Juan [John] José Leandro Cólogan Valois nació en La Laguna el 13 de marzo de 1746 y se bautizó el 19 del mismo mes. Tuvo como padrino a Jorge Geraldín quien, debido a su ausencia, fue representado por Pedro Simón Presto.[1]
En sus primeros años fue orientado hacia la carrera eclesiástica, para lo que su padre fundó una capellanía, en 1771, en la iglesia del Puerto de la Cruz, reservándosela para que pudiera celebrar misa, pero las inquietudes de Juan no iban por esa senda y no concluyó sus estudios eclesiásticos decantándose finalmente, al igual que sus hermanos, por la carrera del comercio y las finanzas. En su adolescencia estudió en el Real Colegio Inglés de Saint Omer, en las cercanías de Calais, Francia, dato del que queda constancia en el testamento que redactó su padre en 1772, en el que menciona a su hijo Juan, clérigo, residente en Francia. Pero, al margen de esta circunstancia, desconocemos otros aspectos de su trayectoria juvenil.
Contrajo matrimonio en la iglesia de Saint Hermains, en París, con Ana [Anne Rose] Coghlan, dama de la princesa e hija de Terence Coghlan, general de los ejércitos del rey de Francia, también originario de Inglaterra, y de Mary Elizabeth Dillon.
La pareja tuvo un único hijo, Louis Bernard Cólogan Coghlan, nacido en la ciudad de Saint-Germain-en-Laye[2]el 30 de marzo de 1777, según registro de la parroquial de Saint-Germain, donde tan sólo un día más tarde, el lunes treinta y uno del mismo mes, fue bautizado. Según reza el documento era hijo de Sir John Cólogan, un caballero español y de la señora Anne Rose Coghlan, su esposa. El padrino fue su tío Bernardo Cólogan, pero como éste residía en Tenerife debió representarle Louis Charles Roche, valet de chambre de Juan Cólogan. Actuó de madrina Mary Elizabeth Dillon y ofició en la ceremonia el sacerdote Roche Gau Gan Duvivier. Louis Bernard falleció muy joven, en 1784, pocas semanas después que su madre.
Tras estas desgraciadas vicisitudes, Juan Cólogan debió trasladarse a Inglaterra, donde tenía sede una de las oficinas comerciales de su familia. Juan comenzó su propia trayectoria profesional en la casa de comercio familiar que lideraban por entonces su padre y su hermano Tomás, con iniciativas propias. La primera noticia de carácter mercantil que se le conoce es de 1783, durante su estancia en Londres, desde donde pidió permiso, a través de la embajada de España en esa ciudad, para llevar mulas de Canarias a América.
Para ello escribió a Aranjuez el 20 de abril, el entonces embajador en Londres Bernardo del Campo, solicitando autorización y la respuesta desde España indagaba si el destino de esos mulos era la América Española o los Estados Unidos. A esos escritos contestó Juan protestando que el motivo principal era introducir vinos en aquel nuevo país. De los documentos hallados en el Archivo General de Simancas se deduce que estas gestiones buscaban, en el fondo, introducir los vinos de Canarias en aquel mercado[3]. Es muy probable que por aquellos años Juan conociera a José de Lugo-Viña y Molina[4][1754-1837] un tinerfeño afincado en Nueva York, con quien negoció envíos de barcos cargados con vinos desde Canarias[5]. José de Lugo-Viña y Molina regresó en 1785 a Londres donde se estableció y colaboró con Juan Cólogan en estos y otros negocios.
Juan casó en segundas nupcias con su prima Mary Ann Fitz- Gerald Kennedy, segunda hija de John Fitz-Gerald Browne[6]y de Anne Kennedy, ambos irlandeses. John había nacido en Waterford y era miembro del Parlamento Inglés. De este matrimonio nació María Cólogan Fitz-Gerald, bautizada en la Capilla Española [Spanish Chapel] de Londres, el 25 de marzo de 1786[7]. María contrajo matrimonio en Angulema [Francia], con el conde Joseph Regnauld de la Soudière. La segunda hija, Ana Cólogan Fitz-Gerald, casó en Austria con el conde Paul Bazzioli di Gozze de Ragusa.
Juan, al igual que su hermano Tomás, mantuvo una estrecha relación con numerosos científicos y exploradores británicos. Hasta ahora hemos descrito los contactos establecidos entre miembros de la familia con algunos viajeros a su paso por las Islas Canarias sin saber, realmente si esto se debía a la casualidad. Otras familias tinerfeñas, con amplios contactos en ciudades europeas, contaban también con relaciones con personajes de primer orden.
De los científicos que visitaron las Islas, el barón Alexander von Humboldt, uno de los más célebres, relata en una de sus cartas a su hermano Wilhelm, escrita el 24 de junio de 1799, que en la casa Cólogan habían estado hospedados, en su día, James Cook y Joseph Banks[8]. Sin embargo, el marino inglés estuvo en Santa Cruz de Tenerife entre el 1 y el 4 de agosto de 1776, al comienzo de su tercer viaje. Durante su estancia, al parecer sólo conoció la capital y sus alrededores, llegando únicamente a La Laguna y coincidiendo en su visita con el francés Jean Charles de Borda. Joseph Banks acompañó a Cook en su primer viaje de 1769, que no hizo escala en Tenerife, avistándola de lejos cuando navegaban entre Madeira y Río de Janeiro. El error de Humboldt, se debió probablemente a la justa fama que tenía la familia Cólogan de ser los anfitriones habituales de numerosos viajeros. Sin embargo, años más tarde, una carta escrita por sir Joseph Banks a Juan Cólogan Valois referente a asuntos botánicos en 1791, permite aseverar que tal relación existió.
Juan Cólogan mantuvo relaciones amistosas con algunos de estos destacados hombres de Ciencias en Londres y, gracias a estos contactos, sus hermanos Tomás y Bernardo, años más tarde los recibieron en Canarias. Décadas después, fue su sobrino Bernardo Cólogan Fallon quien continuó con este hábito.
Tenerife, 30 de agosto 1791
Estimado Sr.:
Hoy es el día en que puedo informarle de que llegué aquí el
pasado día 28 después de un tedioso viaje debido a constantes vientos
en contra. El lunes padecí un violento ataque de fiebre por haber
estado expuesto al sol que pensé que sería fatal, ya que tenía todos
los violentos síntomas de la Batavia con terribles dolores de cabeza
que no le dejan a uno razonar. Gracias a Dios he mejorado y la fiebre
ha disminuido pero aun escribo con gran tortura – espero que el
aire del mar me reponga la salud aunque tal vez me quede mucho
sufrimiento hasta llegar al final de la línea. Le he conseguido mi estimado
señor por el honor del contratante dos recipientes del mejor vino
que se pueda encontrar. Lo he puesto en barriles ingleses para que
no exista ningún peligro de vertido y por la presente le adjunto un
recibo del Patrón por si fuera necesario a la llegada del barco aunque
confío en poder entregárselo yo personalmente a pesar de reconocer
cuan prontamente me he encontrado en una situación en la que no
soy capaz de soportar la fatiga como antes. Nada puede ser mejor
que el barco – [¿] excepto en condiciones de viento extremo, nos hace
compañía extremadamente bien y a veces no nos hace navegar, en
realidad todo es como hubiera deseado pero nos conoceremos mejor
cuando lleguemos al cabo y mis oficiales se hayan habituado a la
atención a la que muy pocos están acostumbrados y que resulta necesaria
en estos viajes.
El calor aquí es extremo. Tanto, que no lo habíamos experimentado
antes y los vientos nocturnos parecen provenir de un horno.
Uno de mis pobres hombres que estaba conmigo en el barco está gravemente
enfermo con unas fiebres como las que yo padecí, pero el otro
que partió de Greenwich para venir conmigo está bien. En todos los
demás aspectos ninguna otra tripulación goza de mejor salud.
El Almirantazgo me negó la orden de adelantar el dinero a los
jardineros por partes si fuera necesario. Sería mejor para usted Señor
pedirle la orden al Sr Stephens mientras los presentes estemos vivos,
ya que yo le anticiparía a los jardineros en caso de necesidad.
En este momento tengo todos nuestros víveres a bordo y nos van
a arrastrar al mar pues no hace viento. Portloch [¿] aparte de ser
muy atento, es un hombre amable de muy alta valía por lo que es mi
primer Lugarteniente.
A la Providencia que me ha protegido hasta el presente confío
el que me devuelva con éxito a dónde estáis vos. Adiós my estimado
Señor. Con mi máximo respeto y consideración permanezco su más
afectuoso y noble siervo.
Josephs Banks
Leandro Fernández de Moratín[9], que en 1792 residió en Londres y tuvo amistad con Juan Cólogan Valois nos proporciona referencias de su vida londinense. En su diario de visita a aquella ciudad, titulado Las Apuntaciones, menciona en repetidas ocasiones a Juan Cólogan Valois y le dedica numerosos comentarios. El trabajo de Armengol contiene un capítulo entero relativo a Juan y su familia.
Moratín llamaba a Juan Cólogan el irlandés, y le sorprendió conocer a un español con esa ascendencia mezclada con familias canarias. El caso es que Juan fue el primer contacto del escritor en Londres y, además de adelantarle el dinero antes de que le llegaran sus remesas de Madrid, se constituyó en su hospitalario benefactor.
En las notas de Moratín se lee: Manger cum Cólogan in Sablonière[10], al tiempo que hace referencia a que a Don Juan era un hombre que comprendía cuánto gustaba a sus jóvenes amigos estar sentados a su mesa en un buen restaurante francés.
En 1793 Juan Cólogan Valois contaba con cuarenta y cinco años y estaba dedicado principalmente al comercio de vinos. Residió en Londres muchos años perteneciendo a un círculo de ricos comerciantes, muchos de ellos irlandeses. Además de participar de los negocios de la familia, tuvo su propia compañía participando con William Pollard y James Cooper en la sociedad Cologan, Pollard & Cooper. Según el directorio de empresas de Londres del año 1794, tenía su sede en la calle Swithin's Lane número 20 de Westminster, junto a la actual estación de metro de Cannon Street.
Juan Cólogan fue colaborador de la embajada de España en Inglaterra y en muchas ocasiones las remesas que ésta recibía eran a través de la Casa Comercial de Juan. Se sabe por el libro de Moratín que este señor recibía con gran agrado a cualquier español que allí se hospedara. De hecho Moratín, antes de llegar a Londres, sabía que habría de dar con el irlandés, que le entregaría la remesa, para proseguir su estancia.
Ortiz Armengol escribe:
Ya hemos dicho que la Casa era muy conocida en la Embajada;
pudiera ser que a través de ella la misión española recibiera todas sus
remesas. Sabemos la intervención de la Casa Cólogan en la construcción
y el mantenimiento de la capilla y el caso es que Moratín ya
venía encaminado a ese nombre cuando, el día de su llegada a esa ciudad,
espera una cantidad a través de el irlandés. Al cual haría
saber su ansiedad, y revela la bondad de don Juan Cólogan ese de
que fuera a buscarle a los pocos días, probablemente para darle aviso
de algo relacionado con la remesa; así interpretamos el ici Cólogan.
El cual vivía, como luego veremos, a tiro de piedra de la habitación
que habitaba Moratín, a la vuelta de la esquina, en Leiscester
Square, como escribirá el distraído estudiante de la lengua inglesa.
Como muestra de que Juan Cólogan Valois actuó como intermediario
de algunos destacados científicos, existe constancia de
que el 18 de octubre de 1789 vendió instrumentos mecánicos por
valor de 237 libras a Juan Manuel de Aréjula, alumno de Fourcroy
y conocido profesor de Química del Colegio de Cirugía de Cádiz.
En octubre de ese mismo año fue pensionado, nuevamente, para
ir a París y Londres con el objetivo de elegir y comprar las máquinas
e instrumentos necesarios para el laboratorio de Química del
Colegio de Cádiz.
En una carta de Leandro Fernández de Moratín[11]225 a su amigo
Juan Antonio Melón le dice lo siguiente:
Las cartas que enviaste con el antiguo sobre escrito se perdieron.
Dentro de quatro o seis días saldré de aquí para Italia: los pies me
bullen; y sobre todo no hay que esperar a que el tiempo se arrugue.
Cólogan me adelanta aquí diez mil reales, que se pondrán en
Madrid a su disposición en casa de Joyes, de orden mía; por de contado,
ya existen los cuatro mil que Joyes [supongo que sería el libró
últimamente y no he cobrado; añades a estos los cuatro mil que dices
en tu carta que pedirás a Córdoba, y otros dos mil, que bien te lo
enviarán de aquí a diciembre, puesto que he quedado con Cólogan en
que a esa época tendré pronta en Madrid esa cantidad. Puedes
enviarle el recibo de Joyes, y tu te quedarás con otros; en fin ahí te
dirán lo que hay que hacer; yo me confundo cuando se tratan de
sumas tan cuantiosas, e la testa si comincia a riscaldare. Cólogan
vive en Leiscester Fields, número 19.
Juan Cólogan Valois habitó en Londres en una casa situada en la esquina de Leicester Square, muy próxima a Picadilly Circus, distinguida entonces con el número 19, según un plano de 1792 del cartógrafo Richard Horwood del área de Westminster. El hotel-restaurante Sablonière, del que ya hicimos mención, se encontraba a pocos metros de la vivienda de Juan, en la propia plaza de Leicester Square número 28, por lo que era habitual que recibiera en este lugar a sus visitas y amigos. El establecimiento, muchas veces citado por Moratín, fue además lugar de reunión de los españoles y, posteriormente, se convertiría en la sede del Club Hispanus, del cual Moratín fue miembro activo, redactor de su reglamento y secretario de actas. También participó en este club José de Lugo, quien destacaba por su elevado conocimiento de la lengua inglesa, lo que en ocasiones le llevó a rivalizar con el propio Moratín.
Pero la fortuna de Juan era tal que incluso disponía de una casa de campo a las afueras de Londres, que pudo haber estado ubicada en los alrededores de Hampton-Court o en la desembocadura del río. A esta residencia, cree Armengol, fueron invitados cierto día de noviembre de 1792 Moratín, Carlos von Sames, encargado de negocios de Dinamarca en Madrid, y Antonio María de la Cerda y Vera, VII marqués de la Rosa. Tras pasar la jornada en ella regresaron
a Londres a las once de la noche lo que, para ser noviembre,
significaba que la reunión se había celebrado puertas adentro y que
tuvieron muchas horas de oscuridad cenital. Tanta, que a la vuelta
tropezaron con unos ladrones de carretera, sin que se nos explique
el alcance de ese mal encuentro.
En las navidades de 1792 se encontraba en Londres Tomás Quilty y Valois[12], casado con su hermana María Xaviera Cólogan Valois. Moratín comentaba, ya menos sorprendido, que siempre tras un nuevo irlandés había alguna conexión con otros ya conocidos. El caso es que Mateo recomendó a Moratín el traslado de su residencia desde Leicester Square, cerca de la casa de Juan Cólogan, al 481 del Strand, edificio que en la actualidad no se conserva.
En mayo de 1793 estuvo de paso en Londres Leandro Fernández de Moratín que se dirigía de viaje a Southampton en compañía de José de Lugo y Molina y Carlos de Gimbernat y Grassot. A éstos se añadió un joven llamado Barry, probablemente Diego Barry Cambreleng, hijo de Diego Barry O’Brien, amigo de Tomás Cólogan Valois y comerciante de origen irlandés afincado en Baltimore, además de cónsul de Portugal en 1792. Esta familia estuvo asociada a los Cólogan por medio de la empresa Cólogan, Barry y Cía[13].
Sin dejar de relatar la vida de Juan Cólogan Valois, que es quien nos ocupa, trascribimos fielmente un párrafo del libro reseñado de Pedro Ortiz Armengol que describe con gran acierto al sobrino de Juan Cólogan Valois, Bernardo Cólogan Fallon, en cuya azarosa vida profundizaremos más adelante:
[…] estaban también en Londres los sobrinos de Juan, formando
una piña, y entre ellos destacó desde el principio el hijo mayor de
Tomás y de Isabel, Bernardo Cólogan Fallon, nacido en 1772, con
estudios en París en el colegio Real de Navarra, viviendo después de
septiembre de 1788 en Londres, sin duda bajo el cuidado de su tío
Juan Cólogan, y realizando viajes por Holanda y otros países.
Bernardo resultaría al final el gran personaje de la familia, pero en 1792 y 1793, cuando en Londres pudo con bastante probabilidad haber visto e incluso tratado a Moratín, era un joven de diecinueve o veinte años, bien parecido –hay retratos de niño, de joven y de adulto que así lo demuestran– deseoso de hacer una carrera literaria y artística, para la que estaba muy dotado.
¿Sabría ese literato de Madrid [Moratín], poeta laureado,
autor teatral conocido y ya controvertido, que estaba en Londres no
se sabía bien a qué, sin conocer palabra de inglés, aunque con buen
francés e italiano y un castellano jugoso, fresco y grácil?, ¿no vio el
recién llegado el valor de aquel muchacho, diez años menor que él,
rico, brillante, conocedor de la música de Bach, Haydn y Scarlatti,
violinista el mismo?, ¿fue Bernardo Cólogan uno de los miembros
del Club Hispanus que agruparía en la comunidad española a los
jóvenes con inquietudes intelectuales? No son más que conjeturas y
no cita Leandro al joven Cólogan en su esquemático Diario, ni la
obra posterior de éste señala – que sepamos- la ocasión de haber
conocido al después muy famoso Moratín. El cual no debió ser
indiferente a este poeta en ciernes, huido del comercio, autor de poemas
en exámenes latinos y de otros en castellano neoclásico, hombre
de aficiones teatrales y autor de biografías y otros escritos, obras
todas de juventud. Balbuceos que después serían rebasados por sus
hechos de armas cuando la afortunada defensa de Tenerife contra
el asalto de Nelson, en la que los canarios quedaron tan decentemente
ante la historia. Balbuceos literarios de Bernardo Cólogan
superados también por sus trabajos científicos y económicos y sus
actividades políticas y sociales»
Juan regresó a Tenerife y falleció en el Puerto de La Orotava el 14 de mayo de 1799 a los cincuenta y tres años, habiendo hecho testamento ante Nicolás de Currás y Abreu el 9 de mayo de 1799. Fue sepultado, como sus hermanos, en la capilla de los Irlandeses de la iglesia de la Peña de Francia. Su viuda, volvió a casar con el capitán Antoine Bacheville[14] de quien únicamente se sabe que era oficial de la guardia del rey de Francia Luis XVI [1754-1793]. Al ser arrestado éste durante la insurrección del 10 de agosto de 1792, juzgado por la Convención Nacional, declarado culpable de traición y condenado a la guillotina el 21 de enero de 1793, muchos miembros de su vieja guardia se vieron obligados a huir.
[2]La ciudad de Saint-Germain-en-Laye, situada al oeste de París, pertenece al departamento de Yvelines.
[3]ORTÍZ ARMENGOL, Pedro. El año que vivió Moratín en Inglaterra. 1792-1793. Editorial Castalia. 1985, p. 56.
[4]José de Lugo-Viña y Molina fue cónsul de España en Dunkerque, París, Amberes y Lisboa. Caballero de la Orden de Carlos III y diputado a Cortes en Bayona
en 1813. Casó en Francia, donde murió y dejó descendencia. Véase Jorge DEMERSON: Un canario diplomático y hombre de negocios: Don José de Lugo-Viña y Molina.
Instituto de Estudios Canarios. Santa Cruz de Tenerife, 1988.
[5]Tras la promulgación de las Navigation Act por parte de Inglaterra, que impedía todo comercio de barcos extranjeros con sus colonias americanas. Esto ocasionó que el vino canario que antes se enviaba a Inglaterra se eliminara de forma inmediata.
[6]John Fitzgerald nació en 1705. Era hijo de Edward y Margaret Fitzgerald. Anne Kennedy fue hija de John Kennedy. Ambos habían casado el 29 de agosto de 1757. John y Anne tuvieron ocho hijos: Nicholas, Eleanor, Edgard, John, Richard, Charles, Mary Anne y George. Información proporcionada por www.thepeerage.com
[7]La Spanish Chapel fue promovida por el marqués del Campo, embajador español en Londres. Su construcción, a partir de un proyecto del arquitecto Josepho Bonomi, terminó en 1791. La capilla se encontraba en la Spanish Place. La acuarela que se muestra se halla en la sacristía de la Saint James Church, iglesia católica inmediata, a la que fueron a parar los libros sacramentales de la Spanish Chapel al ser demolida en 1900.
[8]James Cook arribó a Tenerife el 1 de agosto de 1776 y partió el día 4 de ese mismo mes. Durante su estancia visitó Santa Cruz y La Laguna, coincidiendo con Borda. En su libro Voyage to the Pacific Ocean, 1776-1794 describe su escala en la isla y en la página 26 hace mención a una persona que le ayudó a conocer ciertos aspectos de ella y que bien pudiera ser Tomás Cólogan: And i had an oportunyty of conversing with a sensible and well informed gentleman residing here, and whose veracity I have do not leaf reason to doubt. From him i learnt some particulars, which, during the shorty stay of three days, did not fall within my own observation...
[9]En 1792 Godoy ofreció a Leandro Fernández de Moratín la oportunidad de viajar por Europa a cuenta del erario español. Tras pasar por Francia, en plena revolución, partió hacia Londres. En cuadernillos sueltos relató su visita denominándose a partir de entonces esos textos Apuntaciones sueltas de Inglaterra. Estas fueron editadas por primera vez en 1867. Pedro Ortiz Armengol investigó esas notas y publicó, en 1895, el libro El año que vivió Moratín en Inglaterra. 1792-1793 publicado por la Editorial Castalia. El capítulo VII [p. 55] está dedicado a esclarecer quién era Juan y su denominada familia irlandesa.
[10]El Hotel Sabloniere se encuentra situado en la plaza de Leicester Square y actualmente su planta baja es un pub mientras que las superiores se encuentran ocupadas por viviendas.
[11]Para sus trabajos de banquero en Londres deberá consultarse el trabajo de Antonio RUMEU DE ARMAS: «Leandro Fernández de Moratín y Agustín de Betancourt. Testimonio de una entrañable amistad». AEA. Núm. 20, 1974, pp. 278-280. Puede verse también un comentario sobre Juan Cólogan y Valois en Antonio RUMEU DE ARMAS: Ciencia y Tecnología en la España Ilustrada: La escuela de Caminos y Canales. Editorial Turner. Madrid, 1980, p. 175.
[12]Mateo Quilty y Valois figura en 1791 como diplomático español residente en Francia, durante la revolución.
La presente carta tiene el propósito de notificarle que estamos de acuerdo que el Barry Little & Company tiene la completa disposición del capitán Scout del barco Southerk en su siguiente viaje desde su isla y en consecuencia no haremos efectivo ningún aseguramiento a su cuenta por este barco. El Southerk está ahora en Portsmouth esperando un convoy y viento favorable. Sinceramente Cólogan & Barry Company.
[14]Los hermanos Bartolomé y Antoine Bacheville, oficiales de la guardia del rey Luis XVI, fueron condenados a muerte en 1816 por un tribunal del preboste de Lyon. A ambos les reconoce la historia como valientes soldados que salvaron sus cabezas de la temible horca. Antoine, el más joven, murió en el exilio, mientras que Bartolomé regresó a su patria y publicó un interesante libro con el título: Voyages des Frères Bacheville en Europe et en Asie.