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Channel: Canary Island in history
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1781. Esto me lo vas a pagar con vino, te lo juro.

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Si acaso piensas que esto de mandar a los hijos al extranjero es una modernidad y algo exclusivo de nuestros tiempos, te voy a demostrar que para nada. Es más viejo que matusalén. Sucedió en la isla de La Palma en 1783.
Tomás ya no sabía qué hacer con su hijo. La vida en la isla no ofrecía demasiados alicientes en aquellos años pero eso ya lo sabían sus nueve hijos sin embargo ninguno salió tan capullo como el décimo, de nombre Francisco.
El colmo de su paciencia llegó en agosto de 1781. Francisco había cumplido 17 años y seguía sin trabajar como si hacían los demás hermanos, unos en la viña y otros en la bodega. Encima se había encaprichado con Juana, la hija de un carpintero al que no tragaba, y eso colmó el vaso de su paciencia. Este va a aprender, se dijo.
La mañana del 18, llegó una balandra del Puerto de la Cruz que anticipaba que en las siguientes semanas llegaría un navío de Boston para cargar vino.
Previendo la llegada, Bernardo le escribía desde el Puerto de La Cruz en Tenerife para saber si debía reenviar el navío hacia la Palma para cargar allí a también algo de sus vinos.
De inmediato contestó a Tenerife y confirmó que sí, que quería embarcar 60 pipas de vino y un hijo gilipollas a las Trece Colonias.

Tres semanas más tarde llegó el bergantín Patty, capitán Adams, a Tenerife y Bernardo le informó de que debía partir hacia La Palma. Adams se mostró poco crédulo ante la petición pero accedió.
Tomas sabía que criar a sus hijos siempre fue y será complicado pero en isla de La Palma del siglo XVIII era doblemente complicado pero antes de que perdiera su capacidad de influencia
tomó la decisión de enderezarle antes de que fuera tarde.
Solo había una pega y es que España estaba en guerra desde hacía tres años y está no tenía visos de terminar. Pese a todo decidió que Boston era mejor lugar que Santa Cruz de la Palma.
- Pero, ¿a dónde quiere que lleve a su hijo?-le preguntó Adam a Tomás que aún no creía que aquello fuera en serio.
- Al Sr. Greene, el tiene 8 hijos y sabrá acogerlo con fundamento y darle también un par de azotes cuando lo juzgue necesario.
-Bien, si así lo ha convenido, yo no diré más.
- Descuide, él lo entenderá y en esta carta están las instrucciones para él.
- Perfecto - dijo guardando el sobre en su bolsillo.
- Otra cosa, los seguros y el flete de mis 60 pipas van por mi cuenta y le añado 15 pipas más como pago por los meses que mi hijo pasará en casa de Greene.
El capitán poco asombro podía absorber ya, pues había visto casi todo y por eso no dijo nada. Se giró hacia Francisco y le dijo con sorna.
- Y tú, ¿qué sabes hacer grumete?
- Nada.
- Este se va a enterar de lo que es ganarse la vida - dijo Adams mientras miraba a su padre.
Así fue como Francisco partió para América. De Juana nunca más supo ademas su padre no le dio tiempo de siquiera de despedirse.
En la travesía vomitó todo lo que su estómago recibía. Tuvo fiebres y diarreas. Y muchas veces se preguntó cómo a su padre se le había ocurrido semejante putada. Además, eso no lo había nunca hecho con sus hermanos mayores y solo pudo deducir que él era la última puta gota del vaso y simplemente le tocó pagar a él. Francisco se preguntó durante el trayecto decían aquellas cartas pero no tuvo narices siquiera de preguntarle por ellas al capitán.
Cuando el navío llego a Boston el capitán entregó las cartas en mano al Sr. Greene quien, tras leerlas en un pis pas, le miró con cierto desprecio. Francisco ya había visto antes esa mirada y no se achantaba, es más le motivaba....
- Welcome to Boston, young Francis.
- Señor -replicó Francisco que no entendía ni papa de lo que dijo aquel tío.
Sin ahondar en más detalles, Francis permaneció en Boston un par de años y como era un cabra en La Palma también lo fue en Boston. Jugó en ligas que le excedían y por supuesto acabó en los tribunales. Cierto día llegaron sus papeles, deudas me refiero, a su isla natal y con documentos firmados por el gobernador del Estado de Massachussets y firmante de la declaración de la independencia.
¿Sabes a quién me refiero, no?. Se puso tan feo el asunto que al padre no le quedó más remedio que pagar. Eso sí, las deudas de Francis, como no, las pagó con más envíos de vinos de La Palma... Y es que el vino siempre fue una moneda de cambio.
Carlos Cólogan

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