordaba nuevamente a otro navío también británico procedente de Barcelona.
El comandante de la Islas Canarias Tavalosos, sin medios para impedir estos actos escribió a Madrid para elevar una queja al gobierno británico pues estos delitos se sucedían sin represalias.
Nuestro ministro de estado marqués de Grimaldi remitió este texto a nuestro embajador en Londres el príncipe Masserano lo siguiente:
“Estos hechos van verdaderamente en contra del honor y la soberanía del Rey y han merecido toda la atención de Su Majestad. Me ordena instruir a Vuestra Excelencia como su agente para que informe de esto a los funcionarios correspondientes de los Ministerios Británicos, a fin de que adviertan a los capitanes de los buques de guerra ingleses que se abstengan de cometer delitos similares, porque los Gobernadores del Rey en esos lugares han sido instruidos para mantener el honor y los derechos de Su Majestad, aunque por nuestra parte se les ha advertido que usen tacto y conducta cortés. Dios conceda a Vuestra Excelencia [&c.]