1878. LA MAGIA DE LA MAQUINARIA AGRÍCOLA DEL REVOLUCIONARIO SIGLO XIX
Sitúate allá por 1878 en la isla de Tenerife con esas laderas, barrancos y riscos sembrados con cereales, viñedos y frutales para el auto consumo. Sí, todo muy bonito, pero en una situación de pobreza severa que campaba a sus anchas en una sociedad agrícola que no funcionaba y obligaba a emigrar.
Por entonces, ninguna de nuestras producciones agrícolas destacaba en los mercados como antaño lo hiciera la caña de azúcar o el vino y que más tarde conseguiría el plátano. Era un tiempo de transición.
Esta desazón provocaba que algunos pocos privilegiados tomaran la iniciativa y buscaran en el extranjero remedios para esta catastrófica situación. Tomas C. era uno de ellos. Tenía a sus numerosos hijos estudiando y algunos trabajando en el extranjero y gracias a ellos, además de sus amigos, se mantenía informado de los últimos avances en maquinaria agrícola.
Uno de sus hijos era Juan, que además de militar era ingeniero civil y muy curioso en cuanto a los adelantos que observaba por Europa. Juan, era por tanto, la persona perfecta para la misión pues le enviaba las aplicaciones que tenía el vapor en la agricultura de aquellos años.
Ante las inquietudes de su padre le informó de las novedades y le envió mucha documentación para que conociera en detalle que posibilidades tenían esos tractores de vapor. Así fue como Tomás acumulo una cierta cantidad de informes técnicos y presupuestos y posiblemente compró alguna máquina más de cuarenta años antes de que llegara el primer vehículo a la isla.
Solo unos años más tarde su hijo Juan, ya como coronel del ejército español, ingeniero y con un perfecto manejo del inglés y francés fue enviado como representante del ejército español a la exposición Universal de Chicago de 1893. Allí conoció y vio como Edison (corriente continua) y Tesla (corriente alterna) propugnaban una nueva tecnología que sustituiría al vapor, era la electricidad y allí estaba el futuro, decía él. Su padre, desde Tenerife ya vislumbraba que uso se podía hacer en la isla para eso...
Lo cierto es que la revolucionaria ciencia aplicada del siglo XIX ya ofrecía soluciones a la agricultura que nuestras islas ya sea por su orografía, la pequeña dimensión de sus fincas y la nula capacidad financiera impedía su aplicación.
Eso fue un hecho, pero aún así muchos lo intentaron y aún lo intentan y de vez en cuando triunfan. Ahora volvemos a preguntarnos si serán las energías renovables las cambiarán la faz de nuestras islas, y si los trasnochados combustibles fósiles serán reemplazados por las fotovoltaicas y eólicas como así se hizo con el vapor, !pues claro que sí! porque esta rueda del progreso no se para nunca y si te paras, serás tú quien se quede fuera del negocio.
Carlos Cólogan Soriano. Diciembre de 2018
