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EL AÑO EN QUE CANARIAS QUISO SU PROPIA INDUSTRIA BALLENERA

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Puede parecer algo extraño vincular nuestras islas al denostado negocio de la pesca de ballenas, sin embargo, esta actividad fue promovida en las islas y, curiosamente, fue de las primeras que involucraron a tinerfeños y gran canarios, si bien de esto han pasado muchos años ya.

Viera y Clavijo ya apuntaba alguna referencia en su Historia General de las Islas Canarias mencionando, en 1778, que la Real Sociedad Económica de Amigos de Canaria la incentivaba:“a fin de promover la pesca de ellas; y con efecto, en mayo del mismo año, se arponaron sobre la costa de Arguineguín, dos grandes ballenas, como un ballenatito, las que por haberse roto las cuerdas en las vueltas y revueltas que dieron, pudieron escaparse mal heridas.” Pero lo cierto es que debió pasar una década más para que esto se impulsara con más determinación.
Sucedió con la llegada del nuevo comandante ge­neral, Miguel de la Grúa Talamanca de Carini, mar­qués de Branciforte. El mando, bastante impetuoso y empático, se puso rápidamente a la acción entrando en contacto con los comerciantes de vinos de la isla, cosa bastante normal, pues los mandos militares y los comerciantes iban siempre de la mano.

Su relación con el portuense Bernardo Cólogan Valois fue significativa pues, en 1784, ambos parecen decididos a establecer una compañía ballenera con sede simultánea en Tenerife y en Las Palmas. La compañía de Bernardo y su hermano Juan comerciaba con Norteamérica, donde enviaba vinos y de donde traía, a modo de intercambio, duelas de roble americano. Evidentemente ese comercio les mantenía en contacto con muchos capitanes de Filadelfia, Nueva York e incluso de puertos más al norte como Hálifax o Montreal. En esos tornaviajes, los navíos transportaban otros productos demandados en las islas como bacalao, cereales e incluso esperma de ballena.
Carta de pertrechos para ballenas: AHPTF. AZC.
Documentos varios de 1787.|

Pintura de navíos pescando ballenas, obra de Abraham Storck: ‘Whaling in the Arctic Ocean’
Retrato del marqués de Branciforte, 
Obra de José María Vázquez. México
Por aquel entonces, las compras de aceite de ballena (esperma) a Nantucket, Mas­sachusetts, eran bastante notorias, siendo este aceite el único combustible disponible para iluminar la noche. Decía Branciforte: Señor Cólogan, tengo avisado a Vuestra Merced el recibo de las cartas que me remitió para el asunto de la Pesca de Ballenas; y tocante a lo demás, contestaré en otra ocasión. Ahora estoy componiendo las cosas para que mis pobres puedan entrar en el Hospicio el día primero de año, precisamente, uno de los artículos que necesito es el de sábanas, que deseaba fuesen de Brin, para que con dos anchos hecha una sábana doblada pudiese servir para cada cama”

¿Quiénes fueron los propietarios de la nueva compañía? Pues de un total de 71 acciones que se emitieron, tenían suscritas participaciones, entre otros, la compañía Juan Cólogan e Hijos, el propio marqués de Branciforte y también el Gremio de Mareantes de Canaria, pues era desde Las Palmas desde donde iban a partir las primeras expediciones balleneras. El gremio de mareantes de la Ysla de Canaria me ha ofrecido tres acciones para la pesca de la ballena como Vuestra Merced verá por la Copia de una carta que incluyo. Y no obstante que nos sobran acciones según el cómputo prudencial he tenido por mi punto admitirlas, tanto, porque entren al disfrute común unos hombres prácticos en el Mar, que tanto necesitamos como porque contribuyan gustosos con sus personas al tiempo de las operaciones.[1]

Desde 1784 hasta 1789, tanto Branciforte como Cólogan, intentaron impulsar la actividad ballenera y como de ese negocio aquí no había nada, de lo primero que se ocuparon fue de traer un navío para tal menester.Se halla en este Puerto la fragata Nuestra Santísima Trinidad construida en la Palma, y me parece adecuada para el Proyecto en caso de ser preciso fletar un buque de igual naturaleza, porque siempre sería lo mejor preferir la Nación, y más quando conjeturo puede salir este por menor costo que los extranjeros; incluso a Vuestra Merced un tanto del gasto mensual de la citada Fragata excepto el Buque para que bien reflexionado me dará su parecer a fin de poder y prevenir a su Capitán proporcionalmente lo conveniente teniendo antes presente el Ynforme de Canaria y el que hagan los nominados Diputados espero su contestación y quedo como siempre su afectuoso.[2]

Tras involucrar a los empresarios de Las Palmas, y debatir sobre cuál sería el barco más adecuado, se adquirió uno, a propuesta de Bernardo, pues tenía los contactos más adecuados. A finales de 1787 se compró en Nantucket, cuna de la industria ballenera un bergantín ballenero norteamericano, capitán David Squier, que luego se renombró como Marqués de Branciforte, en honor al comandante general. Se compraron aparejos y útiles, como arpones, se fabricaron lanchas para abordar a los cetáceos, se compraron contenedores en formato de pi­pas y barriles para almacenar la grasa así como calderas hechas de planchas de cobre para fundirla, además deun sinfín de artilugios para equipar una pequeña pero práctica industria ballenera. Las maderas y las lanchas espero que están luego prontas, así como Vuestra Merced me dice lo estarán las calderas que se han fabricado de las planchas de cobre que ay en este puerto.[3]


Como el desconocimiento del negocio era supino, además de barcos y útiles debían llegar a las islas expertos ma­rinos necesarios para tan inédita aventura. Me tiene cuidadoso la ninguna noticia de los útiles para la pesca, y así me dirá en contestación de esta, si tiene alguna; pues sentiría llegase a tiempo preciso de su uso, y por su falta se frustrase el intento proyectado; también me dirá Vuestra Merced si tiene ya escrito para la venida de los otros dos Hamburgueses pues bien conoce, que insensiblemente se acerca el tiempo y necesitamos aprovecharlo.[4]

Así pues, un negocio a medias entre tinerfeños y gran canarios, que se lanzó bajo el auspicio del jefe militar y casi político de las Islas Canarias. Lamentablemente, y tras dos años de intentonas con varias salidas en busca de los ansiados cetáceos, el bergantín Marqués de Branciforte no dio los resultados esperados y el barco acabó siendo utilizado para transporte de tropas y mercancías, hasta su apresamiento, por los franceses, en 1814. Los empresarios que participaron no obtuvieron la satisfacción y el retorno económico esperado y el asunto pasó lentamente al olvido.

Finalmente, las islas quedaron como meros espectadores en un negocio que prosperó enormemente en el siguiente siglo, generando una fortuna en Norteamérica y los países del norte de Europa. Muchos de esos balleneros hicieron escalas en las islas de camino a los mares del sur. El intento sirvió al menos para demostrar la iniciativa canaria, bastante loable en aquellos años.

  • Artículo extraído parcialmente del libro “Tenerife Wine”, páginas 432-435.


 

AHPTF. AZC. Corr. 967/43. Carta de Juan Cologan Valois desde Londres a sus hermanos Tomás y Bernardo en Tenerife. 27de octubre de 1789.



[1]AHPTF. AZC. Corr. 884/31. Carta del marqués de Branciforte a Bernardo Cólogan Valois. S/C de Tenerife. 15 de octubre de 1785.
[2]AHPTF. AZC. Corr. 884/30. Carta del marqués de Branciforte a Bernardo Cólogan Valois. S/C de Tenerife. 20 de diciembre de 1785.
[3]AHPTF. AZC. Corr. 891/37. Carta del marqués de Branciforte a Bernardo Cólogan Valois. S/C de Tenerife. 19 de octubre de 1785.
[4]AHPTF. AZC. Corr. 884/28. Carta del marqués de Branciforte a Bernardo Cólogan Valois. S/C de Tenerife. 22 de agosto de 1785.

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