En el siglo XVIII cada vez que Inglaterra iniciaba una guerra sus cónsules en cada recodo del globo se ponían a trabajar para engrasar su maquinaria bélica.
En ese siglo la Marina de guerra era una formidable organización que destacaba por tener navíos modernos y rápidos, tripulaciones bien entrenadas y sobre todo una logística de aprovisionamiento que permitía que sus navíos se movieran por el globo recalando en puertos seguros.
Para atender las necesidades de los navíos se necesitaba carne, fruta, galletas, agua y vino, mucho vino. Para la compra se sacaban a concurso los contratos de suministros por los que peleaban grandes empresas de todo el orbe.
En los puertos de Gibraltar, Tenerife, Madeira, Jamaica, Nueva Escocia, por nombrar solo a los más cercanos, las casas de comercio se postulaban para ganar los contratos de la Victualling Office of the Admiralty que era la entidad que los adjudicaba.
Para tener ciertas garantías de ganar alguno de esos contratos era necesario estar presente en Londres y en eso Juan Cologan Valois era muy efectivo y persuasivo.....El y su empresa Cologan, Pollard & Cooper "convencían" o mejor dicho untaban a los mandos militares para que en las islas se contratarán los suministros a los navíos de Su Majestad.
Los avisos, las recomendaciones y los detalles viajaban desde Londres hasta el Puerto de La Cruz para que finalmente los contratos se ganaran. Así fue una vez y otra y otra y gracias a ello la Bounty, una navío de guerra más, cargó vinos en Tenerife.
El fondo de estas negociaciones, los detalles, los contratos pronto verán la luz y cambiarán la percepción de lo que representaban para nuestras islas los comerciantes de vinos.
Miles de pipas de vinos se ponían en juego así como suministros de ganado vacuno, aguadas y ventas de frutas y verduras. Tal fue la importancia de esos contratos que a veces desabastecían a la isla.
Leer en las cartas que una sola casa comercial de Tenerife, la nuestra, la de Juan Cologan e Hijos almacenaba en sus bodegas del Puerto de la Cruz 2.000 pipas para este menester nos da una idea de la importancia de estos contratos. Desde luego no era la única pues el escocés Pasley también ganó algún que otro contrato.
Leer en las cartas que una sola casa comercial de Tenerife, la nuestra, la de Juan Cologan e Hijos almacenaba en sus bodegas del Puerto de la Cruz 2.000 pipas para este menester nos da una idea de la importancia de estos contratos. Desde luego no era la única pues el escocés Pasley también ganó algún que otro contrato.
De aquella industria ya no quedan vestigios y es una pena que mi ciudad natal no tenga memoria para recordar semejante legado máxime ahora que el vino de la isla alcanza unas cotas de calidad inéditas desde hace 150 años. Y es que Tenerife era conocida como la isla del vino y un lugar necesario para el despliegue de la flota británica. !Que ironía!
Carlos Cólogan