1814. UNA FATÍDICA CARTA ANTES DE MORIR
El joven y moribundo Bernardo, desahuciado por los médicos de Tenerife intentó buscar en Londres una cura a una dolencia llamada sangre de espaldas o enfermedad del Carbunco.
Dejaba en la isla a su joven mujer María del Rosario y a su hijo Tomás. Tenía tan solo 42 años y una gran fortuna y antes de partir dejó redactado su testamento legando su patrimonio a su mujer y su único hijo Tomás. Pero el destino le reservaba una última puñalada.
El 5 marzo de 1814 recibió una terrible carta desde Tenerife escrita por su gran amigo Bartolomé. En esta le comunicó un escándalo que le afectaba terriblemente. Su mujer había sido descubierta en fragrante adulterio con el joven Diego B. y del hecho mejor ahorro los detalles…. A esta misiva contestó el 14 de marzo.
Sr. Bartolomé de Arroyo
Mi excelente amigo: Ya bajando al sepulcro por una disposición del Altísimo ha llegado a mí noticia, lo que ha pasado en mí casa y puede usted juzgar de mis sensaciones especialmente considerando a mi madre, mi hermano y mi hijo. Hablemos breve y claro, no he perdido un momento en dar infinitas gracias a Dios, que no ha permitido mi muerte, dejando triunfar la injusticia, esto es, dejando las cosas como estaban, y así he revocado el testamento que otorgué en La Laguna antes de embarcarme, haciendo justicia a mi familia, a quien se iba a seguir un mal incalculable, no solo a ella, digo yo, sino a la Isla entera, porque ¡pobre caudal si va a parar a tales manos!
Mi excelente amigo: Ya bajando al sepulcro por una disposición del Altísimo ha llegado a mí noticia, lo que ha pasado en mí casa y puede usted juzgar de mis sensaciones especialmente considerando a mi madre, mi hermano y mi hijo. Hablemos breve y claro, no he perdido un momento en dar infinitas gracias a Dios, que no ha permitido mi muerte, dejando triunfar la injusticia, esto es, dejando las cosas como estaban, y así he revocado el testamento que otorgué en La Laguna antes de embarcarme, haciendo justicia a mi familia, a quien se iba a seguir un mal incalculable, no solo a ella, digo yo, sino a la Isla entera, porque ¡pobre caudal si va a parar a tales manos!
Espero que las Leyes, los Magistrados, y todos los hombres de bien, apoyarán la justa causa en cuando sea posible, yendo de acuerdo con mis intenciones, y nuevas disposiciones. He perdonado a la ingrata como cristiano, y aún quisiera poder perdonar al delincuente si el público no estuviera por medio, a quien ha agraviado aún más que a mí con su escándalo; y debo declarar que en todo esto he obrado libre y espontáneamente, sin influjo alguno de los que me rodean excepto con el de Dios; según pueden asegurar en todo tiempo mi confesor y antiguo amigo el Abate Germain, mi cirujano Mr. Wilson y otros que me han oído hablar, porque hasta ahora mi cabeza está libre, y me ahorrarán el repetir aquí otras especies importantes.
Perdone usted, mi excelente amigo, si no puedo decir más. Siento morir, cuando mi razón libre de fuertes pasiones, y mi caudal me hubieran permitido hacer más bien del que he hecho. ¡Adiós! Amigo; me voy cansando, y muero contento agradeciendo al mismo Señor que no me ha cortado aún la vida. He recomendado a usted y su familia a mi hermano.
¡Adiós! Amigo; la tos me sofoca. ¡Adiós!
¡Adiós! Amigo; la tos me sofoca. ¡Adiós!
Bernardo falleció un mes después de redactarla, el 14 de abril, pero antes de morir revocó el citado testamento y desheredó a su mujer nombrando albacea de sus bienes a su madre Isabel y a su hermano Juan. Lo siguiente fue una guerra ante los tribunales ….en fin, como la vida misma.